Breverías
2216
Vino la luz al mundo. Fue una hoguera
incendiando las almas; cada una
tuvo su propia llama, pregonera
del manso fuego que nació en la cuna,
brote de tan radiante primavera,
en noche de ángeles, amor y luna.
Vino la luz, la redención, la vida,
que abraza a todos, que a ninguno olvida.
2217
Estás hecha de brisa,
de murmullos, de miel, de borboteo;
se cruzan en ti vientos y oleaje.
Mucho más Afrodita que Artemisa;
mucho más que alboroto, ronroneo;
tanto de acción y tanto de lenguaje.
Esquematizas el gentil trinomio
de mundo, carne y servicial demonio.
2218
Me has encendido, y al arder la vela
sobre mi palmatoria,
se me inflaman la noche y el cerebro,
y el alma toda se me desnivela,
durmiéndoseme ociosa la memoria,
y por ti, y a tu lado, lo celebro.
Sólo hay sombras allende nuestro entorno,
la quintaesencia aquí, y allí el adorno.
2219
Sigo hablándote. Sé que no me escuchas,
y tampoco lo harías si me oyeras.
Hay un desierto gris que nos separa.
Mi diálogo es monólogo. Son muchas
las cosas que no dije, las esperas
a que tu intimidad no se acercara.
Para no reventar hablo y me explico.
Y me escucho, y me entiendo, y no suplico.
2220
Te vi en la librería.
Eras un arbotante de mujer,
como intentando sostener el muro.
Y si yo acaso, estremecido, un día
en peligro estuviera de caer,
¿tenderías tu brazo a mi futuro?
Sonetos
2300 - Divorciada
“El ser humano es el único animal
que tropieza dos veces en la misma piedra”.
(Anónimo)
Con su estrenada libertad del brazo,
tan desasosegada, tan ligera,
reiniciando la vida a su manera,
dejando atrás polémica y portazo;
¿indagarán sus ojos el reemplazo
en que la fe pletórica supera
la racionalidad, que se atrinchera
en la precariedad de cada lazo?
¿Caerá en la trampa ilógica, impulsiva,
de que desde su nueva perspectiva
adquiere una visión de madurez?
¿O frenará su afán, reconociendo
que el mismo error se puede ir repitiendo,
absurdamente, una y otra vez?
Los Angeles, 30 de diciembre de 2009
2301 - Me adriestró en esperanza
Me adiestró en esperanza. Me decía
palabras, si otras veces escuchadas,
con tal intensidad regeneradas
que las juzgué naciendo todavía.
Y a su cadencia, en mi interior latía
un nuevo yo, temblor y llamaradas,
soñador de galopes y de almohadas,
sedas y arpones al morir el día;
y a través de la noche, y a la aurora,
cuando la piel del alma nos devora,
y el alma de la piel aún martillea.
Y en sueños de futuro, tan dispares,
puntualizaba fechas y lugares…
Ah, la esperanza que aún relampaguea.
Los Angeles, 5 de enero de 2010
2302 - Al paso, al trote, al galope
Mano inexperta en otra piel, ignora
no sólo paradero, mas camino;
es ciego ante la rosa, o campesino
que intrincada metrópolis explora.
Le falta orientación, no se demora
en puntos de interés; es el marino
rasgando el mar sin brújula y sin tino,
huésped que fina exquisitez devora.
Te brindo un tacto en lentitud de arado
que altera en cada surco su trazado
según la condición de las parcelas.
Y te ofrezco un corcel: Llévale al paso
si en calma estás, o al trote; mas si acaso
te urge llegar, aprieta las espuelas.
Los Angeles, 6 de enero de 2010
2303 - Nada queda
Se me va disipando la fragancia
de tu cuerpo desnudo. La he llevado
tanto tiempo en la piel, como el pecado
del que no se reniega o se distancia.
Nombres y amores pierden relevancia
si ajeno muro en torno les ha aislado,
y lentamente el ritmo arrebatado
va tornándose en mera disonancia.
Tu figura, tan bella, se diluye,
neblina ya que absorbe y disminuye
los últimos efluvios de tu aroma.
Ya no me queda nada; estás tan muerta
que si me abrieras otra vez la puerta,
no reconocería a quien se asoma.
Los Angeles, 6 de enero de 2010
2304 - Ahuyentas lobos
Ahuyentas lobos al tocar mi frente,
los que aullando me acechan en manada;
hijos son de la duda, la pedrada,
y las aberraciones de la mente.
Horadándome el pecho ese tridente,
mi actividad quedó paralizada,
la vista en ceguedad, la voz callada,
como si todo yo estuviera ausente.
Mas la serenidad volvió en el acto
al percibir el mágico contacto
de tus sedosas manos en mis sienes.
Ahuyentaste mis lobos. Y lo has hecho
antes de preguntarte, sobre el lecho,
por qué a mí llegas, o de dónde vienes.
Los Angeles, 7 de enero de 2010
2305 - Su inocencia
Me ofreció su inocencia; era tan pura
como orquídea en abril recién nacida.
En el conocimiento de la vida
no podría aprobar la asignatura.
Sombra de niña al rostro, su figura
era todo mujer; si introvertida,
anhelante de hallar una salida
a su imprevista urgencia de aventura.
Parecía, a mi acento sugerente,
haber desembocado de repente
en fervor de inmediata madurez.
Indagó, y expliqué; cada fragmento
de aclaración le fue un adiestramiento.
Y honré su oferta…, una y otra vez.
Los Angeles, 10 de enero de 2010
2306 - El poema
A la sombra del roble, en mi parcela,
suelo rumiar los versos no nacidos;
se me agitan inquietos, en sus nidos,
dentro de mí; su afán me desnivela.
¿Qué prisa tienen de salir? ¿Qué espuela
diminuta les urge a sus quejidos?
¿No debieran callar, seguir dormidos,
y esperar mi llamada en la cancela?
No me apresuro, hay una mano leve
jugando en mis cabellos, que se atreve
a alborotar a veces otras zonas.
¿Poema de palabras o de acciones?
No es elección difícil; mis opciones
tienden a ser poemas de personas.
Los Angeles, 10 de enero de 2010
2307 - Bajo mis versos
Me preguntó, curiosidad de amiga,
quién manipula la ágil marioneta
que danza y flota en mi alma de poeta,
y con su actividad, a qué me obliga.
Su mente fabricaba nueva intriga
de cada verso, como si una grieta
descubriera en el muro la silueta
de otra amante en acción, de otra enemiga.
Y respondí que sí, que no, que a veces,
que hay figuras en cuyas desnudeces
me entretengo o me abismo de repente;
que algunas tienen vida, y otras ruedan
por sueños imposibles, y allí quedan…
Pero no lo juzgó muy convincente.
Los Angeles, 11 de enero de 2010