Breverías
2431
Con cada beso acrecentó mi duda,
con cada duda progresó mi amor.
Oh, maroma que al cuello se me anuda,
oh, desventura de que soy autor.
2432
Las hubo que impulsaron mi arrebato,
sorbiéndome la savia de la mente;
otras fueron materia de contrato,
algo por algo, intencionadamente.
Otras, materia de hambre o algazara,
ligeras huellas de lejano ayer.
Sólo por ti, mujer que un día amara,
pretendería rejuvenecer.
2433
Al borde de tu tacto, mi guarida
quiero instalar, en placidez callada,
donde la vanidad esté dormida,
sin oir el rumor de otra pisada;
sólo de mí cantada y pretendida,
sólo a mi propia piel crucificada.
Al borde de tu tacto, en prospecciones
de nuestras más recónditas funciones,
2434
¿Y qué, si pronostican las estrellas
traición, derrota, desamor o muerte?
¿Quién esculpió clarividencia en ellas?
¿Quién en juez de la vida las convierte?
Oráculos de Grecia, ya olvidados;
arúspices de Roma, ya irrisorios;
charlatanes de siempre, disfrazados
de profetas cargados de abalorios.
Y el infeliz, patético creyente,
en reverencia de quien cobra y miente.
2435
A tu sombra tendido, satisfecho
de tu proximidad, siempre a la espera
del suave roce, la palabra afable.
Mi sensibilidad en firme acecho
de tus acciones, como si creyera
en tu complicidad inevitable
Sonetos
2572 - Voy a hablarte de amor (I)
Voy a hablarte de amor. Del que no entiende
sino quien lleva corazón sangrante.
No del amor eterno, deslumbrante,
que nadie alcanza, aunque cada uno enciende.
Tal amor inmortal nunca trasciende
la novela, o el sueño del amante;
el amor es extraño visitante
que al llegar, como al irse, nos sorprende.
Fugaz es el amor de que te hablo,
mestizaje de arcángel y diablo,
mas sin la eternidad de ambos factores.
Por su arrebato solo se define,
no por su edad; y cuando al fin termine,
no morirán con él los ruiseñores.
Los Angeles, 21 de febrero de 2011
2573 - Voy a hablarte de amor (II)
No morirán con él los ruiseñores.
Volverán a cantar, en un futuro
más o menos temprano, más maduro,
al acallar la sangre sus clamores.
Rueda la vida en ciclos interiores
de nacimiento y muerte, claroscuro
en reinvención perenne, y contramuro
en defensa de agónicos temores.
Porque hay resurrección tras cada muerte,
porque el dolor, con tiempo, se convierte
en nuevo gozo nunca anticipado.
Porque nunca es el fin definitivo,
y aunque hoy sienta morirme, sigo vivo,
y mañana, quizás, enamorado.
Los Angeles, 21 de febrero de 2011
2574 - Vienes y vas
En mi noche te pienso y te deseo,
en mi mente y mi sangre estás de día;
toda mi piel es hambre y rebeldía,
libro es toda tu piel que escribo y leo.
Abierta vienes, y te deletreo
con lenta, maquiavélica osadía,
como si tu vibrante anatomía
fuera a la vez lectura y escarceo.
Tan cerca, tan febril y tan ausente
que logro arrebatarte, y de repente
te haces soplo de brisa entre mis manos.
Ay, que vienes y vas, fantasma de oro,
auténtico bocado que devoro,
espejismo de tactos tan lejanos.
Los Angeles, 21 de febrero de 2011
2575 - Mis palabras
Desbordo mis palabras en su oído,
catarata en azul, ráfaga en verde,
brasa en rojo, y cada una se me pierde
como si carecieran de sentido.
Tal vez la indiferencia, o el olvido,
bestia incorpórea que mis versos muerde,
le impiden escuchar o que recuerde
mi voz escrita, canto sin sonido.
¿Estaré revistiendo mi lenguaje
de extraños símbolos, trivial mensaje,
o sequedad de páramo, sin vida?
No creo. Es una luz que se me enciende,
agua, fuego, cristal… Quien no lo entiende
lleva a cuestas un alma entumecida.
Los Angeles, 24 de febrero de 2011
2576 - Vuelvo
Vuelvo a nuestra ciudad. Sin ti regreso.
Ciudad que nuestra fue, ya sólo mía.
