Breverías
2226
Abierta, abierta, abierta,
como la estepa, como el mar y el cielo,
de par en par, innecesaria puerta,
bandada de palomas en revuelo.
Brazos en cruz, bahía de mis sueños,
trigo en sazón, atado ya en gavillas,
de temblorosos muslos marfileños,
mujer sensual, abierta de rodillas
2227
Qué paisaje lunar, dunas, recodos,
diafanidad sobre tu piel desnuda;
tan cálido y desierto en varios modos,
tan elocuente su belleza muda.
Mi sombra es prolongada, como río
fluyendo sobre ti, que nunca cesa;
y de repente tu paisaje es mío,
y mi sombra se yergue, y te atraviesa.
2228
Ya no hueles a ti, se ha evaporado
el efluvio sutil que te nombraba;
no tienes nombre ya; cuando he llamado,
susurrando tu aroma, contestaba
un rumor agriamente perfumado,
que mi sentido no identificaba.
Cuanto eras tú se lo ha llevado el viento
ligado a tu fragancia. Lo lamento.
2229
Voy a desperezarme, y cuando erguido,
iniciaré febril nuevo trayecto,
ya con propósito o sin objetivo.
Lo importante es andar, por el ejido,
la sierra o la ribera; que el efecto
sea sólo avanzar, sentirse vivo.
El mundo pertenece a quien se afana…
Tal vez…, tal vez empezaré mañana.
2230
Eres como una llama que nevara
sobre mi piel desnuda y aterida;
eres como el corcel que se dispara
sobre mi primavera estremecida;
y eres monopolista que acapara
hasta el mínimo aliento de mi vida.
Invades, y te apropias, y conquistas,
y yo rogándote que no desistas.
Sonetos
2308 - Al otro lado
Tanto lugar que nunca he visitado,
y tantos libros sin haber abierto;
tan afligido de soñar despierto
con tantos besos que jamás he dado.
Tantas ansias de azul, y está nublado,
tanto afán de plantar sin tener huerto,
tanta sed de belleza en el desierto,
y la mano tendida en despoblado.
Copla y palabra de doblez desnudas
oferta son a gentes sordomudas,
adversos al violín y a la verdad.
¿Es éste el mundo que nos cupo en suerte?
Tal vez el otro lado la muerte
nos brinde más genuina realidad.
Los Angeles, 22 de enero de 2010
2309 - En esta aldea
Húmeda la mañana, casi invierno;
es plomizo el silencio, la chopera
falange de esqueletos en hilera,
deshilvanado su disfraz externo.
Callejeo el poblado. No discierno
mansiones de cabañas. No es ceguera,
mas despreocupación. ¿Quién considera
apariencia o nivel en el infierno?
Porque el infierno no es recinto en llamas
al centro de la tierra; mas los dramas
que cada cual recrea y no resuelve.
Y en esta aldea en desnudez de risas,
las mentes y las almas indecisas
son el desliz que sólo el diablo absuelve.
Los Angeles, 22 de enero de 2010
2310 - El alma de la rosa
Amanecen en ti cielos perdidos
que un día fueran éxodos y llamas,
y sobre mí en voracidad derramas
dulce perfidia de ángeles caídos.
Obra son de Luzbel tus alaridos,
pues de su lúbrica obsesión te inflamas,
y enumeras tus noches por las camas
que te abrieran adúlteros maridos.
Nada hay en ti sino voraz lujuria.
Te entregas y avasallas con la furia
salvaje de la mantis religiosa.
Gozo de cuanto ofreces y demandas,
ya a fuego lento o a acrobacias blandas,
pero te falta el alma de la rosa.
Los Angeles, 23 de enero de 2010
2311 - Por tu calle
En la delgada sombra de este ocaso
que se niega a ser noche y ya no es día,
tu calle al sol de agosto me es tan fría
que me estremece el alma cuando paso.
Me detengo en el bar y pido un vaso
del más fuerte licor. En teoría
debiera reanimarme, mas llovía
tanto dentro de mí que no fue el caso.
Observando a través de la ventana,
me traicionaba la visión lejana
de tu balcón ardiendo en crisantemos,
de la explosión de nardos en tu huerta.
La calle, como el alma, tan desierta,
yo en alta mar con sólo un par de remos.
