Breverías
2021
Abro por ti los ojos, me levanto,
y comienzo a soñar. Ducha. Me ayudas.
Preparo el desayuno para dos. Te canto
suavemente un bolero. Te me anudas
como la hiedra al roble, y entretanto
que salta la tostada, te desnudas.
Que se enfríe el café. Sobre la mesa,
puñal de amor de nuevo te atraviesa.
2022
Ni cadenas arrastro, ni ataduras
me inmovilizan sentimiento o mente,
ni oprimirá mi boca hostil mordaza.
Me ladrarán dolor y desventuras,
pero cabalgaré, la vista al frente,
sin atender repudio ni amenaza.
Y a quien me asalte en el camino, digo:
Demasiado banal para enemigo.
2023
Mi biografía no se mide en años,
ni en memorias, visiones o proyectos,
ni en quimeras de amor o desengaños;
mas por minutos, riesgos y trayectos;
la rosa de hoy, los cánticos extraños,
cuanto nos hace intensos e imperfectos.
Lo que pasa una vez, en luz y gloria,
esa es mi realidad, esa es mi historia.
2024
Me dio un clavel, y no tengo solapa;
me cantó una canción, no de mi agrado;
yo era largo camino, ella una etapa;
yo luminoso cielo, ella nublado.
No era mi tipo ni para una noche,
ni yo el suyo, tal vez. Mostré apatía.
Al fin se distanció, con un reproche.
Aunque de cuando en cuando aparecía.
2025
La muchacha que un día amé persiste
en revelar su imagen en mi sueño;
en total desnudez, pero tan triste
como su porte fuera ayer risueño.
Yo la observo, sonrío y acaricio
como en mejores tiempos se lo hiciera,
pero no lo percibe; qué suplicio
ser sombra adscrita a permanente espera.
Sonetos
2035 - Instinto
Agazapada estás, leona en celo,
a punto de zarpazos, oscilantes
ancas lustrosas, senos ondulantes,
furtivo avance en cuatro por el suelo.
Tibia piel de sedoso terciopelo,
como noche de abril, electrizantes
pupilas de ansiedad, puntos flotantes
de brasas en las sombras, bajo el pelo.
Ah, cuanto más te cuelga la melena
y tu respiración se desordena,
tanto más el arpón se me encabrita.
Fiera integral en mi trasfondo aliento
para la dulce bestia que presiento,
y en el cuerpo la jungla se me agita.
Los Angeles, 19 de febrero de 2009
2036 - Sin rastro de ti
He buscado tus huellas, tu presencia
en mis vitrinas, en mi estantería,
en la mesa en que escribo cada día,
en las paredes de mi residencia.
Y no hay rastro de ti. Nada evidencia
tu paso por mi vida. Se me enfría
cada rincón del alma, en sincronía
de hielo, decepción e indiferencia.
Dejé en tu casa huellas, ya borradas;
las tangibles han sido relegadas
a rincones o arquetas polvorientos,
las íntimas se te han evaporado.
Yo, en el exilio, nunca he renegado
ni de mis gozos ni de mis tormentos.
Los Angeles, 20 de febrero de 2009
2037 - Rotos espejos
Tantos espejos me quebró la vida,
en que surgía al fondo la belleza…,
pero me desprendí de cada pieza,
porque la quiero entera, no partida.
Llegó a emerger, de siempre estremecida,
mas nunca declarada, otra cabeza
justo al par de la mía. Oh, gentileza
de su mirada al fin reconocida.
Desde el cristal iluminó mi alcoba,
siendo a la vez paloma, águila y loba
sobre mi corazón y mi sentido.
Y aunque también se me ha quebrado, ahora
va a restaurarlo mi alma soñadora
para que no sucumba en el olvido.
Los Angeles, 21 de febrero de 2009
2038 - Ni en mí ni en ti
Estás, pero no estás. Yo siempre estuve.
Tú estuviste también, oh, mansos días,
intensas noches, dulces agonías,
cuando en mi abrazo tu esplendor sostuve.
Estuviste, no estás. Yo estoy. Mantuve
sin cesar, desde lejos, cercanías;
en mis entrañas tú, que te desvías
de la vereda en que contigo anduve.
Sigues en mí; si yo de ti repleto,
tú vacía de mí. Vivo incompleto;
te tengo sin tenerte, y no me tienes.
Salí de mí, fui a ti, y ahora, perdido,
ni estoy en mí ni en ti. Me has impedido
quedar en ti; no obstante, me retienes.
Los Angeles, 21 de febrero de 2009
2039 - Ventana
Insistía su rostro en mi ventana
día tras día, con la persistencia
de la rama que anuncia su presencia
contra el cristal, bajo la brisa hermana.
Esa brisa gentil, blanda, liviana,
del eterno murmullo, y la tendencia
a invitarse a sí misma, en la creencia
de que se le abrirá cualquier mañana.
