Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Nubes

Índice

Sonetos:
Recíbame tu cuerpo Adversas dudas Sueños Pero no será el fin ¿Regresar? Silencio
Poemas:
Nubes Mi propia luz
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Breverías

2051
Camino por las calles que contigo en tiempos más felices recorriera. Nada ha cambiado. Idéntico el postigo, y el balcón, y la misma enredadera, la ermita, el bar, el robledal testigo de tantas frases que escribiste en cera. Y al punto veo que ha cambiado todo; si sigue igual, lo veo de otro modo.

2052
Sé caminar por campos de abandono, donde no hay ojos que me ven, ni hay boca capaz de articular el blando tono que la idea más íntima convoca. Campos oscuros, de gardenias muertas, de ríos estancados, miedo y ruido. He estado allí, y estoy, zonas desiertas del alma aislada, decepción, olvido.

2053
Para escribir tu nombre, fui a la fragua, y martillé el metal al rojo vivo, hasta darle cariz definitivo. Tú escribiste mi nombre sobre el agua.

2054
En el pinar contigo. Las cigarras, estridentes, monótonas, hastían. A lo lejos un dúo de guitarras. ¿No ves cómo mis ojos te porfían? Las palomas se arrullan. En la brisa flota un aroma suave de violetas. Una oferta de beso es tu sonrisa. Mis ideas, mis manos, tan inquietas.

2055
Y dijo el Creador: “Voy a crearte de las curvas elípticas trazadas para rutas de estrellas, y al tocarte, reventará el varón en llamaradas. Y le amarás, con ansias de abrasarte.” Y surgió Lucifer de su guarida: “Sí, lamerá las puntas de tus senos, succionarás su fuente de la vida, y habrá en los dos relámpagos y truenos. Luego te irás…, y él lamerá su herida.”

Sonetos

2071 - Recíbame tu cuerpo
Recíbame tu cuerpo, que es la tierra donde sembrar prefiero mi semilla; no hay arado en los campos de Castilla que trace mejor surco; se abre y cierra como puño vital, y se me aferra en estrecho apretón de orilla a orilla. Puñal vibrátil soy que te acuchilla, y pacificación de la posguerra. Saeta soy, no hostil, mas cortesana, dirigida hacia el blanco de tu diana, profundo centro oscuro y receptor. Recíbame tu cuerpo, al que me apego, que mi agresividad es sólo un juego entre volcánico y liberador.
Los Angeles, 10 de abril de 2009
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2072 - Adversas dudas
Se me filtran al alma mil razones que no he creado, de sabor ajeno; tienen las propiedades del veneno, logrando anquilosar mis convicciones. Cadenas son, en cuyos eslabones paralizado estoy; no las cerceno, son más fuertes que yo; son rayo y trueno lanzados a la mente, como arpones. Me hablan de ti. Su léxico es tan duro que aun sin darles asenso, me torturo, generando en el fondo adversas dudas. Ven a mí; revelándote cual eres; y úngeme de esos mágicos poderes que tú ejercitas cuando te desnudas.
Los Angeles, 10 de abril de 2009
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2073 - Sueños
Cuánto soñé. Mi mundo era pequeño. Y era pequeño yo. Desconocía que muchos hombres mueren de agonía de no saber vivir. Yo no era dueño de nada, sino sólo de mi sueño, que era un sueño infinito, una utopía para el no soñador; y repetía ‘seré y haré aunque muera en el empeño’. No pensaba morir. No en seguimiento de mi propia quimera, del intento de dar un salto allende mi heredad. Me era la muerte amago irrelevante si en la conquista de algo apasionante; y no he cambiado de mentalidad.
Los Angeles, 11 de abril de 2009
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2074 - Pero no será el fin
Podrá quebrarse el corazón un día, al volvernos la espalda quien nos ama, reventando en pedazos el programa que diseñara nuestra fantasía. Pero no será el fin. La anatomía perdido habrá su tráfago en la cama, y, toro herido, se revuelve y brama, en desesperación, en agonía. Pero no será el fin. La propia mente, en tiniebla glacial, lúgubremente, zozobrará en un sueño sofocante. Pero no será el fin. Vendrá el momento en que apunte otra luz, sople otro viento, y el pasado aparezca irrelevante.
Los Angeles, 12 de abril de 2009
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2075 - ¿Regresar?
¿Regresar? ¿Para qué? No se regresa al vientre ubérrimo que nos gestara, ni el río al hontanar de que brotara, ni al roble o al nogal vuelve la mesa. Se camina, se llega, se profesa la fe adquirida en quien se nos declara; y en éxtasis, arrullo y algazara el pulpo de la vida nos apresa. Y un día, de caricias a codazos, se nos fragmenta al fin en mil pedazos el mágico palacio de cristal. No puede renacer lo aniquilado. ¿Para qué reintegrarse en un pasado de fachada no más, artificial?
Los Angeles, 13 de abril de 2009
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2076 - Silencio
Siempre aspiré al silencio. Si en la brega de cada día me arropaba el ruido, no quedaba el espíritu vencido, ni, con tanta hojarasca, el alma ciega. El silencio no es meta a que se llega, eludiendo el clamor, o el recorrido del paisaje desierto; es el olvido del tumulto que en torno se congrega. Es aire de sordera selectiva, filtrando cada voz improductiva como si no se hubiera pronunciado. Vivir solo en el núcleo del gentío en radical quietud, mas no vacío, como andar, sin saberlo, enamorado.
Los Angeles, 13 de abril de 2009