Los Angeles, 24 de enero de 2010
2312 - Publicidad
Quisiera adormecer esta algarada
de voces perturbando mi sosiego;
cuanto más a mí mismo me repliego
más me acosan a fiera dentellada.
Quisiera detener esta manada
de figuras y símbolos en juego
que me invaden la mente, o quedar ciego;
ni les llamé ni apruebo su llegada.
No me tientan ofertas ni reclamos,
ya en toneladas, o siquiera en gramos;
predíquense a sí mismos, en sus casas.
Dejen la mía en paz. No necesito
ni absurda imagen ni estridente grito,
ni ver cómo embrutecen a las masas.
Los Angeles, 25 de enero de 2010
2313 - Nadie es una isla
“No man is an island” (John Donne)
No soy un yo eventual, soy caravana.
Marcho al paso de muchos, pero llevo
mi propio ritmo. Si triunfal me elevo
o me dilato, cada cual se ufana,
porque el éxito de uno, en tan cercana
comunidad de hermanos, es relevo
que todos toman, y en el que me muevo
como una parte afín, no soberana.
Me hiere tu dolor; vibro si gozas;
me uno a tu canto, lloro si sollozas;
eres parte de mí, ya aquí o ausente.
No estás solo, mas interconectado
a otros tús, a otros yos, ninguno aislado,
y nadie ni excluído ni excluyente.
Los Angeles, 26 de enero de 2010
Poemas
Quisiera ver tus ojos
La muerte llegará, y estarás lejos,
a mi postrera realidad, ajena;
así has permanecido tantos años
en los que yo te conservé tan cerca.
Será una habitación vulgar y fría
de cualquier hospital; las enfermeras
entran y salen con el ajetreo
de quien cumple monótona faena.
Tráfico en el pasillo,
donde distante cháchara se enreda.
Miro al techo, de un blanco indiferente,
donde escribir quisiera
mi último grito en verso,
con palabras que sangran y me queman.
Y aparecen tus ojos en el aire,
pálidos, tenues, como si temieran
ser percibidos, como tantas veces
los he visto flotar en mis quimeras,
disipándose al fin, leves alondras
en rápido aleteo, sombra y seda.
Una vez más quisiera contemplarlos,
no los de mi recuerdo, los que llevas
abriéndote caminos, y acarician
antes de que la mano prevalezca,
que besan a distancia,
que en silencio se expresan
con más diafanidad, más arrebato
que lo hiciera la lengua,
los que taladran, se hunden y establecen
en el alma su propia residencia.
Quisiera ver tus ojos
al fin de mi periplo por la tierra,
antes de mi partida, capturarlos,
bajar mis párpados, y abrir la puerta
en ese mismo instante
al mundo transcendente que me espera,
dando el paso inicial, y último paso,
a punto de extinguirse las estrellas.
Los Angeles, 21 de enero de 2010
Hace frío sin ti
Hace frío sin ti,
pero se vive.
(Roque Dalton)
Se me inclina la mente hacia el tiempo en que fuiste;
soy el sauce a tu vera, río de mi memoria,
por donde fluyen todas las cosas que me dijiste
cuando éramos presente, antes de ser historia.
Llevo la piel hendida de tus manos musgosas,
y de tus firmes muslos hendida la cintura;
igualmente marcado por pétalos de rosas
que por el dinamismo de la desenvoltura.
El tiempo se ha llevado tanto de ayer…, no todo;
cuando vienen las lluvias arrastran a su paso
desordenadamente ramaje, rocas, lodo,
contratiempo, por cierto, no absoluto fracaso.
Siempre en el fondo hay algo que tenaz permanece,
contra todo pronóstico, contra toda esperanza,
que al correr de los años se asienta, y no envejece,
y que nos estimula, como punta de lanza.
No sé si me recuerdas, y casi no me importa;
lo que se vive, queda; nadie arrancarlo puede;
no significa mucho cuanto la amada aporta,
sino cuanto el amante contribuye o concede.
Sí, hace frío sin ti, pero se vive; y sueño,
y me prolongo lleno de ti, de tanto gozo,
mucho dolor también, que acepto, y no desdeño,
que amar es sufrimiento tanto como alborozo.
Los Angeles, 22 de enero de 2010