Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Intimas facetas

Índice

Sonetos:
Fácil presa Protesta Amaneciendo Se quejan las palabras
Poemas:
La parte que se queda Ah, tus palabras Mano
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Breverías

1746
A ti de nuevo por el aire llego que es para mí la más segura senda; mis alas con los ánades despliego, y tu cálido sur está en mi agenda. Queden atrás las nieves, dame el fuego, y la luz, y el aroma; que se encienda la primavera que en tu abrazo anida, y pueda verte junto a mí dormida.

1747
A todo cuanto un día di la mano, estoy dando la espalda, y no me pesa; queda todo tan frío, tan lejano, al fervor de esta boca que me besa…

1748
Serénese el torrente, debilítese el viento, refrena tus impulsos, apárcame la furia, en tregua los sentidos, duérmase la lujuria, y aflore un intervalo desprovisto de intento. Hora de abrazo en calma, de silencio elocuente, que no alteren el mapa de los pliegues del lecho, tus ojos en los míos, y en el mío tu pecho, todo tan apacible, todo tan transparente.

1749
No me apagues la luz, la luz es vida. Me moriré en la oscuridad, si ciego. Si la tiniebla al tacto me convida, y a la fragancia que en la rosa anida, qué indignidad cuanto a los ojos niego. Deja la lámpara encendida, quiero absorber las figuras, los colores, el gesto mundanal, el porte austero, ver tus ojos, y el vívido sendero que recorren tus ansias y temblores.

1750
Voy hacia ti en azul ola espumosa de costa a costa, mas sin retroceso; espérame en la arena, jubilosa, que llego al fin con la humedad del beso, y en descarga frontal, tumultuosa, sobre tu horizontal de oscuro acceso. Otras olas vendrán, provocativas, pero se irán, tras vanas tentativas.

Sonetos

1758 - Fácil presa
¿Volver atrás? ¿Por qué? ¿De qué aprovecha cruzar inciertos puentes de ruptura, o devolver, perdida su frescura, al calendario deshojada fecha? El pasado es león que nos acecha, y somos fácil presa en la espesura del callado presente, en que perdura idealizada la ilusión deshecha. Muerto lo muerto está, no resucita; si a veces nos parece que aún palpita, es más quimera que objetividad. Es el deseo de soñar que alienta en el hueco del alma, y representa blindaje hacia la nueva soledad.
Los Angeles, 12 de octubre de 2007
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1759 - Protesta
¿Recuerdas el temblor de los cristales de aquella noche de obstinado viento? ¿De quién fue la protesta, o el lamento, por haber yo cruzado tus umbrales? ¿Qué potestad radica en mis rivales, ya los que fueron, ya los del momento, que logran, en osado atrevimiento, manipular las fuerzas naturales? No les presté atención. Sobre la cama ambos gestábamos intenso drama cuyo arrebato nos ensordecía. Sólo más tarde percibí el bramido de la tormenta, exhausto ya el sentido y a la ventana aldabeando el día.
Los Angeles, 12 de octubre de 2007
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1760 - Amaneciendo
A tu cocina entré, tibia mañana de marzo inesperada. No llovía, en calma el olmo, el viento se dormía perro inmóvil al pie de la ventana. Despertaban, en esa hora temprana, los ruidos de la calle; se encendía en la radio sedosa melodía, y era la ausencia una estación lejana. En la mesa dos tazas humeantes, y frente a frente plácidos amantes que en la noche agotaron el sudor. Es momento de calma. Dos miradas dialogan hondamente, tan calladas…, y con el mismo estruendo del amor.
Los Angeles, 16 de octubre de 2007
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1761 - Se quejan las palabras
Se quejan las palabras de fatiga; ha llegado el momento de la mano, que trascienda febril del primer plano donde sólo el tanteo se prodiga. Ay, sugerente y vacilante amiga, Eva te quiero ver bajo el manzano, descubriendo el misterio más arcano, la desnudez que mi obsesión mendiga. Se me acunan los días en temblores, en dudas, en erráticas labores que tal vez nunca se resolverán. Pero en sueños también, y en la esperanza de que estas fantasías, sin tardanza, en verdaderas mieses granarán.
Los Angeles, 16 de octubre de 2007

Poemas

La parte que se queda
Tanto a ti vengo y tanto te abandono… Mas no soy yo quien llega y se despide, sólo una parte mía, la que logra besarte y adherirse a tus relieves y concavidades, la que te anuda en lazos imposibles, y te explora, y penetra, en vano empeño de prender raíces. Es la parte que ruge y se abalanza, la parte que al morir comen los buitres, La otra parte se queda. Vino una vez con suavidad de cisne, y se negó a partir: Lago, enramada, nubes, amaneceres y violines, tiene características de vaporosas formas intangibles. Es la parte de mí que te acompaña cuando caminas sola en tardes grises, y percibes un brazo en la cintura que nadie más percibe. Es la parte de mí que entre las sábanas, en esas noches que parecen tristes, y no lo son del todo, se te enreda, y tú, medio dormida, lo permites. Mi peso, mi volumen, mi armadura de carne y hueso, pueden despedirse, pero el yo que protegen pisará donde pises, se acoplará a la curva de tu espalda, mirará sobre el hombro cuando escribes, sin que nadie le vea, ni tú misma, pero tú, sólo tú, sabrás que vive a tu lado, y en ti, cuerpo sin forma, espíritu con tacto que te ciñe.
Los Angeles, 14 de octubre de 2007
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Ah, tus palabras
Voy a beber de ti cada palabra, fresca o ardiente, impúdica o modesta, las nuevas, viginales, las que olvidadas quedan, y las que entre los labios, inmortales, efervescentes tiemblan. Tengo sed de tus cosas, sed de tu gozo, sed de tus ideas, de tu dolor, de tus desasosiegos, de cuanto no se ve, pero se expresa. Y me hablarás de todo, de lo que ayer soñaste y ya no esperas, de lo que nunca se ahuyentó, y aún temes, de las dolientes noches de la ausencia, de las mañanas esperanzadoras que como copas de cristal se quiebran. Quiero escucharlo todo de tu boca, copa también en que mi sed se abreva. Me descubre tu voz tantas incógnitas, vivos matices, íntimas facetas, como si fueras descorriendo velos, y paso a paso espléndida emergieras en tu más pura desnudez de espíritu. Ah, tus palabras de amapola y seda. Sigue hablándome en tono sigiloso, que sólo escuche yo, como quien lleva lenguas de aire en las yemas de los dedos, dedos de agua en la punta de la lengua.
Los Angeles, 15 de octubre de 2007
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Mano
Era la mano inmensa que podía envolverme como un manto de acariciante, fino terciopelo, absoluta caricia, como lago en que uno se sumerje, y nos posee; era de niebla y aire, era su mano. Vino a mí algunas veces con sobria devoción de santuario, como tendida ecuánime a un amigo, y a veces con el manso, mas limitado toque, que intenta decir algo, y se detiene al borde del sentido, en lugar de tomarlo por asalto. Y se hizo mar un día, y yo me hice naufragio, se hizo viento y dejóme revestido de su invisible tacto, y se hizo luz, cegándome los ojos, y ciñóse a mi cuerpo como un látigo. Me sentí flanqueado por sus dedos, en su concavidad acurrucado, caricia inmóvil, posesión plenaria, y en ella me dormí, sueño tan blando…
Los Angeles, 16 de octubre de 2007
Diseño: Carmen Álvarez
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