Poemas

Nubes
Muchos años atrás. Sobre la hierba, ya muy alta, ocultándome a la vista de transeúntes, y en la paz bucólica de la abrileña tarde pueblerina, contemplaba las nubes, lentamente avanzando. Las encinas, los olmos junto al río, los nogales en la falda del monte, en lejanía, eran olas de un mar heterogéneo, en inmovilidad, como dormidas. Las nubes, casi blancas, con tonos grises y ocres, parecían, más que montañas de algodón flotantes, barcos a la deriva en otro mar azul, también inmóvil como el sueño sedoso de una niña. Cada silueta en mutación constante, y en lento avance, como si la brisa impulsara sus velas invisibles, y moldeara con destreza fría sus contornos errátiles, en creación de formas fugitivas. Quedaba al visionario descifrar el león, o la odalisca, o el casco empenachado, o el coloso de torva catadura, o la clepsidra. A veces se cruzaban un vencejo, una alondra, quizá una golondrina, truncando las andanzas de la mente por dominios de fantasmagorías. O tañía pausada la campana del reloj de la torre, en la abadía. O por senda de surcos paralelos, en indolente marcha paulatina, la carreta de bueyes somnolientos al compás de las ruedas que chirrían. Apenas mutilaban el sosiego de la tarde abrileña, con la vista clavada en vertical, y con la espalda sobre la blanda alfombra en la campiña. Eran tiempos de paz, sin calendarios, ni siquiera relojes. Cada día era un mundo infinito, era toda la vida. Mas se rompió. Tenía que romperse. Pero mientras duró, qué maravilla.
Los Angeles, 11 de abril de 2009
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Mi propia luz
Me ha estallado en el alma la luz de tantos siglos…, pero no me deslumbra. Yo tenía mis luces, sólo mías, como algo que me encendieron otros, y forjé con los años a martillo en el yunque. Como el rayo de Zeus labrado por Hefesto, o el fuego del Olimpo que Prometeo asume. Las luces que nos vienen de fuera palidecen frente a las luces íntimas que nuestra piel encubre. Sólo necesitamos la chispa entre dos piedras; fomentarla en hoguera a cada cual le incumbe. Una chispa es el rayo, pero enciende la noche, y carboniza el roble, o el torreón sacude. Como la gota de agua que se transforma en río, como el copo de nieve que la avalancha induce. Un modesto principio que aumenta y se propaga, y nos trasforma en dioses, mas sin infinitudes. Y si otra luz externa nos revienta en el rostro, de pronto palidece. Esa es la luz que tuve. Esa es la que mantengo. Nadie podrá eclipsarla. Desde el fondo del alma perennemente surge.
Los Angeles, 12 de abril de 2009
Diseño: Carmen Álvarez
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