Como rama importuna, como brisa,
ella, la del tesón y la sonrisa,
atisbaba en tenaz acto de fe.
Y yo en la calma de la sala oscura
era, más que bisagra, cerradura,
y nunca abrí; no sé decir por qué.
Los Angeles, 23 de febrero de 2009
Poemas
Es mío este momento
Desoigo a la razón, tan infalible,
tan arrogantemente afirmativa,
verdugo de quimeras, de ilusiones,
que sólo ve en el fuego las cenizas.
Yo he visto arder la piel de mis sentidos,
he temblado en la noche, tuve heridas
que mantuve sangrando
porque en cierta manera eran caricias.
Y me negué a escuchar la voz sensata
que reflexiona, aduce, certifica.
No me hacen falta fórmulas si el alma
se estremece, o si llora, o si delira.
El sentimiento es de hoy, para mañana
quede la explicación. Mi rebeldía
es la nube que cambia su apariencia,
el manso río en permanente huída,
el rumor de la fronda, o mil rumores,
meciéndose en la brisa.
Mis años ya no cuentan,
fueron, serán tal vez. Hoy se improvisa,
se construye presente;
mañana Dios dirá, y ayer dormita.
Es en este momento, sólo en éste,
que amo, y respiro, y ando por la vida,
por el punto, el instante,
confluencia de todas mis delicias,
de mis dolores, de mis esperanzas,
donde cuanto he vivido resucita.
No sé decir si te amaré mañana,
pero hoy eres el mundo, aunque me digan
las voces del cerebro
que mis efervescencias son efímeras.
Si perezco al morir cada minuto,
me reconstruyo; llevo la semilla
que se enfrenta a la muerte,
y sin cesar germina.
Es mío este momento,
y en él estás. Se está. No se camina.
Los Angeles, 16 de febrero de 2009
San Esteban al atardecer
Cada piedra tallada, en San Esteban,
es un lingote de oro
a las seis de la tarde,
cuando el sol se arrodilla en el trasfondo
de ocres encinas, en la adusta tierra
de esta vieja Castilla. Silencioso,
semidormido, el Tormes,
se aleja entre los olmos,
bajo el puente romano,
en adiós tembloroso
de cúpulas y torres y balcones.
El día, melancólico,
se va apagando en lentitud de ruidos,
pero es en esta hora en que el tesoro
de las piedras ardientes se revela,
como espléndido arcángel luminoso.
Si la mano del hombre hizo el milagro,
a martillo y cincel, si en el reposo
de la vida monástica alumbraron
sus doctrinas juristas y teólogos,
si el marino de insólitas ideas
halló acogida y comprensión que todos
le negaran en cortes extranjeras,
si tanto representa el microcosmos
que encierran esos muros,
es más el prodigioso,
dorado festival de su fachada
al declinar el día, testimonio
a las manos anónimas tallistas,
y a las mentes de afán exploratorio.
El crepúsculo hornea la fachada,
arco triunfal de luz, casi sonoro.
Los Angeles, 17 de febrero de 2009
Grafiti en rojo
En la calle Pontejos
las paredes son largas
y cubiertas de cal, que al sol deslumbran
como una tela intensamente blanca.
La mujeres vacían sus calderos
en arco gris y rumoroso. El agua,
sucia de mil faenas,
salpica, corre y al final se estanca
en charcos desiguales,
que al paso el peatón sortea o salta.
Corridos mejicanos, viejas coplas,
emanan en ruidosa discordancia
en la mañana azul, como vencejos
en fuga al dispararse las ventanas.
Cuesta abajo, sudor, bochorno, andrajos,
voces y risas, y la exuberancia
de colores y formas sobre el lienzo
de la pared desnuda, puñalada
en la conciencia de quien no lo mira,
pero incorfomidad, por cualquier causa.
O sin causa quizá; tal vez el grito
lanzado por lanzar, sin decir nada.
Letras de bloque, nombres, adjetivos,
reafirmación de clanes, amenazas,
rostros sombríos y penachos amplios,
y al fondo siempre un rostro de muchacha
ensayando en los ojos almendrados
acritud y aspereza que no cuadran.
Los aerosoles se entremezclan, cortos,
largos a veces, y en tropel estallan
en rojos, negros, verdes, amarillos,
engendrando el mural sobre la tapia.
La pandilla se aleja, satisfecha.
Otra pared habrá, y otras pintadas.
Y tal vez unos tiros a lo lejos,
o más cerca silencio de navajas.
La vida vale poco; es el mensaje:
Estoy aquí, mi territorio, y basta.
Más abajo habrá cruces y habrá mármol,
alargándose el ciclo de venganzas.
Y en esta calle, como en tantas otras,
habrá también mujeres enlutadas.
Los Angeles, 18 de febrero de 2009