Breverías
2256
Llueve, llueve; se nublan las ventanas
amenazando noches prematuras;
que llueva, que en las calles aldeanas
broten paraguas; que en las angosturas
de cada sala, jóvenes y ancianas
hilen la rueca de sus desventuras.
El tacto de la lluvia es madrigal
salmodiando tu nombre en el cristal.
2257
Del color de los ángeles sus ojos,
sus labios del sabor de la embriaguez,
y al prosternarse frente a mí de hinojos,
fue toda libación, toda avidez.
2258
Es su desnudo música abismada
que nadie escucha, a la que nadie llega
sino yo, rasgueando cada nota;
cadencia táctil, viva llamarada,
vibrando en cada cuerda, que congrega
mis fuerzas en su vientre, y las agota.
2259
Eres mi libro abierto, tan abierto
que puedo entrar en ti, e interpretarte
tal como fuiste escrito, sin ambages.
Te estudio, en cada página me vierto
como si fuera toda tú, no parte
de texto tan variado en sus mensajes.
2260
Brazos abiertos, cóndor de tus Andes
desplegando las alas sobre huecos
a punto de colmarse, convulsivos.
Desciendo sobre ti; cuanto demandes,
o anheles, o sugieras serán ecos
de mis propios instintos agresivos.
Aterrizando voy en tus colinas,
simas, mesetas, tantos objetivos…,
penetrándote al fin por las retinas.
Sonetos
2337 - Hostil segadora
“Mais la vie sépare ceux qui s'aiment
Tout doucement sans faire de bruit
Et la mer efface sur la sable
les pas des amants désunis.”
(‘Les feuilles mortes’, de Jacques Prévert)
No siempre la guadaña es instrumento
del puño descarnado de la muerte;
la vida en ocasiones se convierte
en segadora hostil, y en tal momento
la fe entre dos, su mutuo acoplamiento,
su única voz, son luz que se convierte
lentamente en neblina, contrafuerte
en letal, progresivo agrietamiento.
Quienes vieron su amor irreversible
le van dando carácter rescindible,
y la rueda del tiempo le tritura.
En sequedad, estéril, consumido,
los amantes le ven cómo se ha ido,
yéndose ellos también, tras la ruptura.
Los Angeles, 24 de marzo de 2010
2338 - Llegó la pólvora
“Intuyo que una hoguera tan perfecta
nunca nadie podría ya encenderme.” (Carmen Conde)
Se me incendió la vida; la que fuera
cíclica sucesión de años perdidos
con pálidos destellos, extinguidos
al soplo de la brisa tempranera.
Pero llegó la pólvora; ella era
blanda y voraz, fogatas y estallidos,
y se abrazó a mi leño, y mis sentidos
sobrepasaron su última frontera.
Trabado en ella no extendí la vista
más allá de su entorno; mi conquista
se unció a mi rendición; mutuo proyecto.
Si al fin batido por los avatares
de tiempo, circunstancias o lugares,
no por eso dejó de ser perfecto.
Los Angeles, 25 de marzo de 2010
2339 - Con todas las opciones
Hueles a bajamar y a rosaleda,
y en suavidad de espuma y de corola
te meces en la brisa, rama y ola,
cruz de aroma y salitre, añil y seda.
Soy peregrino en ti, que eres vereda
por donde va mi piel, desnuda y sola;
y en tu rubor en llamas de amapola
un arcángel impúdico se hospeda.
Eres visión carnal de San Antonio,
y yo aparezco, turbador demonio,
solicitando afable tu caída.
Mar y rosa, vereda y tentaciones,
ábrete a mí con todas las opciones
de un cuerpo en flor y un alma estremecida.
Los Angeles, 26 de marzo de 2010
Poemas
Era un pueblo de luz
“Que c'est triste Venise
quand on ne s'aime plus.”
(Charles Aznavour)
Se me rompen las piedras
de este poblado en que viví contigo;
se cierran sus ventanas,
enmudece el bullicio,
se agrietan los balcones,
se apagan los hogares encendidos;
yo, frente al mar, afable en otros tiempos,
de espaldas a los últimos vestigios
de las desiertas, lúgubres callejas,
en que hasta los geranios se han dormido.
Era un pueblo de luz y de colores,
llevando a cuestas abundantes siglos,
pero joven también, con el encanto
de pertenencia, aun siendo peregrino.
Las calles empedradas,
los arcos señoriales, el castillo,
guardián en lo más alto, la abadía
con su campana, inevitable grito
de bronce de hora en hora,
y el albergue, su idílico recinto
renovación nostálgica
del antiguo palacio del obispo.
