Breverías
2091
Mejor ciego, sin ver alondra o rosa;
mejor sordo, sin Mozart o Beethoven;
mejor mudo, en clausura soledosa,
que con el alma sin amor y joven.
2092
Amó y perdió. Como perdimos todos
cada vez que en verdad hemos amado;
Se puede amar en infinitos modos,
con certidumbre, euforia, unción, cuidado,
como explorando aristas y recodos,
como en rivalidad, como invitado…
Mi alma sólo a una forma se confía:
Amar consciente de perder un día.
2093
Ah, el encanto, el hechizo, la belleza
de nuestro amor primero;
nacen de la inconsciencia, o la simpleza
de pensar que será imperecedero.
2094
No es el amor estático, requiere
movilidad, incertitud, progreso;
amor que llega a estacionarse, muere
entre sus propias estrecheces preso.
Debe evolucionar, cambiar de aspecto,
fluir con la dinámica del río,
reconocer que no será perfecto,
y temer la caída en el vacío.
2095
Y si le das todo tu amor, ¿qué piensas?
¿Qué te amará como le estás amando?
No siguen, en amor, las recompensas
a los obsequios que se fueren dando.
Sea ingente el amor que le dispensas,
te corresponda o no; se irá fraguando
su reciprocidad; mas si no fuera,
exulta en cuanto sientes, persevera.
Sonetos
2126 - La sombra
La sombra de la amada invade el lecho
que comparto con hembra pasajera;
ni se interpone ni me vitupera,
no sé si imperturbable o al acecho.
Sólo yo la detecto, y es mi pecho
vivo atabal en percusión tan fiera
que estremece; la sombra se apodera
de visillos, paredes, suelo y techo.
Mi pareja ni ve, ni oye ni entiende.
Vive su orgasmo, y nada la sorprende,
no ve sombras, ve luces y colores.
La sombra de mi amada me arreboza,
me congela el sentido, y me destroza,
quedando envuelto en álgidos sudores.
Los Angeles, 23 de junio de 2009
2127 - Mi recuerdo
Mantenerme ceñido a tu memoria,
cuando ya, desvestida de añoranza,
nueva silueta en tus retinas danza,
parecerá actitud contradictoria.
Mi recuerdo no es lanza imprecatoria,
sino bandera enhiesta que afianza
sobre la tierra firme la pujanza
de cada aspiración, cada victoria.
No cuento mis derrotas. Nunca fueron
laureles tuyos, aunque oscurecieron
un horizonte que aún mantengo claro.
Vive tu propia vida sin la carga
de evocación con sapidez amarga.
Lo que viví una vez, no lo enmascaro.
Los Angeles, 23 de junio de 2009
2128 - El aliento de la muerte
Te ha llegado el aliento de la muerte,
pútrida exhalación paralizante
sobre tu entorno de azahar fragante,
y el orden de tu espíritu subvierte.
No hay equilibrio ya; se te convierte
la luz en sombra, lo íntimo en distante,
cuanto fue residente, en trashumante,
y el dinamismo en apatía inerte.
Lo imputarás a Dios, la suerte, el mundo,
tu aire gentil se tornará iracundo,
tus disyuntivas en intolerancia.
Piensa que todos por igual venimos
para peregrinar, y si morimos
es porque ya agotamos la distancia.
Los Angeles, 22 de junio de 2009
2129 - Perdido Edén
Invisible me queda tu figura,
mas no intangible; danza y me rodea,
como suspiro hecho de luz, o idea
ciñéndome al pasar por la cintura.
Voluptuosa, y a la vez tan pura
como el ángel extático, que arquea
su torso alado mientras merodea
junto a Adán a la nueva criatura.
Eva era tempestad de carne y hueso,
aun ignorando la embriaguez del beso
que más tarde, voraz, descubriría.
En el Edén a que llegué contigo,
lo tuve todo, lo perdí, y prosigo
recreando tu imagen cada día.
Los Angeles, 22 de junio de 2009
2130 - A gritos
Dejo fluir palabras, en descenso
tenaz, inevitable; van hambrientas
de mares improbables, de tormentas
no gestadas aún, pero que pienso
y haré desanudar. No soy propenso
a insensateces o actitud violentas;
pero tal vez no hay otras herramientas.
No hay ya lugar para doblez o incienso.
Quiero alterar el curso de las vidas
que transcurren esclavas o dormidas
porque nadie activó su mente a gritos.
No soy guardián de nadie ni profeta,
mas pregonando la verdad escueta
podré resquebrajar algunos mitos.
Los Angeles, 22 de junio de 2009
2131 - Rescátame
Rescátame del tedio, de las horas
estériles, que fluyen como ríos
de aire o arena, cántaros vacíos
para el alma sedienta de mejoras.
Tiempo atrás me ceñían, trepadoras,
en raudal de vibrantes desafíos,
luciendo lujuriantes atavíos
de espigas, brisas, címbalos, auroras.
En fecunda rapsodia enriquecían
mi vida toda, y prontas respondían
a mis proyectos y necesidades.
Mas hoy pasan monótonas, desiertas
de luz, calor y melodía: Muertas.
Rescátame de mis trivialidades.
Los Angeles, 23 de junio de 2009
Poemas
Ajedrez
Mi cuerpo es ajedrez ilimitado:
Defensivo en sus torres, con despliegue
de galantes jinetes en el campo,
y de alfiles oblicuos; y una hueste
de vulgares peones,
mediocres combatientes;
una espléndida reina,
provocadora siempre,
moviéndose a su antojo,
y al fin un rey, más que eficaz, solemne.
Todos te invitan a correr la tierra,
mover las piezas, con prudencia siempre,
demostrar tus instintos agresivos,
y anticipar la acción del oponente.
No te ofrezco una piel cuadriculada,
ni rígida tampoco, mas se enciende
con el efecto arrasador, masivo,
de las praderas indias del oeste.
Si has de pensar a fondo tu jugada,
que la pasión exceda a lo que pienses.
Tal vez no ves las piezas. No hace falta.
Mueve los dedos como si las vieses.
Los peones primero, paso a paso,
lenta, muy lentamente,
del cuello al pecho, sin obviar la axila,
y adelanta la reina sobre el vientre.
Haz caracolear a los caballos
sobre ambos muslos, y que se apacienten
en el ejido triangular. Las torres
queden en retaguardia. ¿Quién requiere
defensas esta noche?
He rendido mis fuerzas; los laureles
son para vencedores y vencidos;
en lid caballeresca nadie pierde.
Avancen, pues, los tactos decididos,
y denme jaque mate contundente.
Los Angeles, 23 de junio de 2009