Breverías
1501
Me estremece la luz de la mañana
como si hubiera hallado entre los brazos
una breve cintura de mujer.
Y tal vez la encontré; que una ventana
nos descubre al abrirse extraños lazos
que nunca uno creyera establecer.
1502
Al mirarte a los ojos, en la oscura
habitación en que no estás, te veo
como luz otoñal, que se apresura
sobre el paisaje triste, en el deseo
de detener la noche prematura
de negras alas y febril jadeo.
Hay algo en tu mirada en esta hora
que hace a la noche huir, nacer la aurora.
1503
Son tus muslos vestíbulos abiertos
del hambre sensorial que les anuda;
dos largos sueños ávidos, despiertos,
y un amplio abrazo hacia mi piel desnuda.
1504
Al escribirte, saltan del teclado
leves gemidos de calandria herida;
yo, despierto, llamándote a mi lado,
y tú, inconsciente a mi dolor, dormida.
1505
Ya sé que debo amarte con la brasa
del alma, que arde interminablemente;
pero esta piel rebelde me rebasa,
su lenguaje vital tan elocuente.
Sonetos
1485 - Un beso
Un beso entre las sábanas perdido:
¡Qué revuelo de amor!, ¡qué jugueteo!
Pájaro cuyo errático aleteo
roza mis ramas de álamo caído.
Ni color, ni presteza, ni chasquido,
lasciva pluma en leve serpenteo,
silencioso, invisible, en merodeo
de las oscuras zonas del sentido.
No sé quién lo soltó, mas lo sospecho
por las rutas que sigue sobre el lecho,
las mismas que alguien recorriera un día.
Improvisado mapa que este beso
repite hoy con espíritu travieso…,
¿o es mi deseo envuelto en picardía?
Los Angeles, 16 de junio de 2006
1486 - De paseo
Por calles, plazas, restaurantes, bares,
al sol, bajo la lluvia, en ruido, en humo,
si orgullosa de mí, de ti presumo
ante tantos testigos oculares.
Una de tantas mesas circulares;
un coñac para mí, para ti un zumo,
sin cenicero, gracias, yo no fumo;
¿El diario? Tal vez los titulares.
Brindo por ti, por hoy, por el pasado,
por este álbum viviente en que has grabado
tanta imagen sensual, tanta belleza.
De la mano, del hombro, con el brazo
firmando sobre ti, trazo por trazo,
mi nombre, de los pies a la cabeza.
Los Angeles, 17 de junio de 2006
1487 - Al descubierto
Sólo vestida de tu piel, no tienes
que disfrazarte de mujer mundana;
eres quien eres, noble cortesana
o doncella vestal, o te mantienes
en equilibrio entre ambas. Cuando vienes
hacia mí puedo ver a la sultana
señorial de Estambul, o a la serrana
que al Arcipreste ofrece parabienes.
Pero te veo a ti, vital, primaria,
más allá de barniz e indumentaria,
sin forma ni color artificiales.
Desnuda eres auténtica, más viva,
y a la vez más sensual, más impulsiva,
despojada de efectos teatrales.
Los Angeles, 18 de junio de 2006
1488 - Hacia ti
Voy hacia ti camino de mí mismo,
a través de mis pausas, de mis prisas,
desenredando lágrimas, sonrisas,
de entre las ruedas de mi mecanismo.
En mi engranaje, el viejo dinamismo
parece entorpecerse. Qué imprecisas
tus palabras lejanas cuanto pisas
los senderos que abriera el pragmatismo.
Necesito llegar y sumergirme,
regenerar tu savia, y persuadirme
de que tu nervio se une a mi energía.
Mas si para ir a ti soy yo camino,
¿a qué ponerme en marcha? Mi destino
lo he conseguido ya, pues eres mía.
Los Angeles, 18 de junio de 2006
1489 - Ofrenda
Me acarició la voz de la tristeza
como diciéndome: “¿Por qué te quiere?
