Breverías
2411
No grites tanto amor, que me ensordeces;
susúrralo, no más. Hay tanto ruido
cruzando nuestros límites, que a veces
se nos rebela el duende del oído.
La palabra desnuda, subrepticia,
lleva temple más vivo y penetrante;
y si al hablar, envuelve y acaricia,
tendrá la madurez de buen amante.
2412
Mis ánforas rebosan de tristeza,
y del amor voraz que nadie toma.
Tantas copas colmadas y vertidas…
¿Dónde la persuasión, la gentileza,
diestras en la estrategia y el idioma
de la sensualidad entre dos vidas?
2413
Mis manos en las tuyas. Fluyen ríos,
no sé si de inquietud o lava ardiente,
bajo la superficie de tu piel.
Y en cada uno de tus escalofríos
se hace tu voluntad más transparente,
mujer fundida de arrebato y miel.
2414
En los grilletes del amor perdido,
en la sombra mental del calabozo
que erigiera el recuerdo a cal y canto;
por la distancia y orfandad vencido,
aún me llega su voz, y ese es mi gozo;
mas no alcanzo su piel, y ese es mi llanto.
2415
Desnuda era más bella,
sin disfraces de seda o maquillaje.
¿Acaso el ópalo, el clavel, la estrella,
requieren ornamentos o ropaje?
Sonetos
2549 - El hijo
El hijo que tu vientre hoy abandona,
que abre los ojos a esta luz templada,
y ya habla a gritos, sin decirnos nada,
o son tal vez verdades que pregona;
este ser entrañable que corona
nueve meses de dudas, de callada
y anhelante esperanza, ya colmada
en su tierna apariencia retozona;
este punto de vida diminuta
colgado de un pezón, que te disfruta
libando el néctar, frágil colibrí;
te llamará, con embeleso, madre,
e impropiamente habrá de llamar padre
a quien nunca lo fue, porque lo fui.
Los Angeles, 13 de enero de 2011
2550 - Parábola (II)
“Y diré a mi alma: alma, ya tienes bienes
para muchos años: descansa, come, bebe,
banquetea. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche
te arrancarán el alma. Lo que allegaste ¿de quién será...?” (Lucas, 12, 20)
El toque mágico de Midas tienes,
transformas todo en oro entre tus manos,
o en rítmica belleza. Los veranos
colman de rubia mies tus almacenes;
te coronan de pámpanos las sienes
las bacantes de otoño, y en paganos
ritos de vino y risa, cortesanos
y plebeyos acatan cuanto ordenes.
De pétalos de rosa en primavera
cubres tu lecho, y siempre una ramera
te ofrecerá el placer que has requerido
Mas un crepúsculo de invierno oscuro,
al cortársete el hilo del futuro,
tus cosas quedarán, tú te habrás ido.
Los Angeles, 13 de enero de 2011
2551 - Fragancia
Olfatea mi perro cada pieza
de indumentaria sobre mí, y archiva
en su íntimo fichero cada activa
emanación que capta su agudeza.
Cada volumen de su elenco empieza
por nombre, fecha y sitio, y en festiva
prosa canina frívolo cautiva
rasgos de júbilo, dolor, tristeza.
Hoy mi perro me acecha, me barrunta,
como si formulara una pregunta
sobre cierta fragancia un tiempo ausente.
Intenta averiguar qué ha sucedido
desde la última vez que ha percibido
tu aroma de mujer en mí presente.
Los Angeles, 14 de enero de 2011
2552 - Sombra (I)
Me adhiero a cada sombra del camino
por el que ingrávida la tuya pasa
las tardes de verano, en que se abrasa
la luz, el aire, el agua del molino.
Sobre cada una ansioso me reclino,
buscando tu silueta, tenue gasa
flotando entre los olmos, y en la masa
de su verde ramaje te adivino.
Y de nuevo te pierdo, y te reencuentro.
Será tal vez porque al llevarte dentro
percibo tu hálito, aunque no te vea.
Ah, recostarme en la señal oscura
que a tu paso marcara tu figura
por las desiertas calles de la aldea.
Los Angeles, 14 de enero de 2011
2553 - Sombra (II)
Sombra plena de luz, luz vaporosa,
inmaterial, tangible, transparente,
iluminándome la piel, la mente,
blanda al tacto, y al ojo clamorosa.
Recuerdo ineludible, que me acosa
como manada de ángeles, corriente
de brisa, de agua, de rumor, de ambiente,
fluyendo sin cesar, amplia, sedosa.
Bebo del manantial que originaste,
vivo de la añoranza que dejaste
a tu partida, sombra aún encendida.
Logro ver el solemne centelleo
que emana de tu entorno, y te rodeo
con brazos de aire, con dolor de herida.
Los Angeles, 16 de enero de 2011
2554 - Sombra (III)
Sombra radiante en la quietud del día,
cuando el calor apaga los rumores;
sombra más sombra ardiendo en los temblores
de esta copa nocturna, tan vacía;
sombra brindando amor en la agonía
de amarga deserción, marchitas flores
rastreando fragancias y colores
sin recobrar su antigua lozanía.
Sombra de ayer, lo solo que nos queda;
opresiva memoria que se enreda
en torno nuestro, anillos de anaconda.
Mágica sombra, y a la vez sangrante,
que busca, espera, llama insinuante,
sin escuchar la voz que le responda.
Los Angeles, 16 de enero de 2011
2555 - Inmóviles relojes
Aguzará el labriego los oídos
cara a la iglesia, en pie tras el arado,
mas la campana mantendrá callado
el rítmico clamor de sus tañidos.
En la inmovilidad de los dormidos
relojes que a su marcha han renunciado,
hallaré adepto, súbito aliado
al ofrecer tu lecho a mis sentidos.
Se ha detenido el sol en su carrera.
Sin mañana, ni luego, nos espera
un punto inmenso de honda claridad.
Se le ha truncado al tiempo el ejercicio
de sus rápidas alas. Te acaricio
a ritmo y plenitud de eternidad.
Los Angeles, 18 de enero de 2011
2556 - Arranca lo plantado
Tanto sembrado en mí, que no devora
ni el tiempo ni la incuria. Mi plantío
se ha tornado en maraña, y este frío
acentúa su imagen turbadora.
Huye de mí, mujer, huye; mas ahora
no lo hagas, como entonces, de vacío.
Arranca lo plantado, este sombrío
vergel abandonado, que aún te añora.
Y llévatelo todo, restaurando
mi parcela a su previo estado, cuando
era terreno extraño a aspiraciones.
Líbrame de raíces, de ramaje,
de todo este cruel, glacial paisaje,
que transformó caricias en arpones.
Los Angeles, 19 de enero de 2011