Breverías
1306
¿Cómo podrás sentarte en mis rodillas
a través de un email, o de un mensaje?
¿Cómo rozar la piel de tus mejillas
con la palabra escrita? ¿Qué linaje
de besos nacerán de dos orillas
que no pueden unirse en el paisaje?
Objeto de mi amor, de mi deseo,
ni te toco, ni te oigo, ni te veo.
1307
Ambos unidos y a la vez aparte,
ambos sincronizados y contrarios,
uno en fiera insistencia de tocarte,
el otro en quijotismos visionarios,
cada uno a su manera te comparte,
siendo ambos igualmente necesarios.
Aunque el alma nostálgica te sueña,
desnudo el cuerpo de tu piel se adueña.
1308
En la escalera de los diez peldaños,
desde la indiferencia hacia el amor,
¿en cuál te ubicas? Si los desengaños
te impidieron la entrada, qué dolor.
1309
Al caminar la tierra en que germinan
los sentimientos, olvidé la idea;
ya no he vuelto a pensar, se tambalea
mi razón, los impulsos me iluminan.
Por sacudida y tempestad me guío,
por las fuerzas de mi naturaleza;
dadme el calor sensual, que la cabeza
duerma en su lecho solitario y frío.
1310
Eres boscaje tropical, creciendo
en torno a mí; me siento encorsetado
por lianas y hiedras, abrazado,
al mismo tiempo que mi abrazo extiendo.
Sonetos
1229 - Nunca otra mujer
Comprendieron mis manos al tocarte
que no hubo nunca otra mujer, y ahora,
sexto día en Edén, viene la aurora,
tras la huella de Dios, para anunciarte.
Tan nueva, tan desnuda… , cada parte,
recien nacida rosa seductora
que abierta sobre mí, urge y explora
mi propia piel, y en ella se reparte.
Yo te llamé con voz que nunca oyeran
mesetas ni colinas, ni entendieran
mentes ajenas, mas tu mente sola.
Voz que rodara en el regazo afable
de brisa o nube, o en la luz variable
del mar, sobre la espuma en cada ola.
Los Angeles, 6 de febrero de 2005
1230 - Entre dos espejos
Te escuchaba venir desde tan lejos,
y sin embargo estabas junto a mí;
siempre lo supe y nunca lo entendí,
eras la imagen entre dos espejos,
multiplicada en pálidos reflejos;
yo te miraba y no me repetí,
personal, exclusivo para ti,
con alma nueva y sentimientos viejos.
Tus pasos rítmicos sobre la alfombra,
imperceptible caminar de sombra,
resuenan tácitos sobre mi pecho.
Pareces acercarte, mas no llegas;
te presiento a mi lado, y te repliegas,
y yo abrazándote sin ti en el lecho.
Los Angeles, 7 de febrero de 2005
1231 - Abrupto camino
Del tiempo en que fui joven, ¿qué me queda
sino esta misma juventud de ahora,
que ni pretende ya, ni se decora
de quincalla, barnices o humareda?
Soy más joven que entonces, se me enreda
entre los brazos vida soñadora
que da y recibe, pero ya no implora,
siendo el ruego servil falsa moneda.
Desde mi altura se contemplan sendas
que hoy no apetece recorrer, contiendas
en las que hoy no osaría inmiscuirme.
Y también puedo ver centelleante
el abrupto camino del amante,
del que no podrá nadie disuadirme.
Los Angeles, 8 de febrero de 2005
1232 - Oscura zona
¡Cuánto te desconozco! Transparente
puede la imagen ser que un alma habita,
puede ésta perfilarse cuando grita
su ímpetu juvenil irreverente;
puedo en tus ojos ver la iridiscente
reveladora claridad que invita;
si tu calor de noche me visita,
sabré de ti, mas no lo suficiente.
Siempre hay un más allá, la zona oscura,
silenciosa, contigua a la locura,
que te estremece, que jamás revelas.
A esa región que aún no me pertenece
es donde quiero entrar, pues me empobrece
lo que ignoro de ti por tus cautelas.
Los Angeles, 10 de febrero de 2005
1233 - Yo
Esta sombra, esta luz, este recinto
de espacio y tiempo que me circunvala;
esta nube de sueños que resbala
sobre el vientre desnudo del instinto;
este aroma de orquídeas y jacinto
que el viento delicadamente exhala;
y este hedor a cadáver que se instala
en mi profundo, oscuro laberinto;
esta fascinación irreductible
por la sensualidad y lo intangible,
por la estabilidad y lo eventual;
éste soy yo, confusa paradoja
que unas veces del hombre se despoja,
y otras prescindirá del animal.
Los Angeles, 11 de febrero de 2005
1234 - Oferta
Guardas la clave desentrañadora
de mis ensoñaciones y quimeras,
pero ni de tus miedos te liberas,
ni tu paso a mi paso se incorpora.
Aciaga ineptitud, vana demora,
que por razones mil, de mil maneras,
antes que abrir camino, alzas barreras,
y va desintegrándose tu hora.
Sobre la mesa quedará mi oferta,
la alcoba a media luz, franca la puerta,
y por el aire el humo del incienso.
Encontrarás un alma de poeta
anclada a un cuerpo antiguo, sin careta,
un hombre tan voraz como indefenso.
Los Angeles, 12 de febrero de 2005
Poemas
Silencio
Se me ha posado en el hombro
la paloma del silencio,
ojos tristes, diminutos,
como los ojos del ciego;
ha venido de repente,
como perdiendo el aliento,
y en el hombro se me antoja
pájaro de frío y hierro.
Me ha trasladado su sombra
desde la mano al cerebro,
desde los pies a los ojos,
desde el corazón al sexo.
Ya no efectúo tareas
apremiantes, ya no pienso,
(se han dormido las ideas),
ni sé caminar ni veo,
ni se escuchan mis latidos,
ni tiemblan mis galanteos.
Estoy sin voz, sin oídos,
sólo conmigo en un hueco
donde sólo repercuten
la soledad y el silencio.
Los Angeles, 3 de febrero de 2005
Me recorren tus ojos
Me recorren tus ojos
a pasos breves, silenciosos, lúbricos,
como si el viento, si la luz, tuvieran
pies desasosegados y desnudos;
penetras en los poros de mi carne
robándome la sangre, me haces tuyo
al mismo tiempo que me perteneces;
estás hecha de férvidos impulsos;
eres río en descenso inevitable
sobre mi mecanismo más oscuro,
dispersando humedades,
alzando surtidores en tu rumbo;
sobre tus hombros los sauzales mecen
su ramaje de plácidos murmullos;
son tus senos dos lunas temblorosas,
y danza en tus retinas el crepúsculo;
me hablas en clarinete y violonchelo,
cálida voz de trovador nocturno,
como una mano que apresar pudiera
almas de vagabundo;
lenguaje sin palabras,
con la elocuencia del discurso mudo;
y al fondo de tu entraña,
pareja uncida bajo el mismo yugo,
un calor animal insatisfecho,
y un casi virgen corazón maduro.
Los Angeles, 8 de febrero de 2005