Breverías
1806
Guárdame en tu presente, no me lleves
oculto en el baúl de la memoria,
que ésta pierde matices y relieves,
quedando sólo sombras de una historia.
El recuerdo es visión de lo perdido,
panorama de líneas imprecisas;
yo quiero ser la voz en tu gemido,
fuego en tu piel y origen de tus risas.
1807
Con sueños de cristal y luz me sueñas,
tan claros y tan frágiles, tan bellos;
y yo te sueño en brisas y destellos,
a pleno sol y en sombras hogareñas.
Hay en la ensoñación más que utopía,
más que trivialidad, más que visiones,
los sueños son rosal de obligaciones
que deben germinar día tras día.
1808
Cuando te vayas, dejaré encendida
la luz en el zaguán, por si regresas;
la llave donde sabes, escondida,
todo en su mismo sitio, sin sorpresas.
Si estuviera dormida, no hagas ruido,
entra y no olvides de atrancar la puerta;
deslízate en mi lecho, desvestido,
y dime quedamente: ‘Amor, despierta’.
1809
Es invierno. La lluvia en los cristales
tamborilea su ancestral rutina,
siembra nostalgia en surcos desiguales,
y de la misma el alma contamina.
Hace frío, pero abro la ventana;
me azota el rostro un látigo de viento;
qué solitario el campo, qué lejana
tu voz en mi interior, ruina y lamento.
1810
Voy sin saber a dónde voy, ni cuándo
llegaré, si es que llego, a mi destino,
si es que tengo un destino; voy andando
en círculos, como aspas de molino.
Tengo la sensación de haber pasado
por cada punto indicador cien veces.
Debo volver a mí, a ese tinglado
tan mío propio, a mis insensateces.
Sonetos
1831 - El río que era ella
Salgo de mí, fuente que fluye en río,
y me desato en brañas y canchales,
ni hayedos me entretienen ni trigales,
sólo a tu encuentro correré, mar mío.
Para ti, como novia, me atavío
de luces y rumores y cristales,
asimilo las lluvias torrenciales
y acopio para ti belleza y brío.
De lo que no eres tú me desengancho,
cuanto más cerca estoy, tanto más ancho
se dilata el contorno de mi pecho.
Aborrezco meandros y praderas
que me retardan, y mientras esperas,
me arrastro en soledad sobre mi lecho.
Los Angeles, 23 de febrero de 2008
1832 - Transitoriedad
Silencioso va el río que arrastrara
rumores tiempo atrás, ya no es torrente;
no sé si está cansado, o se arrepiente
de su tonada saltarina y clara.
Eran tiempos de espuma y algazara,
la vida tan sutil y complaciente,
entre amigo platónico, inocente,
y amante lúbrico que se declara.
Y me abracé a su oferta haciendo míos
canto, descenso, persuasión y bríos,
consciente de su transitoriedad.
Yo, punto estático de la ribera,
perenne perdedor. Y el mar que espera,
y prevalece al fin…Oh, soledad…
Los Angeles, 26 de febrero de 2008
Poemas
Vestida de mí mismo
Te vestirás de mí, como la idea
se viste de palabras,
única forma de manifestarse
su belleza desnuda; como el agua
se viste de la luz, y como el olmo
de la brisa sensual, desmelenada.
Y aun cubierta de mí, reveladora,
tu desnudez de fina porcelana
será visible a quienes te rodean,
mas como grácil, temblorosa llama,
nadie podrá tocarte,
sino este amante que te circunvala.
Me lucirás de día entre las gentes
que en las calles se agolpan, en las plazas
donde los niños juegan y los viejos
dejan pasar, tan lentas, las mañanas.
Y al verte, me verán; unos, diciendo:
“Es ella, qué bien luce la muchacha”.
Y otros dirán: “Es él, qué garbo lleva,
cargado de palabras”.
Y en esta confusión está mi dicha,
unido a ti, indistintas las pisadas;
no soy ya el hombre que a tu lado acude,
ni eres ya la mujer que me acompaña,
somos el mestizaje de dos vidas,
una sola sonrisa, una mirada,
una lágrima es tuya,
y es mía la otra lágrima.
Irreversible mezcla, en que mi mente
genera ideas, pero tú las hablas.
Vestida de mí mismo,
oh, qué invisible abrazo nos enlaza.
Los Angeles, 24 de febrero de 2008
Hecha de viento
Estás hecha de viento. Te percibo,
mas no llego a tocarte; pareciera
que estás aquí, pero no estás; y a veces
dudo de tu existencia.
