Breverías
2051
Camino por las calles que contigo
en tiempos más felices recorriera.
Nada ha cambiado. Idéntico el postigo,
y el balcón, y la misma enredadera,
la ermita, el bar, el robledal testigo
de tantas frases que escribiste en cera.
Y al punto veo que ha cambiado todo;
si sigue igual, lo veo de otro modo.
2052
Sé caminar por campos de abandono,
donde no hay ojos que me ven, ni hay boca
capaz de articular el blando tono
que la idea más íntima convoca.
Campos oscuros, de gardenias muertas,
de ríos estancados, miedo y ruido.
He estado allí, y estoy, zonas desiertas
del alma aislada, decepción, olvido.
2053
Para escribir tu nombre, fui a la fragua,
y martillé el metal al rojo vivo,
hasta darle cariz definitivo.
Tú escribiste mi nombre sobre el agua.
2054
En el pinar contigo. Las cigarras,
estridentes, monótonas, hastían.
A lo lejos un dúo de guitarras.
¿No ves cómo mis ojos te porfían?
Las palomas se arrullan. En la brisa
flota un aroma suave de violetas.
Una oferta de beso es tu sonrisa.
Mis ideas, mis manos, tan inquietas.
2055
Y dijo el Creador: “Voy a crearte
de las curvas elípticas trazadas
para rutas de estrellas, y al tocarte,
reventará el varón en llamaradas.
Y le amarás, con ansias de abrasarte.”
Y surgió Lucifer de su guarida:
“Sí, lamerá las puntas de tus senos,
succionarás su fuente de la vida,
y habrá en los dos relámpagos y truenos.
Luego te irás…, y él lamerá su herida.”
Sonetos
2071 - Recíbame tu cuerpo
Recíbame tu cuerpo, que es la tierra
donde sembrar prefiero mi semilla;
no hay arado en los campos de Castilla
que trace mejor surco; se abre y cierra
como puño vital, y se me aferra
en estrecho apretón de orilla a orilla.
Puñal vibrátil soy que te acuchilla,
y pacificación de la posguerra.
Saeta soy, no hostil, mas cortesana,
dirigida hacia el blanco de tu diana,
profundo centro oscuro y receptor.
Recíbame tu cuerpo, al que me apego,
que mi agresividad es sólo un juego
entre volcánico y liberador.
Los Angeles, 10 de abril de 2009
2072 - Adversas dudas
Se me filtran al alma mil razones
que no he creado, de sabor ajeno;
tienen las propiedades del veneno,
logrando anquilosar mis convicciones.
Cadenas son, en cuyos eslabones
paralizado estoy; no las cerceno,
son más fuertes que yo; son rayo y trueno
lanzados a la mente, como arpones.
Me hablan de ti. Su léxico es tan duro
que aun sin darles asenso, me torturo,
generando en el fondo adversas dudas.
Ven a mí; revelándote cual eres;
y úngeme de esos mágicos poderes
que tú ejercitas cuando te desnudas.
Los Angeles, 10 de abril de 2009
2073 - Sueños
Cuánto soñé. Mi mundo era pequeño.
Y era pequeño yo. Desconocía
que muchos hombres mueren de agonía
de no saber vivir. Yo no era dueño
de nada, sino sólo de mi sueño,
que era un sueño infinito, una utopía
para el no soñador; y repetía
‘seré y haré aunque muera en el empeño’.
No pensaba morir. No en seguimiento
de mi propia quimera, del intento
de dar un salto allende mi heredad.
Me era la muerte amago irrelevante
si en la conquista de algo apasionante;
y no he cambiado de mentalidad.
Los Angeles, 11 de abril de 2009
2074 - Pero no será el fin
Podrá quebrarse el corazón un día,
al volvernos la espalda quien nos ama,
reventando en pedazos el programa
que diseñara nuestra fantasía.
Pero no será el fin. La anatomía
perdido habrá su tráfago en la cama,
y, toro herido, se revuelve y brama,
en desesperación, en agonía.
Pero no será el fin. La propia mente,
en tiniebla glacial, lúgubremente,
zozobrará en un sueño sofocante.
Pero no será el fin. Vendrá el momento
en que apunte otra luz, sople otro viento,
y el pasado aparezca irrelevante.
