Breverías
1576
El futuro no es algo que forjamos,
es algo que sufrimos;
porque ni enteramente decidimos,
ni aquello que elegimos alcanzamos.
1577
El destino es la excusa del idiota,
no le redime al hombre, le esclaviza;
la razón se hace libre si analiza,
la ignorancia a sí misma se derrota.
1578
Si me olvidaras, hazlo de manera
que yo también te olvide;
y si te vas sin olvidar, decide
cómo afrontar sin mí la primavera.
1579
Cuanto más olvidarte me propongo,
más implacable se hace tu recuerdo;
indisolublemente me prolongo
en una relación en desacuerdo.
1580
Grupo alado de cándidas doncellas
cuyas almas moldeas día a día,
por el canto y la danza, por las huellas
que les imprime la filosofía,
al tibio sol, o bajo las estrellas
de Lesbos, en el campo, en la bahía.
Ay, dulce Safo, que con ellas sueñas,
sobre el arte de amar, ¿qué las enseñas?
Sonetos
1579 - Doncella
Irreemplazable tu temblor, tan nuevo
como si nadie hubiera derramado
las semillas del tacto en tu sembrado,
terreno virgen que a labrar me atrevo.
En torno a ti provocador me muevo,
como el lobo a la oveja en despoblado,
manso como el rocío sobre el prado,
por igual me someto o me sublevo.
Tiemblas por lo que sabes, lo que ignoras,
lo que temes cumplirse, lo que imploras,
recóndito vaivén contradictorio.
Yo para ti descongelada intriga,
y tú, mi temblorosa, dulce amiga,
el misterio que rasga su envoltorio.
Los Angeles, 1 de noviembre de 2006
1580 - Me desangro y muero
Me sangra el pensamiento; cada idea
es puñado de sal en carne viva;
mas no sé de estrategia defensiva,
porque reflexionar es mi tarea.
Si tropel de pigmeos me rodea
agitando bandera disruptiva
de distracciones, la razón le esquiva,
o su abordaje incitador bloquea..
No estoy en torre de marfil, soñando,
mas soy indiferente a cada bando
que carga de falacias sus valijas.
Día tras día me desangro y muero
contemplando a mi pueblo prisionero
de necios gobernantes sabandijas.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
1581 - Transformación
Volaba tu palabra en curva triste,
mientras que antaño en recta de alegría,
y el sonido sin forma repetía
viejos ecos de voz que ya no existe.
Quizá en perplejidad te adormeciste,
apremiante sopor, que infundiría
ese carácter de melancolía
de que ahora tu palabra se reviste.
Quizá en el pozo turbador del sueño,
que aletarga propósitos y empeño,
durmióse el gozo, despertó la pena.
Y al desvelarte no hayas rescatado
el címbalo verbal arrinconado,
cuyo tono feliz ya no resuena.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
1582 - A borbotones
A través de tu día evaporado
entro en la noche, río de sorpresas;
a nado voy, las aguas, tan espesas,
que floto sobre ti inmovilizado.
También el tiempo inmóvil, que ha quebrado
la clepsidra; y al viento las pavesas
del tronco consumido, y las promesas
a fuego lento, igual, se han consumado.
Nunca amanecerá. Seguirá errante,
sin rumbo fijo, el río en su intrigante
fluir de asombros y estupefacciones.
Y en esta noche de aguas infinitas,
cuanto preciso, cuanto necesitas,
sobrevendrá brotando a borbotones.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
1583 - Mano
Tocado estoy; me asedia la mesnada
de atenta mano de quinientos dedos,
cuadrilla vendimiando mis viñedos
en la tarde bucólica, dorada.
Tocado con fervor de llamarada,
lenguas de fuego en serpentines quedos,
derritiendo los hielos de los miedos
que me circundan, lobos en manada.
Me sumerjo en la mano, enredadera
que con quinientos tallos se apodera
de mi tronco de roble en soledad.
Mano que me confina y me acaricia
con tanto de candor que de malicia…
no sé si quiero ya mi libertad.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
1584 - Fugaz la noche
Fugaz la noche que a tu lado nace
después de haber yo mismo en ti nacido;
repta como ladrón, sin hacer ruido,
y como hielo al fuego se deshace.
Cuando la claridad nos amenace
al reclamar el alba su latido,
inventaré otras horas, y tendido
junto a ti seguiré. No hay desenlace
de luces al final de tal historia,
porque no hay fin en ella, y la victoria
es de la sombra que ancha se dilata,
retardando el destello de la aurora;
y del amante de ansia trepadora
sobre la amante de la piel de nata.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2006
1585 - “Stay the course”
Esta frase, que puede traducirse como ‘mantener el rumbo
a toda costa’, ha sido el slogan de George Bush desde que
empezó la guerra de Irak.
La mano en el timón, perseverante,
sin modificación de derrotero;
se le ha roto la brújula, y ligero
sigue su bergantín desafiante.
El horizonte al frente, antes distante,
es ya un acantilado, un hervidero
de rocas espumosas, y altanero
persiste el capitán, fe de turbante.
Sordo a las voces que al viraje claman,
sigue su propio impulso, que programan
la obcecación y la mediocridad.
“Apártese la costa; nuestra ruta
lleva el nombre de Dios. ¿Quién nos disputa
el poder y la legitimidad?”
Los Angeles, 4 de noviembre de 2006
Poemas
Las seis de la mañana
Eran las seis de la mañana. El viento
combatía a la lluvia en los tejados.
Aún la primera luz no despertaba,
pero la sombra se iba adelgazando.
Me desvestí del sueño,
le doblé con cuidado,
sin desvelarle, y le dejé en su nido,
bajo la almohada, para recobrarlo.
Si el sueño abre los ojos,
pierde su conexión, y extraviado
se disipa en el aire
como voluta de humo del cigarro.
Salí a la calle, era el silencio espeso,
sin palabras, sin tráfico, sin pasos.
Caminé sin designio,
doblando esquinas, soslayando charcos.
La lluvia era caricia displicente,
y el viento enjambre de agresivas manos.
Me pesaba la noche
como a quien carga al hombro su fracaso,
y hunde en tierra los ojos,
roto, incapaz de contemplar los astros.
Tal vez en tiempos idos
yo había sido el árbol
de profundas raíces, tan seguro
de sí mismo como es el campanario,
quizá idéntica fe, misma firmeza,
pero hoy vacilación y desarraigo.
Con lámparas extintas,
no puedo ver por dónde afinco el paso
en esta noche férrea y enemiga
que restringe mi espacio.
Tal vez, pienso, la noche no es oscura,
tal vez soy ciego en busca de un milagro.
Tal vez la noche es un estado de alma,
y soy el grito que no encuentra labios.
Tal vez viví vestido de mis sueños,
y ahora, sin ellos, soy un muerto andando.
Rompe el primer destello de la aurora
sobre el altar de un horizonte pálido,
y crecen altos bloques de cemento
y hay un revuelo musical de pájaros.
Regreso a casa, y dejo
perdidos en la calle mis cuidados.
Las sábanas conservan
el olor de mi sueño, tierno y cálido.
Y me abrazo a las íntimas imágenes
yacentes a mi lado.
Los Angeles, 3 de noviembre de 2006