Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Nuevas fragancias

Índice

Sonetos:
Todo yo clavado Huelen a ti Los ojos de la fe Y vivió una vez más Tus manos Pleamar de sentidos Sabremos En la calle
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Breverías

1916
Eran páginas blancas, eran páginas llenas de frases caducadas, como de un amor muerto; como si un pie enemigo o unas manos ajenas pisara o arrancaran las violetas del huerto. Eran páginas negras, pero estaban en blanco, perdidos los mensajes que el ayer redactara; eran como la nieve, tendida en el barranco sobre la hierba mustia que antaño verdeara.

1917
Verde el color de tu palabra, hiedra abrazando la mente que te añora; blanco el color de tu palabra, aurora despertando laguna, álamo y piedra; rojo el color de tu palabra, noche desangrándose en lúbricos amores; negro el color de tus palabras, flores mustias bajo la escarcha del reproche.

1918
Ven desnuda hacia mí, las horas ruedan; absórbeme en tu copa hospitalaria, y grita un brindis, a la vez plegaria, por tantas otras horas que nos quedan.

1919
Del fondo de mis ojos te derramas, pero sin ausentarte. Vas por mi cuerpo como río en llamas, y cada parte mía está en tu parte.

1920
No te conozco y casi ya te quiero. ¿Cómo es tu rostro, cómo son tus senos? El temblor en tus muslos prisionero ¿despertará en relámpagos y truenos la noche en que vendrás? ¿Seré el lancero que atraviese tu cuerpo? ¿Tren sin frenos? Deja atrás, al venir, cada tabú. Ven sólo tú, vibrante, toda tú.

Sonetos

1930 - Todo yo clavado
Ah, tu promesa del amor prohibido, dulce, provocativa soñadora; tu boca sin palabras me devora, y es tu garganta cueva de gemido. Bravo pitón gentilmente mordido sin doblegarse aún, lengua que explora, ojo sin vista que exaltado llora, convulso, en dionisíaco estallido. Me lo prometes, me lo das, lo acepto, juegas a la avezada, yo al inepto que te permite ser manipulado. Sigue tu maniobra, es tu momento; qué cálido, frontal acoplamiento, contra tu rostro todo yo clavado.
Los Angeles, 1 de agosto de 2008
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1931 - Huelen a ti
A ti huelen mis manos, a violetas, a humedades campestres, a sudores brotando de las ingles, a pudores derrotados, a sedas indiscretas. Se han quedado sin ti tan incompletas, tan huérfanas de tactos y temblores como si alguien robara los colores de cada flor; tan pálidas, tan quietas… Desestiman el agua, no se avienen a desprenderse de ese aroma, tienen algo tan tuyo y a la vez tan mío, muda presencia lúbrica, invisible, como una brisa, pero más tangible, como el calambre de un escalofrío.
Los Angeles, 1 de agosto de 2008
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1932 - Los ojos de la fe
¿Qué seducción, gentil desconocida, proyectas sobre mí, sin tacto y ciego? No he rozado tu piel, y ya me entrego, dejas, sin verte, mi alma estremecida. Enigma o certidumbre, ¿de qué vida, de qué espuma has surgido, de qué fuego? ¿En qué amplios mares te circunnavego sin ver tu vela por el viento henchida? La doble vela de tu seno avanza hacia mí; no es visión, sino esperanza, sólo te ven los ojos de la fe. Te presiento en mis sueños tan cercana que bien pudieras arribar mañana, por eso el alma dice que te ve.
Los Angeles, 1 de agosto de 2008
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1933 - Y vivió una vez más
Rosa de intimidad cuando ofrecida, rosa de maldición cuando arrancada, brutalidad que alzó crucificada marchita juventud restablecida. Se había despertado a la venida de la brisa que entreabre la alborada, luz, ritmo y lealtad, no había espada rompiendo en amenazas o en herida. Y vivió una vez más, quebrando el sueño de su muerte anterior, en el empeño de una resurrección irrevocable. Pero no llegó a ser. Sobre su pecho cayó la espada, ensangrentando el lecho, y de nuevo murió, tan vulnerable.
Los Angeles, 2 de agosto de 2008
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1934 - Tus manos
Bálsamos traen tus manos, y fragancias, y el deseo de ungirme los flechazos que la vida me inflige; tus abrazos, en taumatúrgicas exhuberancias, cierran heridas, podan discordancias, amortiguan frenéticos portazos, y exactos recomponen los pedazos que me arrancaran fieras circunstancias. Ya no me duele el alma, ya es ligera la carga que dejó una primavera sobre mis hombros al morirse un día. Tus manos, en milagro diligente, van devolviéndome al adolescente que se perdiera en otra compañía.
Los Angeles, 2 de agosto de 2008
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1935 - Pleamar de sentidos
Pleamar de sentidos, tu oleaje es abrazo sensual que se encarama sobre mi piel desnuda, y me derrama su blanca espuma de carnal mensaje. Sigue ascendiendo, dócil o salvaje, natural, insistente, sin programa, que en la tórrida arena de esta cama cumplas tu acción y expire tu viaje. Obsérvente los álamos, la luna, y la ciudad en calma. ¿Qué tribuna más apropiada a nuestra coyuntura? Retuérzase el placer, serpenteando por cada ondulación, y conectando cada temblor y cada zona oscura.
Los Angeles, 2 de agosto de 2008
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1936 - Sabremos
Tantos caminos hemos recorrido, robamos tantas, o tan pocas horas, tantas palabras esperanzadoras se dijeron entonces que se han ido. Y te nació el silencio, y el descuido, doble planta de ramas trepadoras, ciñéndote y aislándote, extractoras de cuanta vida te hube transmitido. Y ahora, en las mismas soledades de antes, habremos de explorar otros amantes, que no sabrán llegar donde llegamos. Al abrazarnos a esa piel desnuda, la mente ausente, la palabra muda, sabremos cuánto en otro tiempo amamos.
Los Angeles, 3 de agosto de 2008
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1937 - En la calle
Te cruzas en la calle con mi esquema de vida marginal, tan reducida que cada pulsación por ti nacida tiempo atrás, ni se escucha ni me quema. Ya soy reloj dormido, gris poema de versos desalados, desteñida sensualidad que llega, da y olvida, todo parte de un turno, de un sistema. Arrancadas las últimas raíces, desvaídas las viejas cicatrices, somos dos rostros más entre la gente, que en sentidos opuestos hoy coinciden. Dos ligeras sonrisas nos dividen, y una doble actitud indiferente.
Los Angeles, 5 de agosto de 2008
Diseño: Carmen Álvarez
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