Breverías
2246
Sólo al perder las cosas
pensamos ver su auténtica valía;
fueron tal vez no más que gozo un día,
y al devenir derrotas dolorosas,
se nos disfrazan de oro y armonía.
No vuelvas a mirarlas, son engaños
que hambrienta el alma y contumaz la mente
persisten en tejernos. La serpiente
no se hará ruiseñor, aunque los años
muden su piel. No hay cambio convincente.
2247
¿Cómo olvidar a la persona que amas,
aunque ahora seas náufrago en su olvido?
¿Acaso firme en tus recuerdos clamas
por aquélla que nunca has conocido?
2248
Tú y yo estamos al borde, nunca al centro,
mirando afuera, no mirando dentro.
Tú y yo, nunca nosotros; entidades
que encubren, no comparten, ansiedades.
tú y yo, Jano bifronte, ayer, mañana,
espalda a espalda, nada nos hermana.
2249
Oh, se me alargan hacia ti los brazos
cada noche de insomnio, cada día
de sensorial, deliberado sueño.
Te saluda mi piel a cañonazos,
sobresaltándose mi anatomía,
y sobre tu vacío me despeño.
2250
Me dejaste desnudo,
sin nombre o luz, rumores o fragancia.
Quedé, en un mundo de palabras, mudo,
quedé mendigo en mundo de abundancia.
Lo más triste es que nada te llevaste,
aunque todo te había sido dado.
Y yo llevo en el alma, qué contraste,
cuanto no se me dio, crucificado.
Sonetos
2324 - Palabras
Tantas palabras llegan a mi oído…
Las hay con reciedumbre de atalaya,
otras raudas, gaviotas en la playa,
otras de brisa, sin apenas ruido.
En júbilo me llegan, y en gemido,
y su tono me impele o me desmaya,
y otras, en fin, cruzando cada raya
que hubiera la fineza establecido.
Me conmueven, me tientan, me exasperan,
y si unas largamente reverberan
dentro de mí, las otras las despejo.
Las confiero valor o menoscabo
según provengan de cerebro o rabo,
cada una de su autor cabal espejo.
Los Angeles, 1 de marzo de 2010
2325 - Estéril desnudez
Voy desnudo de ideas y deseos,
desnudos el almendro y la llanura,
desnudo sueña el lago en aventura
de no sé qué imposibles chapoteos.
En el desnudo alcor, los revoleos
de alondras han cesado; la espesura,
desnuda, calla y tiembla, y en la oscura
campiña duermen los campanilleos.
Se ha detenido el mundo, y hace frío.
No sé si es el invierno o el hastío
que me entumece el alma, cuando pienso.
Aunque pensar sin esgrimir ideas
equivale al vaivén de las mareas,
en pertinaz, intermitente ascenso.
Los Angeles, 1 de marzo de 2010
2326 - Manos vacías
Ya no siento las manos, tan vacías;
todo perdido, arena entre los dedos,
racimos de pedrisco en los viñedos,
agua en cesto de mimbres, cobardías.
Ya ni de mí saben llenarse; hay días
en que mis pasos vacilantes, quedos,
las buscan en la hondura de los miedos,
a través de sus vastas galerías.
Saben que están allí, bajo la oscura
capa de olvido, agobio y amargura
de cuantos maduraron su fracaso.
Mas no se dejan ver; manos esquivas
que en sombra de ataúd se entierran vivas,
por no atreverse ni a ofrecer un vaso.
Los Angeles, 2 de marzo de 2010
2327 - Campesina
Hueles a algas marinas, a pan tierno,
a racimos de luz recién cortados,
a la hierba mojada de los prados,
al fuego improvisado en el invierno.
Campesina gentil, de aire materno,
y corazón de sueños mutilados,
se te adosa por todos los costados
nueva espiral de sueños. El gobierno
de tu pequeño señorío exige
renuncias y sudores, y dirige
por rutas más prosaicas tu energía.
Y das a lo pedestre la importancia
que requiere el amor, y la elegancia
del trabajo bien hecho cada día.
Los Angeles, 5 de marzo de 2010
2328 - Espíritu
No tengo forma, ni color, ni peso,
ni me alcanza tu tacto o tu retina,
ni se me siente, ni se me adivina,
pero soy, ah, sí, soy, y canto, y beso.
En mazmorra de barro me hallo preso,
con las alas plegadas, golondrina
cuyo afán de volar se determina
por tenaces intentos sin progreso.