Sé que un día te tuve,
carne sobre mi carne, efervescencia;
no obstante se desliza en mi cerebro
el áspid de la duda, y se me enreda
en la cuna en que duermen los recuerdos,
y ya no sé cómo sellar las grietas.
¿Será verdad que no eres, que no has sido,
que la mente te sueña?
La sensación anida entre mis dedos
como de agua evasiva que quisiera
retener, y se pierde inexorable,
apenas rastro entre recuerdo y huella.
Llevo la piel marcada,
pienso que por tus besos. ¿Tú, qué piensas?
Ay, que no puedo verte,
que no exhuman mis dedos tu presencia.
Si estás hecha de viento,
¿por qué cuando me abrazas, no te quedas?
Los Angeles, 24 de febrero de 2008
En ruta a ningún sitio
Contigo voy por tierras de Castilla
hacia destino fijo y obligado.
No me importa llegar. Si este camino
lograra hacerse inmensamente largo,
un círculo infinito
para nunca arribar, como los pájaros
que han renunciado al nido, y no se ocupan
de metas lógicas o itinerarios…
Quiero rodar sin que me imponga el tiempo
programa o calendario,
como si un nigromante
hubiera disipado
todos los pueblos, todas las ciudades,
y sólo nos quedaran cielo y campo,
y una brisa delgada adormeciendo
las mieses y los álamos.
Tú al volante y en calma, sin premura,
mis ojos sobre ti, como explorando
mi ruta, mi paisaje, mi horizonte;
la sonrisa colgada de tus labios,
la falda arregazada, y en los muslos
blando temblor en avidez de abrazo.
Desierta está la carretera, sólo
por ella tú y yo vamos.
Se me enredan los dedos en tu pelo,
justo en la nuca, donde duerme un tacto
dispuesto a despertar, con las raíces
tan profundas en ti. Casi no hablamos,
nos lo decimos todo, como siempre,
en silencio, el idioma milenario
de quienes saben permitir y amarse,
nada más seductor ni más enfático.
Descabalgan las luces de la tarde
sobre el pinar lejano.
Es momento de paz, flota un aroma
de hierbabuena y nardo.
Un leve giro del volante, el freno,
y en el arcén nos detenemos. Largo,
muy largo es el camino, mas no importa
si llegaremos, sólo dónde estamos.
Y este punto, rural, desconocido,
es todo el mundo que tenemos ambos.
No hay mejor sitio para amar, ni un ángel
bate las alas en el quieto ocaso.
Asómense la luna y las estrellas
si desean mirarnos.
Los Angeles, 25 de febrero de 2008
Reincidencia
“El ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”
(Anónimo)
Hay sueños que uno nunca quisiera haber soñado,
hay calles que uno nunca quisiera repetir,
puertas que no debieran haberse aldabeado,
y esperanzas que nadie debiera consentir.
Sabemos que el pasado fue un error, y aprendemos
a no encajar más huellas sobre las propias huellas;
suenan voces análogas, y por ellas volvemos
a los mismos tropiezos, idénticas querellas.
Porque si algo se aprende de lo que se ha perdido,
se va desvaneciendo, distanciado el fracaso;
y a lo nuevo, sin serlo, se le da el colorido
de vino añejo, aun siendo agua del mismo vaso.
Este animal humano de cerviz obstinada
contra el mismo peñasco se atollará mil veces,
sin entrever que, absurdo, cada nueva pisada,
más que abrir vías nuevas, repite estupideces.
Y así, locos o ineptos, cuajaremos el sueño
de que son himnos jóvenes las viejas cantinelas,
y una vez más, vencidos en ese mismo empeño,
reincidiremos rutas de vidas paralelas.
Los Angeles, 25 de febrero de 2008
Ser y estar
¿Estamos o no estamos?
Tú estás, yo estoy, pero no estamos, somos.
Estaremos después de haber hendido
de un sólo tajo el velo nebuloso
de esta ausencia insistente. De momento
somos dos seres que se piensan. Sólo.
Se piensan y se duelen.
No ya dos vidas, sino dos esbozos
de una vida eventual, aún no nacida,
que todavía no ha formado el rostro.
Nacerá de la unión, y en ese punto
estaremos. No tú, no yo: Nosotros.
Será un parto de gloria, de silencio,
sin gritos ni dolor como los otros.
De silencio, pues sólo hay una vida,
con sólo un alma al fondo.
Ay, que el estar en singular me hiere,
y en plural es concepto tan remoto.
Los Angeles, 26 de febrero de 2008