Breverías
1461
Regado estoy sobre tu surco, amiga,
a punto de sazón; fecunda tierra
que alza el fruto dorado de la espiga
sobre el punto en que el grano se le entierra.
1462
No se me va a morir. Tiene la vida
que hace a los dioses inmortales; tiene
invariable aversión a despedida
cada vez que a ella voy, que hacia mí viene;
y quien jamás acierta a despedirse,
nunca sabrá morirse.
1463
Tanto me di al pasado
que descuidé el regalo del presente;
absurdo enamorado
que mira, piensa y siente
las aguas ya pasadas bajo el puente.
1464
Amo a veces por zonas, trashumancias
avanzando, extendiendo, prolongando;
y a veces soy la lluvia, penetrando
tus plenitudes con mis abundancias.
1465
Llegué a tu lado en ansias de minutos,
y obtuve altura y amplitud de horas;
y mis entrañas hoy, abrasadoras,
requieren meses, años absolutos.
Sonetos
1429 - Siempre tan cercano
Has amado una vez, y estás hundida,
alzándose ante ti penumbra y muro;
sólo la muerte tiene lado oscuro,
hay siempre luz del lado de la vida.
Tal vez tenue, tal vez desconocida,
pero en pleno proyecto de futuro;
el fruto hoy verde colgará maduro,
y brotará una rosa por la herida,
en parte igual, en parte diferente,
pero tan olorosa y floreciente
como la que murió sobre tu mano.
Nunca es el fin mientras la vida ruede;
huye el amor y vuelve y retrocede,
casi tangible, siempre tan cercano.
Los Angeles, 16 de marzo de 2006
1430 - Frisky (I)
Hoy, a los 18 años de edad, mi gato,
ya sordo y ciego, alcanzó su
definitivo sueño
Cayó la sombra sobre tu mirada
como un telón apenas transparente,
y se difuminó tu medio ambiente,
dejándote la vida mutilada.
Siempre más de parterre que de almohada,
seguro de tu espacio, independiente,
envejeciste casi de repente,
tan frágil e impreciso en tu pisada.
Se te apagó la luz, luego el sonido
bajó los párpados, cayó dormido,
y tu andar se hizo círculo cerrado.
Hoy, antes del adiós, contra mi pecho,
te arrullé una vez más, y ahora sospecho
que a mejor realidad has despertado.
Los Angeles, 18 de marzo de 2006
1431 - Frisky (II)
Aún te buscan mis pies bajo la mesa,
en tu último refugio acurrucado,
al que incierto llegabas, adosado
a paredes y muebles. Me atraviesa
la espada de tu ausencia en esta espesa
tarde invernal gimiendo en el tejado;
y aún espero sentir, toque callado,
tu garra, más afable que traviesa.
La adversidad te suavizó; qué triste
ver que el espacio propio se reviste
de sombra y de silencio; cauteloso
se vuelve el paso, extraño el aposento…
Y ahora, sin ti a mis pies, yo mismo siento
mermados mi trabajo y mi reposo.
Los Angeles, 19 de marzo de 2006
1432 - Intersección
Estrecha conjunción de alma y sentido,
vital encrucijada en el sendero
sin opción a escoger el derrotero,
sobre ambos igualmente decidido.
De alternativa y excepción huido,
hambre tengo de todo, tanto quiero
la mente que me da lo verdadero,
como la piel que activa la libido.
No irrumpiré en ti sólo con la idea,
ni dejaré al instinto que posea
sólo tu superficie trepidante.
Me quedaré en la intersección que habitan
tus rebeldías, que salvajes gritan,
y el rumor de tu espíritu vibrante.
Los Angeles, 19 de marzo de 2006
1433 - La puerta
Se me ha quedado el alma vacilante
al borde del penúltimo deseo,
tímida voz en frágil balbuceo,
péndulo entre dos flancos oscilante.
Y no lo has percibido, breve instante
en que entraron mis ojos a saqueo
en los tuyos, en que un revoloteo
de mariposas te cercó el semblante.
O sí lo percibiste, y tu respuesta
no fue lo suficiente manifiesta
para saltarme la última estacada.
¿Cuánto habré de esperar? ¿En qué momento
conocerá mi propio atrevimiento
que tu puerta no se halla precintada?
Los Angeles, 19 de marzo de 2006
1434 - Inspiración
Sediento de palabras, me despierto
a esta joven, sonora primavera
que acaba de nacerme en la frontera
de un silencio con sesgo de concierto.
Me reconozco errático, inexperto,
incapaz de escribir lo que quisiera,
como si una fatídica tijera
me cortara las alas. Reconvierto
a mi estado anterior, en la pesquisa
de aquella luz vital, de aquella brisa,
de aquel impulso reventando en canto.
Y entiendo al fin que la palabra emana,
no de la externa circunstancia vana,
sino de mi alegría y de mi llanto.
Los Angeles, 22 de marzo de 2006
Poemas
Divergencias
Tú descubres estrellas, yo improviso caminos,
tú vuelas con el viento, yo transito la tierra,
ambos somos dispares, ávidos peregrinos,
y cada uno en su mundo bucólico se encierra.
Tú persigues las nubes, yo fluyo en cada río,
tú flotas en los copos tímidos de la nieve,
yo por la gentileza de las rosas me guío,
tú, de ascenso ligero, yo, de pisada leve.
Y sin embargo en esta notoria divergencia,
es más cuanto nos une que cuanto nos separa;
el punto de reencuentro radica en la elocuencia
del arco de los brazos, y del beso en la cara.
Los Angeles, 20 de marzo de 2006
Sobre el polvo
Tiza roja quebrada en el asfalto,
y cuaderno de trazos inseguros
abierto a sol y viento. La mañana,
ignorante de escuelas, se detuvo
sobre el charco de sangre.
Densa columna de humo
se apresuraba a huir hacia lo alto.
El brazo, ya sin pulso,
la mano, ya sin dedos,
los ojos, ciegos, el gemido, mudo.
Este niño abandona
inacabado su último dibujo.
Este niño es un fardo
empapado de sangre, que no supo
cruzar la calle a tiempo.
Este niño, esta víctima es producto
de ambiciosos ególatras
y de estrategas de Café, de eunucos
blandiendo espadas entre bastidores,
de pregoneros de ficticios triunfos.
La muerte es el designio del soldado,
su asignatura de estudiante. Pudo
haber sido la vida, la sonrisa,
el pincel, la palabra, el contrapunto.
Pero eligió la ruina, el exterminio,
alma de hierro con razón de puño.
El soldado avanzó. Dormía el niño
indisoluble sueño de difunto.
Miró el soldado indiferentemente,
una mancha en el suelo bajo un bulto.
Como estatuas, inmóviles,
acechaban los buitres sobre el muro.
Pasó el soldado, maquinaria viva
empapada en consignas y discursos.
Y no volvió la vista.
Truncada espiga inerte sobre el surco,
quedó el niño en el polvo.
Daño colateral, clamó el verdugo.
Los Angeles, 22 de marzo de 2006