Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
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Índice

Sonetos:
Vaso vacío Saliendo al fin Me amó Vértice de los años Salir de mí Déjame ya dormir Alzheimer En el mar
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Breverías

1311
Ahora que a la costumbre has despedido, y en libertad exultas, no he ganado, porque el amor se siente recortado de la complicidad desposeído.

1312
Subo sobre mis hombros con la idea de verte, se me agiganta el cuerpo, se me aguza la vista, te presiente el sentido, y si el temor me advierte que renuncie, el deseo me persuade a que insista.

1313
Mis mejores poemas son escritos a mano, por dos palmas en llamas, diez plumas elocuentes, sobre el pálido folio de un organismo humano que responde a mis versos íntimos, sugerentes.

1314
Para un tiempo que tarda, para un lugar remoto, me has llamado a tus rosas, distante jardinera; para que recompongas este corazón roto, lo dejaré en tus manos al final de la espera.

1315
Con los ojos desnudas a quien miras, y en tu sonrisa te desnudas toda; yo me dejo intrigar, y tú conspiras, y mi desnudo al tuyo se acomoda.

Sonetos

1235 - Vaso vacío
Aborrezco las luces del ocaso por anunciar la noche sin tu arribo; qué atronador silencio…Te percibo como una sombra que me sale al paso, sin ecos, sin crujidos; soy el vaso siempre vacío, porque no recibo tu propia realidad, y me describo, sin completarme tú, como fracaso. En la tiniebla el tacto se agudiza, te indaga entre las sábanas, y eriza el vello de la piel insatisfecha. Pausado el tiempo su camino amplía, y este cuerpo, en ferviente rebeldía, te presiente, te grita, y no te estrecha.
Los Angeles, 17 de febrero de 2005
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1236 - Saliendo al fin
En tu primera vez hierven temblores, dulce adúltera, cántaro olvidado, cuya agua cristalina no ha regado labios extraños ni vedadas flores. Tantos esbozos, tantos borradores de escarceos se te han desbaratado, que llegaste a pensar en tu arbolado como ámbito de mudos ruiseñores. La costumbre enroscada en la cintura, sin huellas en la piel, y la hermosura reconocida sólo en los espejos… Sales al fin de tu desfiladero a la vasta llanura; que el sendero que vas a recorrer te lleve lejos.
Los Angeles, 17 de febrero de 2005
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1237 - Me amó
Me amó sin tregua, sin pudor, sin ruego, más allá de la espera y la esperanza, amor de estrella que jamás se alcanza, y que no obstante pone el alma en juego. Con la perseverancia del labriego en el continuo afán de la labranza, del peregrino que tenaz avanza sin ver el fin de su éxodo andariego. A su “Te amo” inequívoco y expreso yo sólo respondía con un beso, como quien se detiene en el sendero. Me amó sin pausa, súplica o recato, con determinación, con arrebato, y sólo pude musitar: “Te quiero”.
Los Angeles, 17 de febrero de 2005
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1238 - Vértice de los años
Oh, la belleza al borde de cuarenta, radicada en la carne y en la mente, redimida del tono impertinente que en la inmadura juventud alienta. Oh, su febril sensualidad hambrienta, sin prejuicios, voraz, irreverente, complacida a la vez que complaciente, que en llamarada o erupción revienta. Vértice de los años, mediodía, sazón entretejida en rebeldía, masa de agua saltando la represa. Muestra su desnudez sin fingimiento, con mezcla de candor y atrevimiento, y hace el amor aun cuando sólo besa.
Los Angeles, 18 de febrero de 2005
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1239 - Salir de mí
“El amor es la necesidad de salir de uno mismo.” (Baudelaire)
Debo salir de mí, jaula y cautivo, río inmóvil que ya no desemboca; la atmósfera del alma me sofoca con densidad de mármol opresivo. Tú eres mi directriz y mi objetivo, la voz de libertad que me convoca, la referencia en lo alto de la roca, mi determinación y mi motivo. Salir de mí, resurrección urgente para instalarme en tu alma, residente sin transitoriedad, mas sin contrato. El silencio anterior queda abolido por la flauta y violín de la libido y todas sus campanas a rebato.
Los Angeles, 18 de febrero de 2005
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1240 - Déjame ya dormir
Dueña de mis insomnios, transparencia de sombra insinuada en el espejo; mano invisible que trazó el bosquejo de tanta vacuidad por tanta ausencia. Cada noche es fatídica sentencia de incomunicación, triste cortejo de imágenes de ti, que desmadejo y vuelven a cercarme en insistencia. Déjame ya dormir, sal de mi casa, abandona este lecho en que me abrasa no sé si tu presencia o tu distancia. Cansado de tenerte sin tenerte, quiero cerrar los ojos, y no verte ni en sueño, insomnio, incuria o vigilancia.
Los Angeles, 21 de febrero de 2005
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1241 - Alzheimer
Se me caen a pedazos las almenas de la memoria, siempre tan seguras, y hondas, improvisadas sepulturas soterran mis recuerdos en cadenas. Se me borran los nombres, las escenas años atrás vividas, las cinturas que circundó mi brazo, las locuras consumadas ayer a manos llenas. Tantos rostros no sé por qué sonríen, tantas imágenes se me deslíen, tantas verdades de repente inciertas… Una cortina negra me separa del yo que vivió un día cara a cara con tantas cosas que hoy parecen muertas.
Los Angeles, 22 de febrero de 2005
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1242 - En el mar
Hoy te amaré en el mar, ambos desnudos, bajo la lluvia plácida y sedosa, con el agua a los hombros, espumosa, y un sabor a salitre en labios mudos. Hablen los besos, amplios o menudos, quédese la palabra silenciosa, hiérame el pecho a látigo de rosa el marfil de tus senos puntiagudos. Flote la mente como el cuerpo flota, álcese al aire en vuelo de gaviota el gemido final irreprimible. El agua es un abrazo transparente que nos une, nos traba y nos consiente, y el mundo no nos ve, y es invisible.
Los Angeles, 22 de febrero de 2005
Diseño: Carmen Álvarez
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