Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Noche

Índice

Sonetos:
Doncella Me desangro y muero Transformación A borbotones Mano Fugaz la noche “Stay the course”
Poemas:
Las seis de la mañana
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Breverías

1576
El futuro no es algo que forjamos, es algo que sufrimos; porque ni enteramente decidimos, ni aquello que elegimos alcanzamos.

1577
El destino es la excusa del idiota, no le redime al hombre, le esclaviza; la razón se hace libre si analiza, la ignorancia a sí misma se derrota.

1578
Si me olvidaras, hazlo de manera que yo también te olvide; y si te vas sin olvidar, decide cómo afrontar sin mí la primavera.

1579
Cuanto más olvidarte me propongo, más implacable se hace tu recuerdo; indisolublemente me prolongo en una relación en desacuerdo.

1580
Grupo alado de cándidas doncellas cuyas almas moldeas día a día, por el canto y la danza, por las huellas que les imprime la filosofía, al tibio sol, o bajo las estrellas de Lesbos, en el campo, en la bahía. Ay, dulce Safo, que con ellas sueñas, sobre el arte de amar, ¿qué las enseñas?

Sonetos

1579 - Doncella
Irreemplazable tu temblor, tan nuevo como si nadie hubiera derramado las semillas del tacto en tu sembrado, terreno virgen que a labrar me atrevo. En torno a ti provocador me muevo, como el lobo a la oveja en despoblado, manso como el rocío sobre el prado, por igual me someto o me sublevo. Tiemblas por lo que sabes, lo que ignoras, lo que temes cumplirse, lo que imploras, recóndito vaivén contradictorio. Yo para ti descongelada intriga, y tú, mi temblorosa, dulce amiga, el misterio que rasga su envoltorio.
Los Angeles, 1 de noviembre de 2006
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1580 - Me desangro y muero
Me sangra el pensamiento; cada idea es puñado de sal en carne viva; mas no sé de estrategia defensiva, porque reflexionar es mi tarea. Si tropel de pigmeos me rodea agitando bandera disruptiva de distracciones, la razón le esquiva, o su abordaje incitador bloquea.. No estoy en torre de marfil, soñando, mas soy indiferente a cada bando que carga de falacias sus valijas. Día tras día me desangro y muero contemplando a mi pueblo prisionero de necios gobernantes sabandijas.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
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1581 - Transformación
Volaba tu palabra en curva triste, mientras que antaño en recta de alegría, y el sonido sin forma repetía viejos ecos de voz que ya no existe. Quizá en perplejidad te adormeciste, apremiante sopor, que infundiría ese carácter de melancolía de que ahora tu palabra se reviste. Quizá en el pozo turbador del sueño, que aletarga propósitos y empeño, durmióse el gozo, despertó la pena. Y al desvelarte no hayas rescatado el címbalo verbal arrinconado, cuyo tono feliz ya no resuena.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
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1582 - A borbotones
A través de tu día evaporado entro en la noche, río de sorpresas; a nado voy, las aguas, tan espesas, que floto sobre ti inmovilizado. También el tiempo inmóvil, que ha quebrado la clepsidra; y al viento las pavesas del tronco consumido, y las promesas a fuego lento, igual, se han consumado. Nunca amanecerá. Seguirá errante, sin rumbo fijo, el río en su intrigante fluir de asombros y estupefacciones. Y en esta noche de aguas infinitas, cuanto preciso, cuanto necesitas, sobrevendrá brotando a borbotones.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
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1583 - Mano
Tocado estoy; me asedia la mesnada de atenta mano de quinientos dedos, cuadrilla vendimiando mis viñedos en la tarde bucólica, dorada. Tocado con fervor de llamarada, lenguas de fuego en serpentines quedos, derritiendo los hielos de los miedos que me circundan, lobos en manada. Me sumerjo en la mano, enredadera que con quinientos tallos se apodera de mi tronco de roble en soledad. Mano que me confina y me acaricia con tanto de candor que de malicia… no sé si quiero ya mi libertad.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
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1584 - Fugaz la noche
Fugaz la noche que a tu lado nace después de haber yo mismo en ti nacido; repta como ladrón, sin hacer ruido, y como hielo al fuego se deshace. Cuando la claridad nos amenace al reclamar el alba su latido, inventaré otras horas, y tendido junto a ti seguiré. No hay desenlace de luces al final de tal historia, porque no hay fin en ella, y la victoria es de la sombra que ancha se dilata, retardando el destello de la aurora; y del amante de ansia trepadora sobre la amante de la piel de nata.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
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1585 - “Stay the course”
Esta frase, que puede traducirse como ‘mantener el rumbo a toda costa’, ha sido el slogan de George Bush desde que empezó la guerra de Irak.
La mano en el timón, perseverante, sin modificación de derrotero; se le ha roto la brújula, y ligero sigue su bergantín desafiante. El horizonte al frente, antes distante, es ya un acantilado, un hervidero de rocas espumosas, y altanero persiste el capitán, fe de turbante. Sordo a las voces que al viraje claman, sigue su propio impulso, que programan la obcecación y la mediocridad. “Apártese la costa; nuestra ruta lleva el nombre de Dios. ¿Quién nos disputa el poder y la legitimidad?”
Los Angeles, 4 de noviembre de 2006

Poemas

Las seis de la mañana
Eran las seis de la mañana. El viento combatía a la lluvia en los tejados. Aún la primera luz no despertaba, pero la sombra se iba adelgazando. Me desvestí del sueño, le doblé con cuidado, sin desvelarle, y le dejé en su nido, bajo la almohada, para recobrarlo. Si el sueño abre los ojos, pierde su conexión, y extraviado se disipa en el aire como voluta de humo del cigarro. Salí a la calle, era el silencio espeso, sin palabras, sin tráfico, sin pasos. Caminé sin designio, doblando esquinas, soslayando charcos. La lluvia era caricia displicente, y el viento enjambre de agresivas manos. Me pesaba la noche como a quien carga al hombro su fracaso, y hunde en tierra los ojos, roto, incapaz de contemplar los astros. Tal vez en tiempos idos yo había sido el árbol de profundas raíces, tan seguro de sí mismo como es el campanario, quizá idéntica fe, misma firmeza, pero hoy vacilación y desarraigo. Con lámparas extintas, no puedo ver por dónde afinco el paso en esta noche férrea y enemiga que restringe mi espacio. Tal vez, pienso, la noche no es oscura, tal vez soy ciego en busca de un milagro. Tal vez la noche es un estado de alma, y soy el grito que no encuentra labios. Tal vez viví vestido de mis sueños, y ahora, sin ellos, soy un muerto andando. Rompe el primer destello de la aurora sobre el altar de un horizonte pálido, y crecen altos bloques de cemento y hay un revuelo musical de pájaros. Regreso a casa, y dejo perdidos en la calle mis cuidados. Las sábanas conservan el olor de mi sueño, tierno y cálido. Y me abrazo a las íntimas imágenes yacentes a mi lado.
Los Angeles, 3 de noviembre de 2006
Diseño: Carmen Álvarez
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