Breverías
2116
Te ha obsequiado con flores, y una nota,
pero no ha regresado, y tú le esperas.
Tal vez llame mañana, voz remota
como su propio espíritu. Pudieras
percibir ya el hedor de la derrota,
pero sigues absorta en tus quimeras.
Y avanza el calendario, hasta que un día
despertarás tan sola, tan vacía.
2117
Desde el centro del beso que me has dado,
donde me nacen alas, alzo el vuelo
para mirarte en amplia perspectiva.
Veo, absorto, tu entorno despoblado,
islote para mí, y en tu subsuelo,
robusta y fértil, mi raíz cautiva.
2118
Me envuelve tu palabra, es un abrazo
sutil, etéreo, vinculando el coro
de tactos saltarines al chispazo
saltando en el cerebro, seda y oro.
Te escucho, y me estremecen los temblores
de esta piel que es tan tuya como mía;
tu palabra, redoble de tambores
desde la mente al sexo, cada día.
2119
Esta idea de ti, que me ayudaste
a forjar paso a paso, revestida
de acero frente a giros de la vida,
sufriendo está de agónico desgaste.
Como niño perdido, vacilante,
buscando una señal en cada esquina,
camina a trompicones, y se obstina
en ciega terquedad itinerante.
Ya no ve que, si hay ruta, no hay destino,
pero prosigue errático el camino.
2120
Percibí el beso al fondo de su aliento
antes de que sus labios lo sellaran;
fue como si mis ojos taladraran
la zona oscura de su pensamiento.
Mucho más fácil. Como si el pinar,
(calma de agosto, imperceptible brisa)
me hubiera revelado la precisa
forma y momento en que me lo iba a dar.
Sonetos
2157 - Rómpase ya el silencio
Has llegado con ritmo de mañanas
estallando de luz, y estoy perdido,
no sé si entre las ruinas de un olvido,
o en páramo de pálidas desganas.
Pero abriré cancelas y ventanas,
de par en par la puerta, su crujido,
más que a protesta sonará a tañido
de hospitalarias, súbitas campanas.
Son horas ya de claridad y brisa,
y esta opción que la suerte me improvisa
no ha de quedar desatendida o ciega.
Rómpase ya el silencio, haya bullicio
de aves y fuentes, y en cada edificio
floten banderas por tu amor que llega.
Los Angeles, 1 de agosto de 2009
2158 - Universal abrazo
Se me alargan los brazos, y despliegan
progresiva, incesante curvatura,
titánica tenaza en envoltura
de todo un mundo al que en fervor se entregan.
Nadie se queda fuera; todos llegan
a gozar de su espacio en mi herradura
de sangre y fuego, júbilo y ternura,
mientras en vidas tan dispares bregan.
Hermano soy de todos, me comparto
con el débil y el fuerte; no me aparto
del exiguo, el burlado o el mendigo.
Se me ensanchan los brazos, sin fronteras,
como una inmensa red de carreteras,
y no reputo a nadie mi enemigo.
Los Angeles, 1 de agosto de 2009
2159 - Ineficaz presagio
Suspendida en la voz de la memoria,
como bulbosa lámpara apagada,
estás, pero no estás, encrucijada
de lo que fue y ya no es, sombra de gloria.
A los días ornados de victoria,
de palabra frontal, galvanizada,
sucedió la hora gris, desalentada,
de ancho silencio o lengua vejatoria.
Aun en excelsitud, vértice o cima
puede observarse a nuestros pies la sima
hacia donde el despeño es contingencia.
Tal vez el alma ve, pero no llega
a calibrar el fin, o se lo niega,
ya por ingenuidad o negligencia.
Los Angeles, 2 de agosto de 2009
2160 - Táctiles ojos
Directamente me mirabas, tanto
que adiviné tu mano en tu retina;
acariciabas sin tocar, cortina
de tacto y luz, o arrebozado manto.
Revestido de ti, del blando encanto
de un retozo invisible que combina
la intangibilidad de la neblina
con la viscosidad. No sabes cuánto
llegó a amarte mi vista; me mirabas,
me recubrías y me desnudabas,
tus ojos, brazos ya, vínculo mudo.
Y yo era grito silencioso, acceso
amplio, asequible, ya sin retroceso,
viendo desnuda a quien me vio desnudo.
Los Angeles, 3 de agosto de 2009
2161 - Voy a perderme en ti
Voy a perderme en ti. Vengo de lejos,
tierras anónimas, de encrucijadas,
tantas veces por otros exploradas;
más que de realidades, de reflejos.
