Breverías
1541
Trepa la noche alada a los balcones;
entra, sin distinguir huésped o dueño,
por las habitaciones,
y se instala en los ojos, como sueño.
Así llega a las almas el olvido,
como una sombra lenta,
sin llamar a la puerta, ni hacer ruido;
pero aunque uno despierte, no se ausenta.
1542
Se ha de morir un día, dónde y cuándo
resulta irrelevante.
Lograr que otros nos sigan recordando
es lo único importante.
1543
Somos todos museos ambulantes.
Qué colecciones la memoria exhibe
de heroísmos, polémicas, amantes,
de tanto que se da, que se recibe;
de salas para el público, de salas
que a nadie permitiéramos abrirse;
y al mismo tiempo la dotamos de alas,
y la invitamos a prostituirse.
1544
Me niego a envejecer. Sueños lejanos
renacerán, o he de forjarlos de oro;
hay nuevo corazon y nuevas manos,
duerma el recuerdo y piérdase el decoro.
1545
Se puede en soledad vivir el gozo,
exprimiendo su zumo gota a gota;
soledad es silencio, como un pozo
en cuyo fondo de agua el alma flota,
todo sosiego, nunca el calabozo
de quien la juzga pérdida o derrota.
Pero a la larga, la alegría es vida
que requiere entre dos ser compartida
Sonetos
1546 - Llego
Ni en piso de ciudad vives, ni en casa
rural, al borde de la carretera,
vives en clara, verde primavera
por donde sólo quien te quiere pasa.
Desde el invierno vengo; se retrasa
la nieve en coronar mi cordillera,
aún me caldea el sol, y persevera
dentro de mí ferviente, antigua brasa.
Por ti y para ti vengo, convergencia
de estaciones en cuya coexistencia
se da más coyuntura que programa.
Llego a tu abril y mayo revestido
de rojos pétalos, que mi libido,
derramará febril sobre tu cama.
Los Angeles, 27 de agosto de 2006
1547 - Exploración
Siempre serás parcela misteriosa,
aunque no fortifiques tu aislamiento;
no está mi gloria en el descubrimiento,
sino en la exploración meticulosa.
La conquista es la rosa, rosa, rosa,
bello, pero invariable, abocamiento;
prefiero extenso reconocimiento
a recalada donde se reposa.
Quiero el clavel, la orquídea, la violeta,
que a mi avance germinan, la paleta
de tanto color vivo en que me empleo.
¿Jardín de única flor? ¿Cuadro ostentoso
de único tono? Qué laurel tedioso.
En el camino triunfa mi deseo.
Los Angeles, 28 de agosto de 2006
1548 - Miro, mas no me veo
Percibo en cada espejo un libro abierto,
con mi retrato en la contraportada,
y enlazado a una rosa ensangrentada,
título con tu nombre al descubierto.
Miro, mas no me veo; sólo acierto
a verte a cada página asociada,
y te leo, te aprendo, derramada
sobre el cristal, por el que en ti me vierto.
Me has ido convirtiendo en un facsímil
de ti misma, y encuentro inverosímil
ver mi rostro asomándome al espejo.
No te veo de piel, rasgos, colores,
sino de anhelos, gozos y dolores,
y a esa forma radiante me emparejo.
Los Angeles, 29 de agosto de 2006
1549 - Olvido y sueño
Me has ido derrumbando la memoria,
quebrantando recuerdos y quimeras
que en tantos años y de mil maneras
perfilaron el cuadro de mi historia.
Cuanto consideré triunfos y gloria,
mi afán de dilatarme las fronteras,
de acumular trofeos y banderas,
sólo fue sensorial escapatoria.
Tu llegada, soñada e imprevista,
concluyó mi programa de conquista,
asaltado, vencido y capturado.
Hoy vivo en tu país, con tanto olvido
como si al fin quedara adormecido
y hubieras tú mi sueño arrebatado.
Los Angeles, 30 de agosto de 2006
1550 - ¿Escuchas?
Qué triste baja la canción traviesa
del agua entre las piedras, si el oído
se forra de silencio, si vencido
de ruidos interiores se confiesa.
Libre es su canto, que incesante expresa
gozo de luz, o sombra de gemido,
pero nunca venablo del olvido
que en muda frialdad nos atraviesa.
Danza a veces mi voz, y a veces gime,
siempre en ruta hacia ti; mas dime, dime:
¿La escuchas o se pierde en la ribera?
Mi corriente no cede, luz, rumores;
me ven, me aceptan, pájaros y flores,
y tú tal vez te quedas a la espera.
Los Angeles, 30 de agosto de 2006
Poemas
Y lo llamamos vida
Hemos surcado el mar, hemos cruzado
la raya fronteriza
de la sensualidad a la añoranza,
y nos rodea, incierta, la neblina.
Escogimos terrenos incorpóreos,
sin caminos precisos, sin orillas,
por donde el tacto avanza extraviado,
sin saber desprenderse de caricias,
donde el ojo y la mano
ni ve ni toca, sólo teorizan.
Pensamos escalar cumbres más altas,
sin huellas previas, vírgenes, perdidas
en nubes de algodón, mundos etéreos
de menos consistencia que la brisa.
Ambicionamos las ideas puras,
la voluntad ecuánime, altruista,
todo cuanto el espíritu pretende,
categórico, azul, sin disyuntivas.
Pero al fin constatamos
que en nuestra espalda, inmóviles, marchitas,
cuelgan dos alas que jamás batieron,
ni después ni anterior a la fatiga.
El alma lleva un lastre de materia,
que la impele hacia abajo, hacia la arcilla;
y las altas esferas no consienten
el clamor del sentido en cercanía.
Somos más del sudor que del concepto,
más de la picaresca que la mística,
más que Quijotes somos Sanchopanzas,
más bloque de cimiento que de ojiva.
Y a cada frustración, cada fracaso
de ascender, de volar, que nos limita,
regresamos al pozo del sentido,
y lo llamamos vida.
Los Angeles, 20 de agosto de 2006
Hoy contigo
Tú no sabías ni por qué ni a quién
estabas esperando;
era tu vida como un largo andén
sin calendario ni reloj, sin cuándo.
Pero en tu mente había,
leve pulso de pájaro dormido,
un callado clamor, un alarido
que al fin despertaría.
Y fue a través de lágrimas discretas,
por nadie imaginadas, que me viste,
y se ensancharon las delgadas grietas
del muro de un amor débil y triste.
Amor que no fue amor, caricatura,
jaula que vio tu juventud cautiva,
y en su limitación, en su angostura,
te hizo existir, más que sentirte viva.
En esta condición, tal contingencia,
pasé a tu lado; un blando ramalazo,
como un ala agitada en tu presencia,
trazó el boceto de un futuro abrazo.
Apenas sin opción; las circunstancias
eran freno, muralla, dique y foso;
a longitud de tacto, y dos distancias
en mutuo soliloquio silencioso.
Cómo rompí formalidades, normas,
en el refugio oscuro de la mente,
y cómo tú también, de tantas formas
intentabas remar contra corriente.
Y al fin se abrió gradual, imperceptible,
un resquicio, y un hueco, y una brecha,
la imposibilidad quedó deshecha,
y lo prohibido se hizo permisible.
Hoy sobre ti camino
como ola verdiazul, lluvia sedosa,
ráfaga de aire tenue, peregrino
sobre tu piel, en marcha jubilosa.
Y tú me absorbes, flotas y transitas,
nunca tus rosas sobre mí marchitas.
Hoy contigo, mi amante, mi mujer,
desplómense el mañana y el ayer.
Los Angeles, 29 de agosto de 2006