Breverías
2181
No es la ley del más sabio o del discreto,
ni del alma gentil y enamorada,
lo que guía tu rayo o le provoca;
es la ley del más fuerte, y no hay respeto
para alguien como tú, dios de emboscada,
de volubilidad, de alma de roca.
Gobiernas por el miedo y el exceso,
y sólo el déspota cruel te invoca,
juzgándose tú mismo de regreso,
viejo Zeus, silencio en cada boca.
2182
¿Ser amigos después de ser amantes?
Tal vez si dos dejan de amarse, puede,
porque las cosas ya no son como antes;
pero si uno abandona o retrocede,
y otro mantiene firmes y vibrantes
las tramas de oro en que el amor se enrede,
¿cómo hablar de amistad si desemboca
todo un río amoroso por la boca?
2183
No sé verte vestida, tu atavío
se me hace muro, contraluz, coraza,
cáliz labrado de oro, mas vacío,
beso dado a través de la mordaza.
Quiero verte genuina, como el río,
y la orquídea, y el tigre. Quien disfraza
su propio contenido se aminora.
¿No va desnuda y a la luz la aurora?
2184
Fresca la hierba está en la tarde espesa,
dormidos ya las voces y los ruidos;
puro es el aire en esta sobremesa
de merienda campera, y en sus nidos
incuban apacibles los gorriones,
en la verde quietud de los olivos.
Y al desnudarte, hay águilas y halcones
despertando en mi semen, agresivos.
2185
Mi diálogo es monólogo; platico
horas y horas contigo, mas no estás;
aunque exprese mis quejas, no suplico,
y prosigo, infeliz, mirando atrás;
no con afán de reparar el cisma
que se produjo, pero no busqué;
mas pensando que ya no eres la misma,
mientras yo soy el mismo, aunque sin fe.
Sonetos
2249 - De la mano
Todavía te llevo de la mano
por cada típica calleja oscura
del Barrio Gótico; en cada moldura
de la piedra tallada, en cada anciano
relieve sobre el muro, un artesano
dejó su identidad, su signatura;
un hombre, quizá mezcla de locura
y sensatez, genuino ser humano.
Y tal vez recorrió esta misma calle
a medio terminar, prendido al talle
de la mujer amada, que perdió.
Y regresó más tarde, convencido
de que el triste revés sobrevenido,
no fue más que un mal sueño. Como yo.
Los Angeles, 11 de noviembre de 2009
2250 - Desvinculación
La misma esbelta forma conocida
que se adhirió a mi cuerpo tantas veces,
pero distinto rostro. No pareces
la mujer hasta el alma estremecida
garantizando entrega de por vida.
Ni contemplas, ni escuchas, y enmudeces;
queda el tacto, mecánico; te ofreces
de memoria, fraguando la partida.
Cerrado ya y sin fe, me desentiendo
de cuanta llama en ti se ha ido extinguiendo;
falaz sería si se reavivara.
Desconocido el rostro, el alma ausente,
sólo queda un residuo insuficiente
que no nos eslabona, nos separa.
Los Angeles, 11 de noviembre de 2009
2251 - Moneda devaluada
¿Y quién podrá reconocer el beso
cautivo en máscaras multicolores,
de inexpresivos labios, sin temblores,
más que rosa de piel, rígido hueso?
¿Dónde quedó lo ingenuo y lo travieso,
la erupción de violines interiores,
el convulso redoble de tambores,
frente a este matemático proceso?
Se ha trocado en moneda devaluada,
rutinario saludo, bocanada
de humo gris desertando el fuego extinto.
Se da a modo de rito, no se ofrece;
gala protocolaria, que parece
deshabitada de fervor e instinto.
Los Angeles, 12 de noviembre de 2009
2252 - Experiencia
No rastreo las crónicas, ni inquiero
legajos de recónditos archivos;
soy erudito en episodios vivos,
aun siendo de los muertos heredero.
Indago en el amante, el compañero,
el amigo, la esposa, los motivos
de su íntima conducta, los furtivos
encuentros con vecino o forastero.
Leo en sus ojos, manos, actitudes,
y aprendo compromisos, inquietudes,
la espera fiel, la asidua mascarada.
Mas con todo este aval en mi equipaje,
compruebo al fin que tanto aprendizaje,
trazado sobre mí, no vale nada.
Los Angeles, 12 de noviembre de 2009
2253 - Máquina (I)
Eres la máquina esencial, perfecta,
a rendimiento superior constante,
cada pieza en su punto, trepidante,
que en las demás su actividad proyecta.
Convencional programación detecta
fricción en los cilindros, y al instante
generas precisado lubricante
que alrededor del émbolo se inyecta.
Poleas, ejes, ruedas, componentes
en simultaneidad, o intermitentes,
en rotación, en percusión o en prensas.
Lo tienes todo, y todo te funciona,
a veces templa, a veces convulsiona,
siempre a satisfacción. Pero no piensas.
Los Angeles, 13 de noviembre de 2009
2254 - Máquina (II)
A veces te me rompes, te detienes,
toda inmovilidad, toda letargo,
cada momento absurdamente largo,
como una red de interminables trenes
adormecidos junto a los andenes,
a la espera eventual de nuevo cargo.
Ni rumor ni moción. Y sin embargo,
llegan pedidos de los almacenes.
Con tanto que ofrecer, tanta destreza
en tu elaboración de cada pieza,
restáurate, renuévate, produce,
insertando en tu plan de operaciones
cierta diversidad, ciertas funciones,
que lo transcendental también seduce.
Los Angeles, 13 de noviembre de 2009
2255 - Internamiento
La piel es en tus manos terciopelo
resbalando en la brasa de la mía,
me desmorona a golpes de agonía,
tan delicadamente, gozo y duelo.
Gozo de ser laúd o violoncelo
respondiendo a tu tacto en melodía;
aflicción, o tal vez melancolía,
de no ser horadado mi subsuelo.
Crecer debiera tu sedosa mano
benigno bisturí de cirujano
en cada dedo, o garra de pantera,
abrirme el pecho a cortes o zarpazos,
e introduciendo en la oquedad tus brazos,
atenazarme el alma hasta que muera.
Los Angeles, 13 de noviembre de 2009
2256 - Libertad de expresión
¿Lavaré mis palabras? Si inocentes,
si, aunque audaces, cada una tan sincera,
¿qué es lo que las enturbia o adultera?
Tal vez la hipocresía de las gentes.
¿Las plancharé después, y en los durmientes
bargueños del cerebro, mi ceguera
las dejará encerradas, llave afuera,
luz apagada, y barras excluyentes?
¿Y por qué habré de hacerlo? ¿No es la plaza
libre foro adversario a la mordaza,
donde madura la autenticidad?
A los oídos disconformes grito
desde mi enfática opinión: Maldito
quien procura mermar mi libertad.
Los Angeles, 13 de noviembre de 2009