Breverías
1561
Mi mano ansiosa hacia el rosal acude,
y cada pétalo a arrancar empieza;
intenté confiscarles su belleza
para añadirla a ti, pero no pude.
1562
¿Cómo definiría esta tristeza
que abraza mi alma con pasión de amante?
¿Torreón de prohibida fortaleza?
¿Océano violento, espumeante?
¿Muro de fuego? ¿Desatado río
que ha arrastrado los puentes en su avance?
Cualquiera y todos, ámbito vacío
entre ambos, impidiendo que te alcance.
1563
Recojo cada breve, cotidiana
alegría que cruza por mi puerta,
pues la grande que anhelo es tan incierta
que tal vez nunca la veré cercana.
1564
Esta espera de ti lleva cuchillos
punzando la corteza de mi entraña,
fauces de jabalí, cuyos colmillos
me la desgarran con violenta saña.
Voy perdiendo la vida lentamente
traspasado, mordido, vacilante.
Si la espera se alarga, qué doliente
me verás al llegar, qué agonizante.
1565
La belleza es efímero atributo,
mas su recuerdo vive eternamente;
si un día el corazón te exige luto,
piensa qué espléndida aún te ve mi mente.
Sonetos
1562 - Memoria de la mano
No es por mis ojos como más te veo,
miopes, sin alcance, en la distancia;
es por la mano, que en exuberancia
te rastrea, ignorante a parpadeo.
En las yemas aún siento el aleteo
de tus labios temblando, la fragancia
de los senos volviéndome a la infancia,
y el vértice gritándome deseo.
Te ha aprendido esta mano de memoria;
relieves, angosturas, trayectoria
del sendero mil veces recorrido.
Sólo una imagen para la retina,
que más que asimilarte, te adivina;
la mano es quien te vio, quien te ha absorbido.
Los Angeles, 5 de octubre de 2006
1563 - Cambio de nombre
Esta calle fue un día barandilla
donde arqueaba el cuerpo para verte,
donde me viste, y al probar mi suerte
me capturó el rubor de tu mejilla.
Aunque la misma luz pálida brilla
cada noche en la esquina, no se advierte
movimiento de gentes que despierte
su carnaval de vino y tonadilla.
Se llama de otro modo. ¿Será acaso
temor o cobardía? ¿O el fracaso
de nuestras propias vidas lo ha hecho suyo?
Calle que nuestra fue, ya tan extraña,
camuflando su nombre, ¿a quién engaña?
¿Y a quién defrauda mi disfraz y el tuyo?
Los Angeles, 5 de octubre de 2006
1564 - Desde aquí
Te quiero más por ser inasequible,
si bien en el abrazo te quisiera;
te quiero con amor que desespera,
aunque siempre esperándote tangible.
Estás, estoy, no estamos. Qué irascible
se me revienta el alma en la ribera
de tenerte sin ti, tan extranjera
en tu horizonte azul, tan disponible.
Hambre padezco desconcertadora
que implacable la entraña me devora,
dejándome más ávido de ti.
Hambre que has provocado, y recrudeces
cada vez que a ti misma te me ofreces,
flor que se abre y no alcanza el colibrí.
Los Angeles, 6 de octubre de 2006
1565 - Asido al recuerdo
“Cómo a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor”. (Jorge Manrique)
Asido a mi recuerdo estoy, madero
que me mantiene a flote en la agonía
del naufragio que sufro cada día,
yo, por tu mar, perdido marinero.
Llamo a la muerte a veces, aunque quiero
sobrevivir, volver a la bahía
donde inicié esta absurda travesía;
y si absurda, ¿por qué volver espero?
Tan paradójicos que preferimos,
a lo alcanzado ya, lo que perdimos,
la nostalgia nublándonos la mente.
Mas no, no quiero comenzar de nuevo
lo que ya terminó, pero lo llevo
como luz irradiando intermitente.
Los Angeles, 6 de octubre de 2006
1566 - Mano en la noche
Una mano en la noche abre el camino
que ha cerrado el umbral de la mañana
como si el brillo de la luz temprana
anestesiara el tacto, añejo vino.
La sombra es afanoso torbellino
de dedos, culminando en filigrana
diseñada en tu piel de porcelana,
frágil y blanca, del crisol más fino.
La noche olvida gala y vestimenta,
y la mano se trueca en herramienta
que labra con destreza de artesano.
Ya sin guante de luz, blanda, atrevida,
sobre tu horizontal estremecida,
con precisión de experto cirujano.
Los Angeles, 7 de octubre de 2006
1567 - Como el árbol
Gentes, libros, iglesias, inconstancia
de semblantes, carátulas, fachadas,
y espaldas, ábsides, contraportadas,
ya admisión, ya repudio en cada instancia.
Pero el árbol no esgrime petulancia,
siempre mira de frente, su enramada
son brazos extendidos, es llegada,
no hay despedida en él, ni discrepancia.
El árbol, periférica acogida,
no sabe de rechazos, no intimida,
ni volverá la espalda, es el amigo
que nos mira cordial, muy largamente,
abriendo el paso a corazón y mente…
tal como yo pretendo hacer contigo.
Los Angeles, 7 de octubre de 2006
1568 - Bek
Golden retriever, de tres años, adoptado el 30-09-2006.
Dado el nombre del perro del científico ruso Iván Pavlov
que investigó en él los reflejos condicionados.
De nuevo el mundo se ha vestido de oro,
no el que todos conocen, sólo el mío;
nueva cola se agita, yo sonrío,
y por la cola inmóvil ya no lloro.
Si bien a los pasados aún añoro,
cada cual con su espacio en mí vacío,
para este golden en el alma amplío
el ámbito de aquello que atesoro.
Perdido vino, sin saber de dónde,
ni a qué nueva familia corresponde
ofrecerle el cobijo que mendiga.
Entre los dos idéntico dialecto,
él voraz de caricias, yo de afecto,
las recibe de mí, me lo prodiga.
Los Angeles, 8 de octubre de 2006
Poemas
Un mundo
Hay un mundo imposible que sólo yo he soñado,
donde va el sentimiento del brazo de la idea,
donde nadie lacera, ni ha sido vulnerado,
nadie exige, ni acosa, ni culpa, ni alardea.
Un Edén con manzanas redondas y amarillas,
sobre las que no pende precepto intransigente,
el bien y el mal son ríos que comparten orillas,
la desnudez es gloria, y es muda la serpiente.
Alguien nos ha creado, yo tu Adán, tú mi Eva,
ambos al mismo tiempo, los dos del mismo lodo,
cada uno con un alma tan transparente y nueva
como la luz que extiende sus alas sobre todo.
Tal vez otras parejas vagan en la espesura
pensando que es su propio, radiante paraíso,
y en eso está el portento, que cada criatura
es feliz, sin pedirles a los demás permiso.
Aun siendo también de otros, ese mundo es el mío,
como si tú y yo solos, y nadie más, hubiera;
un mundo que amanece cubierto de rocío
con robustez de roble, con suavidad de cera,
con la suave frescura de lo recién nacido,
y el aplomo de firme, poderosa muralla
aislándonos de todos, de palabra y de ruido,
porque sin enemigo no puede haber batalla.
Y en la paz de ese mundo vivimos, nos amamos,
sin tropezar con nadie, sin inventar razones,
una mujer y un hombre, no hay más, y los dos vamos
forjando en realidades nuestras propias visiones.
Los Angeles, 4 de octubre de 2006