Evocaciones.
Breverías
2086
El amor no es amor si lo retienes.
Si sólo te conocen los espejos,
¿de qué sirve, a quién vale tu belleza?
¿Qué tesoro suponen nuestros bienes,
adormecidos en arcones viejos?
Amor que no se da, sólo es pobreza.
2087
Lejos de ti, se afilan las aristas
de mi imaginación, de mi consciencia;
aun siendo mis sentidos pesimistas,
te percibo mejor cuando en ausencia.
Pero es contigo, en vista y en contacto,
que me siento más vivo y soy más fuerte,
más mío el mundo, mi vigor intacto,
e imperceptible el miedo de perderte.
2088
Era mi amor eternidad; tenía
todos los atributos de los dioses,
alma y piel en perfecta sintonía.
Pero, sin terremoto ni artillero,
se derrumbó mi Olimpo,
siendo hoy simple mortal, perecedero.
2089
Déjalo estar, no indagues, no interpretes;
como la luz, la brisa y el ocaso.
Percíbelos, sin más. Si te entremetes
en su definición, será un fracaso.
El amor es sutil, indefinible,
se presagia, se capta, se profesa;
ni su pleno sentido es accesible,
ni en adecuados términos se expresa.
2090
Sabré vivir sin paz, en indigencia,
sin amigos tal vez, aquí o allí,
bajo la indignidad, la intransigencia,
en aislamiento…, pero no sin ti.
Sonetos
2119 - Vienes a mí
Vienes a mí como pantera en celo,
vehemencia lasciva tu atributo;
y a tu blanda agresión, que no disputo,
en voluptuosidad me desmantelo.
Curvas y acústica de violoncelo
para vista y oído; las disfruto,
y al arco de mis manos ejecuto
melodías en ti de terciopelo.
Vibras entre mis piernas. Tu protesta,
gutural ronroneo, manifiesta
gozo animal con ansias de explosión.
Oh, pieza de erotismo y armonía,
sintonizando euforia y agonía
en tan radiante desesperación.
Los Angeles, 10 de junio de 2009
2120 - Mediodía
Está el balcón. Está. Tiene sus flores,
geranios, tulipanes y claveles,
en la pared, a múltiples niveles,
y en la baranda, aromas y colores.
Esquiva el día voces y rumores,
dormitan en la sombra dos lebreles,
y en la brisa, hojas secas y papeles
rehabilitan sus lánguidos temblores.
Se ha descolgado la última persiana
por el doble carril de su ventana,
y dormita letárgico el poblado.
Yo soy el único desasosiego
en este mediodía, luz y fuego,
que me acerca a tu casa, derrotado.
Los Angeles, 15 de julio de 2009
2121 - ¿Compartirías?
Fue una pregunta que quizás hubiera
esperado algún día de otra amante:
¿Compartir el prodigio de este instante
con otra piel de estela forastera?
Al fondo de mi mente se aglomera
torbellino de imágenes. ¿Sangrante?
¿Glacial, pasivo, lúgubre, indignante?
Todo a la vez, y nada. Es mi manera.
Dividir o perder, áspera suerte.
Si no te amara tanto, retenerte
fuera fácil en tales condiciones.
¿Cómo hacerte el amor, si en tu mirada
veré otros ojos, doble puñalada,
desangrándome el alma a borbotones?
Los Angeles, 15 de junio de 2009
2122 - Incógnitas
Llevo tantos porqués desatendidos
en mi alforja mental, tantos instantes
sin descifrar…; soy mar de interrogantes
rompiendo en rocas de contrasentidos.
Larga es la senda de los elegidos,
movilizados para ser amantes;
encuentran su después, como hubo un antes,
tan vacíos los dos como ateridos.
La senda es larga, aunque el amor es breve;
y las incógnitas, como la nieve,
cubrirán el paisaje desolado.
Tal vez renacerá la primavera,
sensual mesías que triunfal se espera,
o ese también será crucificado.
Los Angeles, 16 de junio de 2009
2123 - A ambos lados de la muerte (I)
Tienes setenta ya. Yo estoy exento;
los números se agotan algún día,
y uno se va, sin más; la travesía
lleva a un país sin envejecimiento.
Invierno al exterior. Ulula el viento.
El fuego en el hogar es compañía,
la única que te queda. Yo diría
que estoy contigo en gozo y desaliento.
Pero no me percibes. La repisa
muestra mis libros, lágrima y sonrisa,
de mis delirios y mis soledades.
Y tú miras las llamas, retorcidas,
como tantos amores, tantas vidas,
desenredándose en trivialidades.
