Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Matices

Índice

Sonetos:
Decadencia (I) Decadencia (II) La noche Pantera La belleza Tanto tiempo Lluvia Mi cuerpo
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Breverías

1471
¿Tarde para el amor? ¿Puede ser tarde para una ensoñación de primavera? ¿Para arrimar las manos a la hoguera que aún en diciembre en los sentidos arde? ¿Puede ser tarde para el viajero que ha perdido su tren? ¿No hay otros trenes? Aunque la nieve cubra ya mis sienes, nunca es tarde, por eso amo y espero.

1472
Amor sereno, plácido, gozoso, que no ha logrado ser acrisolado por las lenguas de fuego del dolor, es amor de papel, ceremonioso, en caricia fugaz enmascarado, de ningún modo verdadero amor.

1473
Tan triste estaba yo, tan solidaria se mostró aquella espléndida mujer, que en la noche tan poco hospitalaria lloró conmigo hasta el amanecer.

1474
Sabe el gozo evocar, tal vez añora períodos aislados, sin embargo los ve como remate de un camino. Pero el pesar recuerda cada hora como sendero circular, amargo, incapaz de llegar a su destino;

1475
Si la vida es un río hacia la mar, la muerte es sólo un témpano de hielo que atrapa el tiempo al amputar su vuelo, y en él dormimos, pero sin soñar.

Sonetos

1443 - Decadencia (I)
Vamos perdiendo partes de la vida que ascienden a otro mundo transparente, más genuino tal vez, más trascendente que nuestra realidad envejecida. Se nos pierde el recuerdo, comprimida se estrecha el alma, trémula y doliente, se evapora el amor, e indiferente queda la piel, antaño estremecida. Día a día el jardín se deteriora que tanto cultivamos, se desflora la rosa más lozana, calla el canto. Las nuevas esperanzas, ya tardías, son como nuestras manos, tan vacías después de haber sufrido, amado tanto.
Los Angeles, 1 de abril de 2006
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1444 - Decadencia (II)
Converso con el hombre del espejo, que me espera al trasluz cada mañana en ese cuadro, para mí ventana, y para otros quizá sólo reflejo. Yo me asomo y lo veo; no es el viejo condiscípulo de época lejana que camina a mi lado, que se afana por desatar el nudo más complejo. Es un hombre cansado, vacilante, no el visionario caballero andante rompiendo lanzas por amor y fama. Ya no lo reconozco. Me entristece verle hoy inmóvil, alma que carece de visión de futuro, de programa.
Los Angeles, 1 de abril de 2006
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1445 - La noche
La noche se me abraza a la cintura, enamorada impertinente, ciega, que, narcotizadora, se me entrega huérfana de pudor y vestidura. La noche huele a ti, lasciva y pura, virgen y cortesana; me doblega y me hace libre, se adjudica y ruega, amante joven y a la vez madura. La noche, remolino de cien dedos tejiendo y destejiendo los enredos que ansía el corazón y urde la mente. Me habla de ti la noche, de un encuentro en que te abres a mí, y en ti me adentro; la noche, que lo sabe o lo presiente.
Los Angeles, 2 de abril de 2006
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1446 - Pantera
Doblé la ropa, la dejé en la silla, la suya dispersada por el suelo; yo erguido torreón, ella revuelo de alondras, derramada la semilla. Sobre el lecho, felina, se arrodilla sobre sus cuatro mi pantera en celo; en catarata se descuelga el pelo, y yo esperándola de pie en la orilla. La grupa oscila levemente, arquea la curva de la espalda, balancea ambos péndulos una y otra vez. Sacude la melena, abre las fauces, y somos dos torrentes, cuyos cauces confluyen en su punto de avidez.
Los Angeles, 2 de abril de 2006
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1447 - La belleza
Lo han dicho casi todos los poetas, y lo han creído quienes no lo son; cada cual, en su propia dimensión lo define, formula o interpreta. Ocaso, luna, rosa…, la espoleta detonadora de cada explosión de la hermosura, de la seducción, que hacen al hombre simple marioneta. Forzados a la búsqueda incesante del arte, el ritmo, la verdad, la amante, nos movemos por hilos dirigidos. Ni en la noche, la flor, o las estrellas, la auténtica belleza no está en ellas, sino entre la ilusión y los gemidos.
Los Angeles, 2 de abril de 2006
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1448 - Tanto tiempo
Después de amarte, te amo todavía, y aunque te has ido ya, también te quedas; se duerme el tiempo sobre mí, sus ruedas en inmovilidad, sin energía. En ágil rotación ayer huía, prófugo polvo al viento en las veredas; hoy, que sobre mi piel ya no te hospedas, me exaspera su calma, día a día. Quién me ofreciera esta mañana clara mágica manivela que activara el engranaje del reloj durmiente. Tan breves horas trémula a mi lado, tanto tiempo de ti desarraigado, tan viva siempre al fondo de la mente.
Los Angeles, 5 de abril de 2006
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1449 - Lluvia
Tiene la lluvia dedos afectivos, gentil amante que nos roza el pelo, palabra melancólica de abuelo, incógnita de puntos suspensivos. Nos acaricia el rostro en sucesivos vagabundeos de gaviota en vuelo, y es en el cuello manso terciopelo reptando en busca de otros objetivos. Miro a las nubes que me dan su tacto con ese toque múltiple, inexacto, de quien cien manos tembloroso extiende. Todas me cubren débiles, sedosas, como rocío, lágrimas de rosas, que la mañana soñolienta enciende.
Los Angeles, 5 de abril de 2006
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1450 - Mi cuerpo
En vecindad de ti, mi cuerpo entero es ávido temblor, tierra baldía abierta a tu humedad, que se hace mía, explorador de tu desfiladero. Andariego en tus calles, semillero donde arrojas el grano, mediodía de soles implacables, rebeldía del instinto en la carne prisionero. Sangre de vid que en el barril fermenta, tronido precursor de la tormenta, múltiples dedos sobre tu piano. En vecindad de ti. Mas cuando llego y, amante sobre ti, insto y me entrego, soy quien todo lo doy, todo lo gano.
Los Angeles, 7 de abril de 2006
Diseño: Carmen Álvarez
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