Todo tan bello en nuestro tiempo de oro,
todo hoy tan muerto, como si un martillo
de vientos invernales
descargara su clima de patíbulo.
Deambulé por el pueblo,
solo esta vez, sin ti. Qué sinsentido.
Era como pasar, desapacible,
por un nuevo Jardín de los Olivos,
su olor a muerte, el beso en la mejilla,
la fuga desleal de los amigos.
Era como pasar, en la postguerra,
por un paisaje semidestruído,
encinas y nogales mutilados,
viviendas humeantes, y el camino
tan solitario y triste
como si no llevara a ningún sitio.
Y sin embargo el pueblo no ha cambiado,
han cambiado mis ojos, y yo mismo.
Los Angeles, 23 de marzo de 2010
Las cosas perdidas
“Why do people have to
lose things to find out
what they really mean?”
(Anónimo)
Desde la sed valoro más el agua,
y la luz, a su vez, desde las sombras;
sabe de libertad quien la ha perdido,
y el expoliado aprecia más las cosas.
Cuanto más nos azotan los reveses
mejor dimensionamos nuestras glorias.
Tal afán de negar lo que tenemos,
o, cuando menos, de ignoralo, agosta
en nuestras manos prematuramente
la primavera hilada en cada rosa.
Cuando decimos que el amor se ausenta,
es la pareja haciéndose remota;
queda el amor, tornándose más vivo,
más sangrante también, porque se inmola
ante el altar de un dios que da la espalda,
legándonos la hiel de la derrota.
Y es entonces que se abren nuestros ojos,
viendo la soledad de nuestra alcoba,
el fondo de la alforja descosido,
y los andrajos de las nuevas horas;
no hay arrullo en la cuna del abrazo,
y nuestro orbe interior se desmorona.
Y miramos atrás. Y contemplamos
un universo idílico, de aromas,
de seducción, susurros y canciones,
de húmeda piel en diestras maniobras.
Nuestro íntimo barómetro refleja
evaluación en alza de las formas,
tactos, valores, estremecimientos,
que ya son del ayer, mas que se agolpan
como tropel de niños mendicantes
a nuestro alrededor, y nos acosan
con la visión de lo que nunca vimos,
y que hoy, al no tenerlo, nos desborda.
Ah, la magnificencia inadvertida,
que sólo si se pierde se recobra.
Los Angeles, 25 de marzo de 2010
Eva
Voy delineando cada rasgo tuyo
sobre un lienzo invisible en mis adentros.
Nadie lo entendería; no es abstracto,
ni disforme, ni caricaturesco.
Pero dotada estás de nuevos órganos,
de extraordinarios miembros,
enfatizando férvidas funciones,
primándose la acción sobre los frenos.
He amasado mi arcilla, y la utilizo
como quien soy, amante y alfarero.
Un tercer brazo, y un tercer oído,
un tercer ojo, un haz de movimientos,
una segunda lengua,
y una extensión del vértigo del sexo.
Todo nuevo, hacia mí, no inaugurado,
sin tibias huellas y sin usos previos.
Virgen el tacto, yo el primer sonido,
primera imagen y primer aliento,
primer temblor, primeras humedades,
y primera irrupción, firme y erecto.
Mi primera mujer enamorada
en Edén de serpientes y deseos,
prohibiciones quebradas,
e inocencias perdidas entre sueños.
Ven al pie del manzano,
roba todos los frutos de mi cuerpo,
y si te ves desnuda es que lo estamos,
y si te ves feliz, no tengas miedo,
que mañana vendrá sólo mañana,
pero hoy es hoy, y es todo nuestro tiempo.
Los Angeles, 25 de marzo de 2010
Hablo por los ojos
Río por las palabras, pero hablo por los ojos.
La mente habla en directo, sin mancas expresiones.
Las frases son ideas cautivas en cerrojos,
y sujetas a exégesis, o múltiples versiones.
Necesitas intérprete si escuchan tus oídos;
la lengua es imprecisa, cuando no fraudulenta;
por las retinas brotan exactos, sin sonidos,
cada queja o afecto, cada espina o afrenta.
Clávate en mí; te miro con el alma desnuda
que tus ojos absorben, desembocando en ti;
¿qué mensaje más bello, sin confusión ni duda,
se te habrá dicho nunca, como el que ves aquí?
Te estoy hablando a gritos, pero no bullangueros,
íntimos, silenciosos, que nadie más percibe;
escucha esta mirada de tangos y boleros
como una vida entera que se te circunscribe.
Los Angeles, 27 de marzo de 2010