Ves mi exterior y juzgas conocerme,
mas no es el ojo quien alcanza a verme,
el ojo ve la sombra, no el sujeto.
Penetrarás en mí si te desprendes
de tus formas externas, y trasciendes
la materialidad que te hace objeto.
Los Angeles, 5 de marzo de 2010
2329 - Despertar
Te has despertado como ángel caído,
rotas las alas, en campo de rosas;
aún late el sueño de nubes bulbosas,
luz fulgurante anterior al crujido.
Tiembla en tus labios el hondo gemido
de arpa expulsada de orquestas rumbosas;
duele en el alma saber que las cosas
que hemos amado son viento dormido.
Sales del sueño. Las rosas no igualan
gloria perdida, más bien la apuñalan;
nada más bello que etérea quimera.
Quieres volver otra vez a tu sueño,
ávida de astros; utópico empeño;
sueño quebrado es hundida galera.
Los Angeles, 5 de marzo de 2010
Poemas
Diógenes
- ¿Qué buscas, Diógenes, linterna en mano?
- Busco un hombre.
- Pero ¿no ves cuantos hay aquí?
- Esos no son hombres, son esclavos de sus pasiones”.
(En un estadio de Atenas, hacia el año 330 a.d.J.C.)
Con mi linterna voy. Calles y plazas
enjambres son de actividad y vida.
Se pasea, se compra, se conversa,
se pueblan bares y cafeterías;
se satura el ambiente de mil voces
y músicas distintas.
Exploro cada grupo,
indago en cada esquina,
como quien ha perdido algo importante;
la gente me contempla inquisitiva,
como se mira a un personaje excéntrico
linterna en mano en pleno mediodía.
Me preguntan: “¿Qué buscas a estas horas?”
Y se codean; burlas y sonrisas.
“Una mujer”, respondo.
“¿Una mujer? ¿No ves cuántas caminan,
entran, salen, se miran en las lunas
de los escaparates, se maquillan
ante sus diminutos espejuelos,
se dedican al ocio o a la intriga?”
“No veo una mujer, veo remedos,
artículos de lujo, baratijas,
acequias secas, rosas deshojadas,
objetos varios de coleccionista,
brillos superficiales
ambiciones furtivas.
Yo busco una mujer, no de ventana,
sino de puerta abierta, de acogida;
cuya fachada, si elegante, encierre
columnas de conceptos, celosías
de actitudes y voz confidenciales,
con alma de violín o mandolina,
sin pedestales a que se encarame,
sin pedestales a los que me adscriba,
consciente de mi sed y de la suya,
digna de admiración sin que se exhiba.
Que el ritmo de su pie siga el del mío,
y siga mi latido al de ella misma.
La tuve un tiempo atrás. ¿O la he soñado?
Y la perdí al embate de la vida.
Pero llevo en el alma su tatuaje,
y es la imagen que busco día a día.
Otras se han acercado, mas no encajan
en el perfil que guardo y me electriza.
Tal vez nunca la encuentre, pero sigo
irrenunciablemente mi pesquisa.
Si es vida plena, auténtica, el hallazgo,
moverse en la esperanza es media vida.”
Los Angeles, 3 de marzo de 2010
Resonancias
He dejado en tu piel surcos de sangre,
no de la tuya, de la mía propia;
y he plantado semillas de futuros
a los que toda mi ansiedad se agolpa.
Se me enredan placeres en la carne
que no quiero aceptar si no te nombran.
Oigo tu voz como tronar de bronce
desde los campanarios de la aurora,
reteniendo en angustia mi partida,
y es cascabel al renacer las sombras.
Toda mi noche es tuya, sexo y alma,
rodando entrelazados en la alcoba.
Pero el día es ensueño, y añoranza,
y es reloj con tictac de largas horas.
Estás en mi teclado, que mis dedos
presionan, y sugieren, y galopan,
y la pantalla me traduce frases
íntimas, sorprendentes, que se asoman
con un rubor impropio de los textos
en que debiera transcribir mis notas.
Conocen ya tu nombre en mi oficina,
tantas veces mis labios se equivocan,
que despiertan benévolas sonrisas,
y miradas furtivas. Oh, qué antorcha
enarbolo por ti en tales ausencias,
cómo a través de mí fluye tu aroma.
Quise ocultarte en manto de secreto,
mas todo en mí tu realidad pregona.
Los Angeles, 4 de marzo de 2010