Breverías
2096
No retoques ni ritmo ni expresiones
por intelecto o corazón paridos.
Déjalo estar, intacto.
Nacieron de conceptos o emociones,
en momento perfecto concebidos,
y reflejan el cénit de aquel acto.
2097
Escribo para ti. Si no me entiendes,
tú misma estás en confusión y sombra.
Mi palabra es traslúcida, serena.
O tal vez, instintiva, te defiendes
de cuanto mi palabra inspira o nombra,
recio timbal que tu alma desordena.
2098
No sé cuánto te amé, cuánto me amaste,
ni sé si el dato implica relevancia;
contigo estuve en éxito y desgaste,
y estuve en armonía, y discordancia;
las palabras de amor son hojarasca
que vientos otoñales desperdigan;
mas los hechos afrontan la borrasca,
hablan en solidez, y no litigan.
2099
Voy madurando, ya me importas poco;
tal vez estabas sobrevalorada,
como lo estuve para ti. No invoco
ni respeto, ni lástima, ni nada.
Dilátese el espacio que separa,
y alárguense antagónicos caminos.
Si el desdén contraría y equipara;
que el olvido eslabone ambos destinos.
2100
Se me desborda el alma; ha acumulado
tanto caudal de sueños e intenciones,
tal reserva de luz, que arrebatado
no logro retener sus aluviones.
Se van por ojos, labios y costado,
como bramidos, como exhalaciones;
se me derraman largos, amplio río
fluyendo al mar, mas sin quedar vacío.
Sonetos
2132 - Sequedad
Sólo palabras áridas me nacen,
hojarasca de otoño, burbujeo
que no altera otra piel, chisporroteo
de llamas que en ceniza se deshacen.
En mausoleo de orfandades yacen
las ideas de ayer, que ya no veo;
no hay conexión de mente a galanteo,
están muertas, o no me satisfacen.
Sobre el bucólico vergel, ya muerto,
va avanzando la arena del desierto;
era sensual el mundo, o lo era yo.
Una estrella polar me dirigía
en la noche del alma, pero un día,
no sé cómo o por qué, se me extinguió.
Los Angeles, 4 de julio de 2009
2133 - A ti esperaba
A ti esperaba, en duda de quimeras;
me hablaron de verdades luminosas,
de fe, de amor, de piel, de tantas cosas
dispersas más allá de mis fronteras;
como si un clan de prófugas palmeras,
de suaves mármoles, de eternas rosas,
habitara remotas nebulosas
o el interior de huecas cordilleras.
Tan bello todo, tan inexistente
como los cuentos de hadas, que la mente
rechaza al escapar de la niñez.
Pero llegaste, se abatió el tinglado
de mi incredulidad, y alborozado
solemnizo este amor de madurez.
Los Angeles, 5 de julio de 2009
2134 - Una vez más
Oigo clamor de trompas y atabales
avanzando en la calle antes desierta;
el alma es polvorín que se despierta
sobre líneas de piel, horizontales,
y su explosión de instintos animales
fulmina los cerrojos de tu puerta.
En desnudez estás, ruego y oferta,
de los requiebros a las bacanales.
Me dirijo hacia el fondo del abrazo.
Ah, rigidez del sexo, qué zarpazo
sobre la húmeda vulva receptora.
Me enlazas, y me absorbes, y me estrechas,
en tales formas, y por tantas brechas,
y tu avidez “Una vez más” implora.
Los Angeles, 5 de julio de 2009
2135 - Soy cuanto se me dio
Se me ha dado una voz con piel de seda,
de espuma, de cristal, de terciopelo;
susurra con rumor de riachuelo
siempre en tu dirección, y en ti se hospeda.
Y escuchas, como lo hace la arboleda
al roce de la brisa en el revuelo
de su verde ramaje, bajo un cielo
de azul intenso en que la edad no rueda.
Se me ha dado una mano que percibe
tu propia identidad, y la describe
en cada trazo, cada pincelada.
Soy cuanto se me dio, que a ti se orienta,
con un alma prolífica y hambrienta
que se derrama en ti por la mirada.
Los Angeles, 6 de julio de 2009
2136 - En Xochimilco
En Xochimilco, orgía de colores,
era ya mucho más que compañera.
Sólo ella y yo en la verde trajinera
por el canal, Venecia de las flores.
Apagaba coloquios y rumores
la rítmica cascada bullanguera
de los mariachis, y a mi treintañera
se le poblaba el cuerpo de temblores.
Danzaba un diablo rojo en cada copa,
y a la tercera ya, bajo la ropa,
nacían rebeldías paralelas.
Lo vi en sus ojos y lo vió en los míos;
y supe en tal hervor de escalofríos
que la cabalgaría sin espuelas.
Los Angeles, 6 de julio de 2009
2137 - Al interior
Me asomo al interior, a ese paraje
que a nadie revelé, por ser tan mío,
tan en quietud, ajeno a griterío
y a intrusiones de apócrifo linaje.
Reviso en él a veces mi bagaje
de éxitos y fracasos, y sonrío,
y sollozo también, lleno y vacío
de cuanto incorporó mi aprendizaje.
Rostros que van perdiendo las facciones,
ojos que aún apuñalan, eslabones
quebrados ya, o inmunes a fisura.
Todos mis hijos son, me pertenecen,
y en una u otra forma permanecen.
Ah, pero nadie como tú perdura.
Los Angeles, 7 de julio de 2009
Poemas
Ah, las horas inmensas
Me cansé sobre ti, mas descansé a tu lado,
la paz tan codiciable terminada la guerra.
Cuando un cuerpo bajo otro permanece clavado,
se repite la génesis de cielo, mar y tierra.
El vigor, los sudores, el vértigo, la brega,
rompen como las olas rendidas en la playa,
es el momento idóneo para la nueva entrega,
la del alma que vibra si la piel se desmaya.
La creación del cosmos fue proceso violento,
si de intensa belleza, de organizada furia;
pero el séptimo día fue el apaciguamiento,
la placidez fluyendo del fin de la lujuria.
Ah, las horas inmensas de ensoñadora calma,
de elocuente silencio, de apetencia inactiva,
coloquio sin palabras, cuando descubre el alma
la espléndida ventura de percibirse viva.
Te he vislumbrado en doble, permutable faceta,
si una provocativa, la otra blanda, apacible;
ambas las he adoptado; tu figura, incompleta,
si una de ellas me fuera hueca o inaccesible.
Los Angeles, 6 de julio de 2009