Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
De nuevo

Índice

Sonetos:
Re-creación Si yo muriera en ti A tu encuentro Siempre escribo de ti La voz perdida Barrera Vencido Nadie sabrá
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Breverías

1416
Hoy me huelen las manos a rosas y poemas, primavera del campo, del alma primavera; cielo azul, aire puro, ni prisas ni dilemas, tú conmigo y mis besos al pie de la palmera.

1417
Manténgase tu mano sobre esta herida de oro abierta en mi costado; se me desangra en luces, como si cada poro de mi piel en colores hubiera reventado. No detendrás el flujo ni cerrarás la herida, porque aún no se conocen remedio o mecanismo; absorberá tu brazo fragmentos de mi vida, e instalaré en tu espíritu réplica de mí mismo.

1418
Tantas palabras tibias, tantas palabras vanas, hojarasca de otoños grises, desapacibles… Ah, pero tus palabras, doradas filigranas, íntimas como el alma, como la piel, tangibles.

1419
Leve tamborileo de minúsculos dedos, la lluvia en los tejados, la lluvia sobre el mar, la lluvia en los cristales, sus reclamos tan quedos, y en tus ojos la lluvia sin tamborilear.

1420
Fraguada de temblores, de fragancias, de aliento, cada vez que pretendo contacto te evaporas; oh, recorte de niebla, ramalazo de viento, cuanto menos te alcanzo, tanto más me enamoras.

Sonetos

1369 - Re-creación
Eres de cera, y al calor moldeo cada pliegue de tu alma, de tu vida; aunque por mí no fueras concebida, día a día a mi imagen te recreo. No a la imagen que soy, que no alardeo de calidad cortada a la medida, sino a la idea que en mi mente anida, proyecto de mujer que me planteo. Una idea que arranca del cimiento de lo que ya eres tú, pero el acento, el contorno, el color, es de mi hechura. Y al mismo tiempo tú me vas labrando, yo entre tus manos cada vez más blando a golpes del buril de la ternura.
Los Angeles, 27 de noviembre de 2005
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1370 - Si yo muriera en ti
Morir en alguien es quebrar la cita que se tuvo, se honró y se desvanece; notar que de repente se envejece y la gloria de ayer no resucita. Si yo muriera en ti, si en la fortuita mutación de las cosas languidece mi perfil en tu mente, y enmudece la voz que te requiebra y solicita, sepúltame en la cripta que aglomera todas tus añoranzas, a la espera de que un día tal vez me rememores. No tendrás que decírmelo, si llega; en mi vida lejana y andariega se poblarán mis ojos de colores.
Los Angeles, 27 de noviembre de 2005
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1371 - A tu encuentro
Cargado de sudor, porque la prisa me apremiaba a tu encuentro, soy llegado a través de ciudad y despoblado, ave sobre sendero que no pisa. Andador presuroso no divisa rosal enrojecido ni arbolado, ni blanca nube o río desatado, ni percibe el retozo de la brisa. Me hablaban transeúntes, no escuchaba; tantas puertas se abrían, y no entraba; me hice sordo a la alondra, al colibrí. Fueron mis pies acelerando el paso, porque el menor momento es gran retraso cuando la mente se ha ceñido a ti.
Los Angeles, 27 de noviembre de 2005
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1372 - Siempre escribo de ti
He intentado en mis horas de fatiga, cuando de mi objetivo desconfío, modificar el curso de este río cuyo caudal hacia su fin me obliga. Siempre escribo de ti. En cada intriga, cada derrota, triunfo o desafío, te haces presente, y es tu cauce el mío, y una corriente en ambos se prodiga. No me sirve, al cruzar por la llanura, la idea de otra desembocadura, no sabría internarme en otro mar. Ni sé escribir de nuevas trayectorias, tan esquemáticas, tan accesorias, después de haber andado en tu lugar.
Los Angeles, 28 de noviembre de 2005
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1373 - La voz perdida
Creadme una vez más, ya no subsiste la voz que moduló sangrientas quejas; no sé si se perdió por las callejas, o de amargo silencio se reviste.. Yo era mi voz, más que exultante, triste, como quien canta coplas entre rejas, versos erráticos, tropel de abejas que a propios colmenares se resiste. Y me abracé a un desierto sin sonidos, reprimiendo susurros y alaridos en pugna de evasión. Quedé callado, sin voz, sin vida, mi papel vacío…, y hoy añoro el ferviente griterío de cuantos mi mudez ha desterrado.
Los Angeles, 29 de noviembre de 2005
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1374 - Barrera
“Yo soy yo y mi circunstancia” (Ortega y Gasset)
La ventana es el muro que distancia, o conecta tal vez, dos soledades; el mundo se divide en dos mitades complementarias, yo y mi circunstancia. De un lado del cristal, la vigilancia, ojo escudriñador de realidades, mente formuladora de verdades, voz que escucha su propia resonancia. Del otro lado el mundo que se expresa en formas y colores, o profesa otras certezas, formas o sonidos. Miramos hacia dentro, y hacia fuera, y hay un flujo en acción; esa barrera no logra proteger nuestros sentidos.
Los Angeles, 30 de noviembre de 2005
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1375 - Vencido
Vencido estoy de ti, nunca guerrero defendiendo feroz su independencia, o capaz de fingida resistencia, sólo un hombre en tus tierras extranjero. Llegué en ambigüedad de aventurero, breve instante de luz, sutil cadencia, ajeno a domicilio o pertenencia, caracoleo, ráfaga, velero. Y fui al momento en tierra derribado de lanzada invisible, maniatado, e impelido a firmar la rendición. Capitulé. ¿De qué hubiera servido rebelarse a quien ya ha sido abatido, y es feliz en derrota y sumisión?
Los Angeles, 30 de noviembre de 2005
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1376 - Nadie sabrá
Ausente tanto tiempo…Mi regreso tendrá largos volteos de campana que sólo tú has de oir. Cada mañana tardío despertar, y un nuevo beso, que nadie advertirá, quedará impreso sobre la piel. Vendrán a la ventana bandas de alondras con la luz temprana, en revuelo nostálgico y travieso, evocación de encuentros anteriores; y sólo ellas sabrán de los temblores unidos en la alcoba al alborozo. El día llegará de la partida; nadie sabrá que se nos va la vida por los callados ríos del sollozo.
Los Angeles, 30 de noviembre de 2005
Diseño: Carmen Álvarez
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