Los Angeles, 16 de junio de 2009
2124 - A ambos lados de la muerte (II)
Yo escribí para ti, por ti, contigo,
día a día, en coloquio silencioso;
tal vez fuera monólogo tedioso,
retahila indolente de mendigo.
Pero seguí expresándome, testigo
del salto de aliado cauteloso
a amante apasionado, luminoso,
viendo tu vida conectar conmigo.
Mencionaste una etapa muy lejana,
cuando el cabello en blanco se engalana,
y yo, en mis libros, te susurraría.
Hoy he venido desde el otro lado
para verte un momento, y he encontrado
polvorientos los libros, tú vacía.
Los Angeles, 16 de junio de 2009
2125 - Sueño
Se me descuelga el sueño, lentamente,
araña azul que desmontara el hilo
pretendiendo en mis párpados asilo,
y me adapto a su avance en cuerpo y mente.
Hoy no quiero pensar; seré vertiente
dejando resbalar fondo y estilo;
asédienme intenciones, no asimilo
ni acto sensual ni fórmula inocente.
Sólo esta noche existe, no hay mañana,
y me sumerjo en íntimo nirvana,
sin imágenes, músculos, rumores.
Me vacío de mí, de mi pasado,
de mi presente y porvenir, y atado
quedo al silencio. Ya no hay luz. Ni amores.
Los Angeles, 17 de junio de 2009
Poemas
Era un amigo
Era un amigo al borde de la muerte,
cuando la vida cobra perspectiva,
y ningún árbol nos eclipsa el bosque,
cuando se ven las cosas tan precisas
como recién creadas,
deshojadas de sombras y neblinas.
Desde su enfoque, contemplaba el mundo
con la final, sutil sabiduría
de quien descarga el fardo de su espalda,
disponiéndose al cruce a la otra orilla.
Fue un hombre enamorado.
Ya sé, todos lo fuimos algún día
en juventud, o en madurez dorada;
pero él lo fue al ocaso de la vida,
cuando otros abandonan,
cuando la nieve cubre las colinas.
Conoció otras mujeres,
las soñadoras, las advenedizas,
las de paso ligero,
las que emergen y al punto se marchitan,
las que intentan quedarse
y al fin se van, cansadas, afligidas.
Se dio a sí mismo a todas
con honda intensidad, con la alegría
de quien vive el momento,
si dando rosas, eludiendo espinas.
Mas fueron estaciones,
y su tren, siempre en marcha, no volvía.
Al fin llegó. Lucía ya el invierno
su blanca gala, su aparente ruina,
pero le rebosaban primaveras
y se le reventaban las sonrisas.
Amó con seriedad, con entusiasmo,
con la segura convicción que agita
palmas de triunfo en plazas y callejas,
banderas en la brisa.
Era hermosa, gentil, voluptuosa,
en plena juventud, la lozanía
de los cuarenta, cuando se ama y vive
como tantos no saben o imaginan.
Fueron años de acuerdo sin contrato,
de fuego sin ceniza,
de ofrenda sin conflicto, de alboradas
huérfanas de nublados y llovizna.
Y al fin se fue, aduciendo los pretextos
de tales circunstancias, la fatiga
que atenaza a las almas con el tiempo,
la muerte lenta de la melodía
latente en su interior, la intensa llama
que poco a poco se quedó dormida.
No por haberlo anticipado siempre
fue menos doloroso, me decía.
Todo en la vida fluye,
todo nace y se muere y se disipa.
Y al volver al pasado la mirada,
más que las glorias son las agonías
lo que emerge en el fondo del recuerdo,
arbitrario, tal vez dura injusticia,
pero real. Las sombras se apoderan
del reino de la luz, que estigmatizan.
Mi amigo estaba al borde de la muerte,
yo lo ignoraba, y él no lo sabía.
Hay cosas que se ven, o se presienten;
pero otras hay que nunca se adivinan.
Se miraba a sí mismo envilecido,
trapo usado que no se necesita
y se desecha al lado del camino,
quedando el sueño de oro en baratija.
Desde fuera no es más que un descalabro,
traba que se soslaya o se domina.
Desde dentro es el fin, apocalipsis,
y mi amigo agoraba despedidas.
Le dejé en su dolor, en su aislamiento,
prometiendo volver. Se me ceñían
alarmas a la mente,
mas las desatendí. Por las esquinas
aullaba triste el viento, deshojando
flores en los balcones. La sonrisa
de la mañana azul se disipaba.
En la vereda, nadie más. Llovía.
Entrada ya la noche,
sonó el teléfono. La voz amiga
de una mujer en lágrimas
estremeció mi piel con la noticia.
Los Angeles, 13 de junio de 2009