Breverías
2251
Tú, que contemplas el retrato abstracto
que a blandos rasgos perfilé en mis versos;
tú, que sigues las rutas de mi tacto,
mis anclajes, ya ingenuos ya perversos;
tú, que tal vez adivinar quisieras
qué resorte me mueve,
adéntrate en la cueva de mis fieras,
si tu piel y tu espíritu se atreve.
2252
No sé cómo podar tanto ramaje
que me circunda y por el que me pierdo,
adelgazar las líneas del recuerdo,
desmantelar su incómodo bagaje.
Quiero cortar, borrar, desbloquearme
de cuanto fue, cuanto juzgué genuino,
y abandonar de un golpe ese camino
en que ella decidió no acompañarme.
2253
Escucho aldabonazos a la puerta,
y atisbo, sin abrir, por la mirilla;
desolado, pretendo estar ausente,
dejándoles pasar. ¿Habrá una oferta
a nivel de fervor, no pesadilla?
Lo hasta ahora visto es tan intrascendente.
Ah, si viniera
quien ejerza de amante y compañera.
2254
¿Por qué, si el calendario
planifica el futuro,
me sorprendo mirando a lo pasado?
¿De qué me servirá hacer inventario
de hojas muertas, si así no recapturo
el espléndido otoño malogrado?
2255
Apareció de nuevo.
Ni mi primera fue, ni la más bella,
ni quien más hondamente me incitara.
Pero llegó como el primer renuevo
del almendro podado, como estrella
que a la noche estival se adelantara.
Y sonrió, como hace tantos años
bajo la luna clara y en temblores.
Y me habló de congojas y de amores,
y le hablé de arrebato y desengaños.
Sonetos
2330 - Invisible
Quiero atraparte, aunque no sé quién eres,
ni tu edad, ni tu imagen, ni tu idioma;
no sé si estás en Nueva York, o en Roma,
en Madrid, en Atenas, en Amberes.
No obstante te percibo, te me adhieres
como lapa obsesiva; y el aroma
de azahar, el zureo de paloma,
la sensual languidez de otras mujeres
te otorgan realidad, aunque invisible,
te recrean en mí, tan accesible
como si te llevara de la mano.
Te conozco tan bien…sin conocerte,
que he llegado a vivirte y a quererte,
aunque una voz me increpa que es en vano.
Los Angeles, 12 de marzo de 2010
2331 - Quimera
Quebrar un día de oro las cadenas
que nos inmovilizan, y asombrados,
sentir los cosquilleos olvidados
de alas pugnando por brotar; y apenas
agitadas en zambra de colmenas,
cobrar altura sobre los tejados,
rebasando atalayas y collados,
y el pulso acelerándose en las venas.
Y en esta libertad recién lograda,
en que cada mendigo es camarada,
y cada ser atípico es hermano,
no habrá lugar a absurdas jerarquías,
todos iguales, pero no los días,
cada uno un mundo nuevo en nuestra mano.
Los Angeles, 12 de marzo de 2010
2332 - Punto de apoyo
Me has descolgado de la incierta rama
a que tenaz permanecía asido;
primero robustez, luego crujido,
vaivén después, y al fin el panorama
de insostenible fe que se derrama,
sangre sobre la arena, y el sentido,
exhausto, como el alma, y malherido,
sobre el glacial vacío de la cama.
Tu deserción, en parte sorprendente,
y en parte previsible, fue accidente
con su dosis de adverso fatalismo.
Hoy miro atrás y reconozco el yerro
de haberme asido a ti. Desde hoy me aferro
a la rama más sólida, a mí mismo.
Los Angeles, 15 de marzo de 2010
2333 - Esos días
Esos días de látigos y arpones,
que a golpes dejan el vigor maltrecho
y atraviesan la cámara del pecho;
esos días de sombra y panteones
que apagan nuestras lúcidas visiones
y enarbolan guadañas al acecho;
días de cerraduras en el lecho,
silencios en la calle, decepciones;
más que de oasis, días de guarida,
y que, empeñados en llamarles vida,
no son sino semblante de la muerte;
martillo pertinaz que nos tritura,
sin que haya nadie en esta coyuntura,
si es alucinación, que nos despierte.
Los Angeles, 16 de marzo de 2010
2334 - Estos días
Estos días de luz y de alborozo
no miran hacia atrás, son de esperanza,
de hoy, de mañana; dique a la añoranza
que vuelve a lo perdido, y al sollozo.
Quien vive en el ayer vive en el pozo
del fracaso, de la desconfianza;
pero estos días son bajel que avanza
por mar abierto, rostro sin embozo.
Estos días exhiben, no disfrazan,
aceptan y protegen, no rechazan,
de abrazos son, de piel en estallido.
Estos días te llaman por tu nombre,
y te hacen más mujer, y a mí más hombre;
la de ayer se murió, tú me has nacido.
Los Angeles, 16 de marzo de 2010
2335 - Renacido
Oculto bajo el alma, en esa zona
en que se albergan pieza sobre pieza
episodios y nombres, donde empieza
la sombra del olvido, y arrincona
sus bártulos la historia, y su corona;
en esa cripta escasa de grandeza,
archivo cuanto ayer fuera riqueza,
y es hoy trivialidad que se abandona.
Nunca la has visto; el centro preeminente
que en mi espíritu ocupas, no consiente
que te turbe el rumor de mi subsuelo.
Soy nuevo para ti, recién nacido,
si con la madurez del que ha vivido,
con el candor de vírgenes sin velo.
Los Angeles, 17 de marzo de 2010
2336 - No moriré
“Hace frío sin ti, pero se vive.”
(Roque Dalton)
Se dilata el mercurio, y en su ascenso
la línea oscura acecha los cuarenta;
no obstante, siento frío. Me ensangrienta
toda el alma tu imagen, si te pienso.
No moriré. Si herido, si indefenso
la vida sus trofeos me descuenta,
me diré que es errática tormenta,
incidental, como espiral de incienso.
No he de morir. Tal vez no recupere
la estatura o el músculo. Se muere
cuando se mira demasiado atrás.
Yo viviré. Si en frío y en ausencia,
con la certeza de que mi existencia
de mí depende, no de los demás.
Los Angeles, 19 de marzo de 2010
Poemas
Primera vez
Eras entre mis manos, inesperadamente,
como una sombra tímida, como una lluvia blanda,
como un pájaro tibio. Tu mirada inocente
era umbral de sorpresas que cada roce agranda.
Llegaste como un ángel que hubiera tropezado
sobre el borde impreciso de su nube espumosa,
descubriendo paisajes de que nadie le ha hablado,
y anclado en la fragancia de su primera rosa.
Arropada en silencio y en temblores, querías;
ni tu mente en recelo ni tu piel en rechazo;
se solidificaban las viejas fantasías
en genuino despliegue de arrebatado abrazo.
Tus ojos, que en principio de timidez me hablaban,
fueron gritando audacias, y marginé mis frenos;
y te fui desnudando, paso a paso, y doblaban
campanas en tus venas al liberar los senos.
Ah, qué metamorfosis se operó en ese instante.
La cohibida paloma se transformó en halcón,
la gacela, en pantera, y en decidida amante
la mocita que apenas sabía su lección.
Eras entre mis manos, inesperadamente,
deslumbrador relámpago, tormenta de agua y fuego,
no eras pájaro tibio, sino febril serpiente
cuya espiral me estrecha, en seriedad y en juego.
Los Angeles, 13 de marzo de 2010