Breverías
1401
Tengo un beso dormido para una mujer sola,
pero no un solo beso, tampoco un beso sólo,
ya en el banco del parque o al pie de la farola,
un beso sin recato, doblez o protocolo.
Si viene a recogerlo, que no sea su paso
de seriedad adusta, de indecisión ni alarde;
venga desnuda de alma, que en mi dorado ocaso
aún brilla el sol, y nunca para el amor es tarde.
1402
No dejes que se quiebre nuestro vaso,
ni que se deshilache la maroma
que en torno a nuestros flancos serpentea.
Tantos brindis aguardan en retraso…,
y sin tal atadura se desploma
la estructura vital que nos rodea.
1403
He firmado tu nombre en una ola.
Puedo firmar por ti, pues eres mía.
Ya el mar me pertenece, y a ti sola,
como se da un clavel, te lo daría.
He firmado tu nombre en la pizarra
de esta noche pacífica y oscura.
Te has quedado, y no sabes con qué garra
mi estatura se adhiere a tu estatura.
1404
Todo termina en ti; nada franquea
tus bordes más lejanos;
como si fueras playa, y la marea
te acariciara con sus propias manos,
sin pasar adelante, satisfecha
de haber llegado. ¿Para qué seguir?
Hoy tu abrazo me estrecha,
y en esa paz me quedaré a vivir.
1405
Frente a ti, nada más; de espaldas a la historia
que ha forjado mi tacto, mis caricias, mis besos,
los frívolos, mundanos, de puerta giratoria,
los voraces, artífices de espléndidos excesos,
y los blandos, nacidos del amor o el idilio.
Todo queda a mi espalda, sólo tú estás delante;
fueron ellos camino, y eres tú domicilio
al hallar mi objetivo en tus brazos de amante.
Sonetos
1351 - Detenido
Se ha detenido el tiempo; está varado,
buque de carga, en litoral de espera;
cruje, al batir del mar, cada madera
que forma el costillaje en su costado.
Casi a boca de puerto embarrancado,
inmóvil de la quilla a la bandera,
ciprés oblicuo que al izarse viera
intento tras intento fracasado.
Se ha detenido, esperas y no llego,
te aguardo y te demoras, y hay un luego
estático, que no materializa.
Aquí y allí son márgenes distantes
de la ausencia que aleja a los amantes,
que más que evaporarse, se eterniza.
Los Angeles, 6 de octubre de 2005
1352 - Desmayo
Este sabor a lobreguez y llanto
que a la oquedad del paladar se adhiere,
¿por qué sendero vino?, ¿qué requiere,
para ser transformado en luz y canto?
¿Llegó de ti o de mí? ¿Bajo qué manto
de calma germinó? ¿Por qué me hiere
con invisible daga? ¿Quién prefiere
a mi serenidad mi desencanto?
He bebido en oscuras noches largas
infusión de raíces tan amargas
que la dulzura ignora ya mi boca.
El aroma y rumor de los jardínes
es más algarabía que violines,
y hasta la mansa brisa me sofoca.
Los Angeles, 7 de octubre de 2005
1353 - Solo
Me golpean las olas. Un martillo
de cíclope descarga persistente
recios impactos en mi pecho y frente.
Sentir, pensar…, qué frágil cantarillo.
Tierra adentro, sin fe, sin lazarillo,
es mi espíritu el mar, siempre presente,
en ruidoso vaivén, y el subconsciente
rebobinando el hilo de su ovillo,
como quien no afrontara revelarse;
dejo los espejismos infiltrarse,
y me siento arrastrado entre la arena.
Soy alga sin raíces, macerada
por agua verdiazul, tibia, salada,
y aspirando a cinturas de sirena.
Los Angeles, 8 de octubre de 2005
1354 - Tigre
Bajo la piel, en esa jungla espesa
de obstinación, cauces de sangre y brío,
llevo un tigre en perenne desafío,
dispuesto a arremeter sobre la presa.
Ineludible tigre, que no cesa
de acechar e infiltrarse, como un río
manso en cañaveral, pero bravío
cuando a torrente indómito progresa.
Percibo su trajín. Cuando al sentido
llega la brusquedad de su rugido,
comprendo que reclama libertad.
Y se la doy. No hay víctima sangrienta;
sólo un vigor en frenos, que revienta
en erupción de voluptuosidad.
Los Angeles, 12 de octubre de 2005
1355 - Todo tiene su tiempo
Voy acercándome al adiós. No queda
más vino al fondo de la copa, ni hilo
al final del ovillo, ni asimilo
mayos marchitos en la rosaleda.
Mi vida ha sido luz; y voz, y rueda.
Al imponer la oscuridad su estilo,
al hundirse el mensaje en el sigilo,
al detenerse el tráfico en la greda,
la sola alternativa es la partida
hacia otra esplendorosa amanecida
de frescos himnos, nuevo itinerario.
Todo tiene su tiempo, su camino,
su hora de ser armónico, genuino,
y el riesgo, al fin, de hacerse innecesario.
Los Angeles, 12 de octubre de 2005
1356 - Renacimiento
Se me apagan los libros, las canciones,
las doradas manzanas, los viajes,
se me bloquean ya los engranajes
impulsores de ideas y emociones.
No me quedan aliento ni razones
para explicar los ásperos ultrajes
de los años; me arropo en los vendajes
que ocultan mis heridas y aflicciones.
Pero mi amante no me ve en tal modo;
me ve en su juventud, y sobre todo
me contagia su amor y su entusiasmo.
Extinguidas por brisas adversarias,
encenderé las viejas luminarias
sobre una vida de infinito orgasmo.
Los Angeles, 13 de octubre de 2005
Poemas
Es el momento ahora
Es una copa el cielo, que al fondo de mi vaso
me brinda en vino rojo sus nubes espumosas;
y cuando ya se muere sin luces el ocaso,
me lo llena de luna y estrellas temblorosas.
Como si el nigromante servidor de mi sueño,
con su varita mágica hubiera dibujado
delicadas volutas en este aire abrileño,
y todas mis quimeras se hubieran realizado.
En este vino flota cuanto la vida ofrece,
cuanto la mente anhela y el corazón ansía,
la brisa acariciante, la aurora que amanece,
la noche seductora y el esplendor del día.
Es el momento ahora, silencio, aromas, calma,
alzo mi vaso al cielo que me adiestró a soñar,
el gozo me revienta las costuras del alma;
que la embriaguez me envuelva para volver a amar.
Los Angeles, 6 de octubre de 2005
He llegado al fin
Cuando me miras, ya no ves al hombre
cóncavo de miserias y congoja,
que olvidara el matiz de cada nombre
un tiempo escrito en él con sangre roja.
He arrastrado mis ojos y mis pasos
por tierras enemigas, por caminos
que más que a logros llevan a fracasos,
que hacen más vagabundos que vecinos.
Pero he llegado al fin, me he despojado
de alforja, de bordón, de cantimplora,
hunden mis pies raíces, y a un poblado
mi paisaje de antaño se incorpora.
Cuando me miras, ves al olmo enhiesto,
serenidad peinada por la brisa,
a un hombre en el crepúsculo, dispuesto
a redimir sus pérdidas sin prisa.
Verás los ojos de la noche, el sueño
revelador de impúdico apetito,
la herencia del amor buscando dueño,
la fiesta de la vida… Ven, te invito.
Los Angeles, 10 de octubre de 2005