Los Angeles, 12 de abril de 2009
2075 - ¿Regresar?
¿Regresar? ¿Para qué? No se regresa
al vientre ubérrimo que nos gestara,
ni el río al hontanar de que brotara,
ni al roble o al nogal vuelve la mesa.
Se camina, se llega, se profesa
la fe adquirida en quien se nos declara;
y en éxtasis, arrullo y algazara
el pulpo de la vida nos apresa.
Y un día, de caricias a codazos,
se nos fragmenta al fin en mil pedazos
el mágico palacio de cristal.
No puede renacer lo aniquilado.
¿Para qué reintegrarse en un pasado
de fachada no más, artificial?
Los Angeles, 13 de abril de 2009
2076 - Silencio
Siempre aspiré al silencio. Si en la brega
de cada día me arropaba el ruido,
no quedaba el espíritu vencido,
ni, con tanta hojarasca, el alma ciega.
El silencio no es meta a que se llega,
eludiendo el clamor, o el recorrido
del paisaje desierto; es el olvido
del tumulto que en torno se congrega.
Es aire de sordera selectiva,
filtrando cada voz improductiva
como si no se hubiera pronunciado.
Vivir solo en el núcleo del gentío
en radical quietud, mas no vacío,
como andar, sin saberlo, enamorado.
Los Angeles, 13 de abril de 2009
Poemas
Nubes
Muchos años atrás. Sobre la hierba,
ya muy alta, ocultándome a la vista
de transeúntes, y en la paz bucólica
de la abrileña tarde pueblerina,
contemplaba las nubes,
lentamente avanzando. Las encinas,
los olmos junto al río, los nogales
en la falda del monte, en lejanía,
eran olas de un mar heterogéneo,
en inmovilidad, como dormidas.
Las nubes, casi blancas,
con tonos grises y ocres, parecían,
más que montañas de algodón flotantes,
barcos a la deriva
en otro mar azul, también inmóvil
como el sueño sedoso de una niña.
Cada silueta en mutación constante,
y en lento avance, como si la brisa
impulsara sus velas invisibles,
y moldeara con destreza fría
sus contornos errátiles,
en creación de formas fugitivas.
Quedaba al visionario
descifrar el león, o la odalisca,
o el casco empenachado, o el coloso
de torva catadura, o la clepsidra.
A veces se cruzaban un vencejo,
una alondra, quizá una golondrina,
truncando las andanzas de la mente
por dominios de fantasmagorías.
O tañía pausada la campana
del reloj de la torre, en la abadía.
O por senda de surcos paralelos,
en indolente marcha paulatina,
la carreta de bueyes somnolientos
al compás de las ruedas que chirrían.
Apenas mutilaban el sosiego
de la tarde abrileña, con la vista
clavada en vertical, y con la espalda
sobre la blanda alfombra en la campiña.
Eran tiempos de paz, sin calendarios,
ni siquiera relojes. Cada día
era un mundo infinito,
era toda la vida.
Mas se rompió. Tenía que romperse.
Pero mientras duró, qué maravilla.
Los Angeles, 11 de abril de 2009
Mi propia luz
Me ha estallado en el alma la luz de tantos siglos…,
pero no me deslumbra. Yo tenía mis luces,
sólo mías, como algo que me encendieron otros,
y forjé con los años a martillo en el yunque.
Como el rayo de Zeus labrado por Hefesto,
o el fuego del Olimpo que Prometeo asume.
Las luces que nos vienen de fuera palidecen
frente a las luces íntimas que nuestra piel encubre.
Sólo necesitamos la chispa entre dos piedras;
fomentarla en hoguera a cada cual le incumbe.
Una chispa es el rayo, pero enciende la noche,
y carboniza el roble, o el torreón sacude.
Como la gota de agua que se transforma en río,
como el copo de nieve que la avalancha induce.
Un modesto principio que aumenta y se propaga,
y nos trasforma en dioses, mas sin infinitudes.
Y si otra luz externa nos revienta en el rostro,
de pronto palidece. Esa es la luz que tuve.
Esa es la que mantengo. Nadie podrá eclipsarla.
Desde el fondo del alma perennemente surge.
Los Angeles, 12 de abril de 2009