Breverías
1496
Te amaba más cuando te adivinaba,
toda eventualidad, toda misterio;
hoy te amo todavía, muy en serio,
pero hay algo de ti que se me acaba.
1497
Mientras te rememore, no estás lejos,
pues no es distancia no poder tocarte;
qué cerca estás, ya que no sé olvidarte,
tan cerca que te absorben mis espejos.
1498
Las cifras son volúmenes vacíos
que nada dicen a quien lee o mira;
tu edad, mi edad… Si la emoción suspira,
¿qué importan ni los tuyos ni los míos?
1499
Y se olvidó el poeta de la luna,
y del azul del mar, y de la rosa,
y dejó de escribir; ahora reposa
bajo la flor de loto en la laguna.
1500
Amor a ritmo lento,
sin calendario ni reloj, sin prisa,
ahondando en el momento
con la intención precisa
de jugar entre el sexo y la sonrisa.
Sonetos
1481 - Frente al espejo estoy
Te he dejado en la ducha, eras abrazo
de agua cálida en lúbrico bautizo,
eras un tacto audaz, resbaladizo,
toda consenso tú, toda regazo.
Cada mano un pincel que en suave trazo
llenó mi silueta del hechizo
de mil colores sin color, del rizo
multiplicado en vientre y espinazo.
Frente al espejo estoy, solo, desnudo,
hablando al otro yo en lenguaje mudo,
con el afán de verte sobre el hombro.
No comparecerás; en mi deseo
tu imagen es recóndito hormigueo,
y una vez más provocador te nombro.
Los Angeles, 12 de junio de 2006
1482 - Lamento de mujer
En la muerte de un poeta
Tantas veces me hablaste de partida,
y en mi descuido no alcancé a entenderte;
tus versos ignoraban a la muerte,
eran cantos de amor, gritos de vida.
Pero al fondo eran sangre de la herida
por donde el alma sus zozobras vierte;
eras el hombre alborozado y fuerte
con su noche final reconocida.
Oh amigo, casi amante, sin contacto,
has llegado al final del tercer acto
de tu drama, el telón ha descendido.
Apagadas las luces, persevero
en mi sillón, pensando, compañero,
que de nuevo saldrás, que no te has ido.
Los Angeles, 13 de junio de 2006
1483 - Sueños
Vagaba el soñador sin rumbo fijo,
hoja en el viento, barco a la deriva,
su mente paradójica, cautiva
entre flancos de duelo y regocijo.
Enalteció su sueño, y le maldijo,
agobiado en su propia disyuntiva,
como la amante infiel y posesiva
que entre beso y puñal busca cobijo.
¿De qué sirve soñar la noche entera
si la luz, el rumor, la primavera
que llegan con la aurora nos evaden?
¿Para qué tantos sueños imposibles,
tan hipotéticos, tan intangibles,
que desdichadamente nos persuaden?
Los Angeles, 14 de junio de 2006
1484 - Ráfaga de viento
Se me rezaga el pensamiento al verte,
ensayando a seguirte de puntillas;
le disfrazo de ti, y así, a hurtadillas,
ni tu tendencia a presentir lo advierte.
Va midiendo tu espalda, se divierte
creando manos sobre las mejillas,
insinuándose entre las rodillas,
galán que te seduce y te pervierte.
Tiemblas sin ver de quién será o de dónde
ese mágico tacto que se esconde
tras dedos invisibles, leve aliento.
Tal vez un día cruzaré tu paso,
y al verme, entenderás que soy acaso
algo más que una ráfaga de viento.
Los Angeles, 15 de junio de 2006
Poemas
Diecinueve años
La muerte le alcanzó en la zona oscura
del secuestro y el robo, sobre un charco
polvoriento de sangre coagulada,
y eran tan sólo diecinueve años.
La muerte era un fastasma indiferente,
de ojos vacíos, hielo en el abrazo,
él, primavera de color en llamas,
y eran tan sólo diecinueve años.
Le cercaron miradas tenebrosas,
le hirieron voces de sabor amargo,
le mordió el alacrán de la rapiña,
y eran tan sólo diecinueve años.
No tuvieron razones para el odio,
conciencias de metal, mentes de barro,
pero le silenciaron para siempre,
y eran tan sólo diecinueve años.
Quebrado su camino
casi al albor de los primeros pasos,
le apagaron los sueños,
y eran tan sólo diecinueve años.
Eran tan sólo diecinueve años,
eran tan sólo diecinueve años,
eran tan sólo diecinueve años…
Los Angeles, 15 de junio de 2006
Punto, y aparte
Mi noche está sin manos, sin palabras,
me han desertado imágenes e ideas,
y en silencio espectral, casi tangible,
inmóvil yo entre sábanas revueltas.
La sombra es un reptil que desde el sótano
hasta el techo del alma culebrea,
tiene brazos sin forma,
como el agua, el crepúsculo, la niebla;
ojos abiertos o cerrados, nada
la separa de mí, me hunde, me estrecha.
Estoy como en un punto
perdido, sin lugar de referencia.
Tú estás al otro lado, tan lejana,
kilómetros de luz que no me llega,
rumor que no perciben mis oídos,
tacto dormido en piel que no despierta.
No sé si vivo o muerto estoy, si en sueños,
o en un bloque de hielo y a la espera
del sol que me reavive en la mañana,
cuando las esperanzas alborean.
Ahora es de noche, cuando tantos viven,
cuando otros duermen, y aun los que tropiezan
tienen la certidumbre de que existen,
aunque un extraño infierno esté a la puerta.
Yo sólo soy un punto,
mínima parte de tu línea recta,
desplazado de ti, no tengo vida,
y sin poder andar, no dejo huellas.
Los Angeles, 15 de junio de 2006
Continuidad
¿Dónde fueron las horas que ambos entretejimos
con hilos de oro y plata, o de esparto y alambre,
las que glorificamos, y las que maldijimos,
las de lujo y hartazgo, las de penuria y hambre?
¿Cómo, a las que forjaron sonrisas, convocarlas
para una nueva ronda de gozo restaurado,
y a las de tonos pardos, agrios, obliterarlas,
enterrando sus fríos restos en despoblado?
Cada hora transitada fue la copa de vino,
roja de sangre y fuego, que nos plugo beber,
o el vaso de aluminio de acento campesino
cuyo ácido vinagre se nos impuso ayer.
Llamo a la horas mansas, y a las tórridas horas,
porque éste es el momento de su resurrección;
permanezcan las grises en noches sin auroras,
en el eterno sueño de la desolación.
Tú y yo reanudaremos cuanto quedó incompleto,
porque la vida a veces juega a continuidad,
y porque llevo al cuello colgado el amuleto
de tu recuerdo, y eso me da seguridad.
Los Angeles, 16 de junio de 2006