No quiero ver efímeros espejos,
sin autenticidad, ni amplias fachadas
de interiores minúsculos, ni almohadas
albergadoras de recuerdos viejos.
Quiero perderme en ti por los sentidos,
en voluptuosidad, juegos prohibidos,
a ritmo de dislate y paradoja,
pero también de espíritu y cerebro;
yo el ángel del clavel y del requiebro,
y el animal que sobre ti se arroja.
Los Angeles, 4 de agosto de 2009
Poemas
Rescoldo en las cenizas
Nos vamos consumiendo. Se nos cortan
opciones que añorábamos, respuestas
que nunca recibiéramos, deseos
aún no cuajados en la piel despierta.
Se nos derrumba el alma entre las manos,
incapaces de aunar la fortaleza
que su mantenimiento reivindica,
o apuntalar la fe que la sostenga.
Y se nos van los años, paso a paso,
cerrando tantas puertas,
atenuando el vigor, no los anhelos,
porque la piel y el corazón aún queman;
y camuflando juventud rebelde
tras cortinaje de delicadeza.
Porque sólo envejece quien no sabe
vivir audaz, o tiene el alma ciega.
Sí, nos desmoronamos,
y tal vez nos invade la tiniebla,
y el entorno, que fuera bosque y plaza,
deviene isla desierta.
Y nuestro potencial, esa energía
tan fecunda en los surcos de las venas,
el empeño de amar, nunca tan hondo,
nunca tan alto, nunca con tal fuerza,
cae sobre tierra estéril,
o produce raquítica cosecha.
Y nos vamos muriendo poco a poco,
al interior, más que en la periferia,
sin madurar los frutos,
sin germinar las rosas que pudieran.
Y alguien pierde lo mismo que perdemos,
y nunca lo sabrá, no a ciencia cierta.
Lo sabemos nosotros,
pero ¿de qué nos sirve? Nos lo lleva
en inflexible progresión el tiempo,
y la esperanza azul se desintegra.
Seguimos siendo jóvenes,
rescoldo en las cenizas, turbulencia
bajo la mar en calma, pero nadie
se acerca a verlo, nadie nos encuentra.
Los Angeles, 4 de agosto de 2009
Antes de conocerte
Antes de conocerte, era presencia
cada noche en tu lecho;
tú, voraz como llamas en el bosque,
rumorosa, envolvente como el viento.
Antes de tú saberlo, lo sabías,
pero te lo negabas; yo durmiendo
al borde de tu piel, pero tus manos
restringidas al marco de tu cuerpo.
Entre tus propias sábanas, gemías.
Tanto calor, tanto sudor, el techo
transformado, a la luz de tus arranques,
en Capilla Sixtina de ágil sexo.
Yo te miraba, sin lograr tocarte,
tan a tu lado, y a la vez tan lejos.
Coberturas al aire, tu desnudo,
lúbrico, dionisíaco, geométrico,
era la máquina sensual que vibra,
y se estremece al arrancar; tus dedos
la bisectriz canalizada al vértice
de los muslos abiertos.
Y yo, mirando, sin lograr tocarte,
tan a tu lado, y a la vez tan lejos.
Antes de conocerte, eras presencia
cada noche en mi lecho.
Tú, inmóvil, a mi vera,
y yo en efervescencia. Mi aposento
también a media luz, tibia, poblando
de eróticos perfiles el espejo.
Ah, si hubieras traído
tu equipaje integral de carne y hueso.
En tu forma incorpórea
no conseguí adentrarme; sobre el pecho
llevabas senos de aire,
y era tu vientre triángulo de sueño.
Y ni tu mano acompañó a la mía,
ni percibí tu aliento.
Tú me mirabas, sin lograr tocarme,
tan a mi lado y a la vez tan lejos.
Ah, pero hoy he llegado a conocerte,
y ambas formas acoplan movimientos.
Los Angeles, 4 de agosto de 2009
Me violan tus palabras
Me violan tus palabras. Me seducen,
rozándome el oído, audaces dedos
que embistieran mis senos, o torpedos
que por cada hendidura se introducen
Hablas como quien toca. Al escucharte,
tal vez quisiera no entender, bloqueo
la luz de la razón, mas titubeo,
y atiendo a cuanto tu palabra imparte.
Y te adentras aún más, y yo no quiero;
me hizo daño el amor, y ahora resisto;
y claudico, y rechazo, y me desvisto;
quisiera ensordecer, y desespero.
Y siguen tus palabras martillando,
sonoras manos que mi cuerpo agitan;
y se fuerzan en mí, me incapacitan,
y sin mi aceptación me vas amando.
Los Angeles, 4 de agosto de 2009