Ha pasado tu tiempo, y hoy se muere
cada vez más de prisa; no hay grandeza
ni en la debilidad ni en la torpeza
con que la edad despótica te hiere;
sólo una circunstancia se requiere:
Modificar el canon de belleza.”
Me contemplé gastado por los años,
pero observé que el barro de mis daños
era lacra pueril, superficial;
que no hacen el regalo los colores
del papel de envolver; que otros valores
se ocultan bajo el forro ornamental..
Los Angeles, 20 de junio de 2006
1490 - Duerma el concepto
Cuando te siento se me va la idea,
pero al pensarte, amor, cómo te siento;
qué marginal se ve el entendimiento
si la espalda entre sábanas se arquea.
Ya canta el cormorán en la azotea,
entre las ramas se adormece el viento,
y el sendero, callado y polvoriento,
en el opaco ejido amarillea.
Hila mi mente con sedal de bruma,
pero en mi entraña surges de la espuma
rutilante y sensual como Afrodita.
Si al sentirte percibo tu figura,
duerma el concepto en su guarida oscura,
y quédate a mi cuerpo circunscrita.
Los Angeles, 20 de junio de 2006
1491 - Bohemio
Ignoro cómo son mis pies. Caminan,
porque me llevan, pero no los veo;
ni los impulso a andar, ni los bloqueo,
ellos solos sus planes determinan.
Sorpréndanme. Si un día me confinan
a objetivos de extraño galanteo,
decidiré un desvío en el paseo;
mientras tanto, sus modos predominan.
Ni plan sucinto ni formal programa,
que al alma privan del sabor y el drama
ciertos en la eclosión de lo imprevisto.
Que me lleven. Mi espíritu bohemio
aspira sólo a recoger el premio
de lo que ni merezco ni conquisto.
Los Angeles, 22 de junio de 2006
Poemas
Te pienso tan despacio
Te pienso tan despacio
que, cada pensamiento
ajeno a ti, tropieza y me atropella.
No me importan. Los dejo
pasar, seguir su curso, indiferente,
como sombras sonámbulas de besos
que no me ven, y a los que yo tampoco,
hasta que empiezan a alejarse, veo.
Los pensé alguna vez, pero deprisa,
y ni siquiera fueron compañeros.
¿Y hoy? Que pasen, que pasen y se pierdan
en ese opaco, efímero universo
donde giran en órbitas absurdas,
desde lo tornadizo a lo superfluo.
A ti te pienso horizontal, despacio,
a ritmo de ansiedad, lento, tan lento,
que apenas hay avance;
en líneas curvas, círculos concéntricos,
delicadas fricciones,
como si mi intención tuviera dedos,
como si hubieran muerto los relojes
lanzando el último tic tac del tiempo.
Te pienso absorto, dilatadamente,
tu piel en mi cerebro,
mi cerebro en tu piel, idea y tacto,
con el maldito triunfo del concepto,
la radiante derrota del abrazo,
los paradójicos enfrentamientos
de pensar y sentir, aunque se mezclan,
como suelen mezclarse amor y sexo,
aunque hoy, al estrecharte, tan ausente,
me alargo en esta infinitud de sueño,
casi inmóvil, pensándote, pensándote,
en la noche vacía, sobre el lecho.
Mientras te pienso en calma, sin premura,
desembocado en ti, y en el silencio
redondo y excluyente
en que podrían florecer misterios,
las turbas apremiantes
de imágenes, vestidas de recuerdos,
persisten en su avance
por el mismo sendero
por donde tú caminas, paso a paso,
conmigo de la mano, cara al viento,
con el mismo alborozo sobre el rostro,
e idénticos latidos en el pecho.
Te pienso tan despacio,
que apenas nos movemos,
porque no hay una meta en la distancia,
sólo en el breve punto en que te pienso.
Los Angeles, 22 de junio de 2006