Lloviendo está, mas no como llovía
sobre el paraguas cobijando un beso.
El silencio de entonces, tan espeso
que sólo nuestro diálogo se oía;
calles hoy en confusa algarabía,
que yo, fantasma errático, atravieso.
Ciudad ayer de luz, belleza y calma.
Algo invisible me acaricia el alma,
¿ráfaga evocadora?, ¿soledad?
Ay, tu imagen parece que despierta
en cada florería, en cada puerta,
en cada hotel, mas nunca de verdad.
Los Angeles, 24 de febrero de 2011
Poemas
Sombra
En la penumbra rastreo
la sombra que me cautiva,
y no sé si ella me esquiva
o soy yo que no la veo.
Si su nombre balbuceo
sólo el silencio responde.
Tal vez su forma se esconde
en el fondo oscurecido
de esta noche, o es su olvido
lo que al fin me corresponde.
Indago en plaza y sendero
al alborear el día.
Tantas sombras con la mía,
pero no la que yo quiero.
Sigo inmerso en el reguero
bullicioso del gentío,
y con el pie desafío
a cada sombra a mirarme;
mas todas, al ignorarme,
confirman mi desvarío.
¿Es tanto pedir el roce
gentil, y apenas tangible,
de esta sombra, hoy invisible,
que amé, y no me reconoce?
El sol, marcando las doce,
cada sombra minimiza.
Vuelvo a casa. Se desliza
desfallecido mi pie.
Y parece que mi fe
ya es, más que fuego, ceniza.
Los Angeles, 21 de febrero de 2011
Ven sobre mí
Ven sobre mí, y esparce los cabellos
sobre mi piel desnuda,
brisa rizando el mar de mis trigales
bajo la tibia antorcha de la luna.
Adhiéranse a mi umbral las dimensiones
de tus sinuosidades, cada curva
en vertical descenso, desbordando
los lindes de la blusa.
Hoy seré receptivo, tú agresiva,
ni a artefactos me niego, ni a ataduras.
Cauce soy de tu río,
fluyendo sobre mí, rumor y espuma;
Pero también te quiero en catarata
de arrebatadas aguas, hembra en furia,
asociando a explosión delicadeza,
rosa y pantera, terremoto y gruta.
Quiero sentirme objeto de tus ansias,
descúbreme, cincélame, estructura
mis propias agonías,
desde la insensatez hasta la angustia.
Arquitecta del alma,
modélame a tu imagen; mi penumbra
vístase de tu luz, mis algazaras
dancen al mismo ritmo de las tuyas,
y hallen acoplamiento mis deseos
al engranaje audaz de tu lujuria.
Sobre mi vieja planta, siento alzarse
floresta de columnas,
ojivas, arquitrabes;
me vas reconstruyendo en la tersura
de mi cuerpo inflamado,
qué recepción para tus dobles cúpulas.
Hay en las puntas de tus dedos ángeles
omniscientes, por eso no preguntan;
conocen el paisaje, cada esquina,
cada ángulo accesible, cada ruta.
E improvisan veredas
que nunca imaginara; soy la jungla,
y eres la exploradora; tal sondeo
nunca debiera concluirse, nunca.
Los Angeles, 22 de febrero de 2011
Túnel mental
Eres túnel mental, adormecido,
en que me adentro, sin buscar salida.
Quiero palpar tus sombras,
arañar las paredes de esa cripta
donde el tiempo veló tantas imágenes,
revelar sus enigmas
exhumando los frescos estampados
de otras edades, ciegas galerías
de colores ocultos, de semblantes,
de arcanas narrativas.
Lo has olvidado todo,
o fue tal vez bloqueo; no se olvida
tanta historia vital, tanta efeméride,
tanta vivencia, arrebatada o tibia.
Voy a alzarte los párpados del alma,
y a golpes de destello en sus pupilas
reavivar la memoria
yacente en tus murales, adormida.
Estallará la luz, y un viento nuevo
dispersará humedad, polvo y ceniza,
surgiendo de los muros las figuras
del pasado que ignoras. A él adscrita
se halla el misterio de tu vida toda,
que debiera durar toda tu vida.
Huérfana ya no más de los recuerdos,
sabrás quién eres, rosa que germina
de la desolación fecundadora
de otra rosa marchita.
No tengo que ausentarme,
mi gozo de tu gozo se deriva.
Los Angeles, 25 de febrero de 2011