Breverías
2436
Mis ojos, y mi espíritu, y mis brazos
llenos están de ti, aun sin tenerte;
sombras en parte, en parte fogonazos,
quiero asirte y no logro retenerte.
Estás, te vas, y aunque te vas, te quedas,
ausente que acaricio, aunque no tengo;
mujer hecha de brisa, que te enredas
a esta obsesión, por donde voy y vengo.
2437
Sólo tuve un amor, los otros fueron
triviales copias del patrón primario,
que sólo en borrador sobrevivieron,
hoy ya no más que piezas de inventario.
La mente los recuerda; retuvieron
su encanto, si atractivo, secundario.
En buena fe y afecto concebidos,
por las fauces del tiempo consumidos.
2438
Amarás como un loco, y habrá un día
que te dejen de amar, sin tú saberlo.
Y entenderás al fin, en tu agonía,
que se vive el amor para perderlo.
2439
Me enamoré de ti por la belleza,
no por la que a tu piel de adorno dota,
mas por la que mi sueño modelara.
Hoy, al mirarte, mi visión bosteza.
La idea en mí forjada es tan remota
que más bien que enlazarnos, nos separa.
2440
Mi camino eres tú, por ti transito
sin ruta fija, por placer de andar;
ignoro si en mis huellas queda escrito
mi nombre, o si alguien lo querrá borrar.
Sonetos
2577 - Bella en tu madurez
Bella en tu madurez, más que lo fuiste
en tu festiva mocedad distante;
ruge en tu entraña un mar desafiante
que en reiterada acometida insiste.
De lúbrica ansiedad tu piel se viste,
toda voracidad insinuante;
oh, quién lograra devenir amante
capturado en la red que entretejiste,
por ti confeccionada nudo a nudo,
trémulos dedos, e interés desnudo
de cualquier ceremonia sin placer.
Cráter en erupción, tu tentativa
de acometividad, brújula viva
que orienta a estremecerse, a estremecer.
Los Angeles, 25 de febrero de 2011
2578 - Fracaso
En amor, ¿quién aprende del fracaso?
Nos quebramos el alma en la caída,
y apenas restañada nuestra herida,
volvemos a beber del mismo vaso.
Y nos decimos: Sólo fue un ocaso,
y una noche, si helada, derretida.
¿Por qué ignorar la nueva amanecida
que despunta y sazona paso a paso?
Nada que refutar en tal idea
a quien acepta que el amor flamea,
como la rosa, sentenciado a muerte.
Mas quien lo inviste de atributo eterno,
planifica infeliz su propio infierno,
que a la espera estará cuando despierte.
Los Angeles, 28 de febrero de 2011
2579 - Te abraza mi silencio
Desnudo, mi silencio te acompaña,
sin atavío inútil, en reposo;
se abraza a tu perímetro sedoso,
cálido efluvio que el espejo empaña,
mas no ofusca la vista, aunque te baña,
ola marina, con el mismo acoso
flexible, suave, frívolo, espumoso,
nueva piel que a la tuya se enmaraña.
Malla de erótico fervor, que apresa
tu presencia total, y la atraviesa,
clavada como en cera emblandecida.
Te ciñe mi silencio, y yo circundo,
como él, porque soy él, tan frágil mundo
como éste que eres, junto a mí tendida.
Los Angeles, 1 de marzo de 2011
2580 - Clandestino amor
Brindo por ti, y en el cristal se aloja
mudo temblor que a descifrar no acierto;
te he dejado mi vida al descubierto,
y transito entre el gozo y la congoja.
Libro soy frente a ti, que hoja por hoja
me ha desnudado el alma; recubierto
de tus ojos, no más. Si estoy despierto,
no permitas que el sueño me recoja.
Alzo por ti mi copa; has irrumpido,
con la fascinación de lo prohibido,
por las íntimas sendas de mi vida.
Qué gozo, y a la vez, qué desventura,
dueño de tan insólita hermosura
y mantenerla para mí escondida.
Los Angeles, 2 de marzo de 2011
2581 - Tienes sabor a noche
Tienes sabor a noche clandestina
ceñida en suavidad de terciopelo,
y avanzo a ti como pantera en celo
que en la captura de su par se obstina.
Este hombre que a tu vista se amotina,
parte cañón y parte violoncelo,
es convulsión crujiendo en el subsuelo,
y es visión que el espíritu ilumina.
Por triple vía vengo a ti, galante:
Mente de soñador, alma de amante,
voracidad sensual provocadora.
Abre las puertas de tu noche, amiga;
hombre soy que se ofrece y no mendiga,
pero invitado a tu festín, devora.
Los Angeles, 4 de marzo de 2011
2582 - Qué ligera tu estela
Hueles a despedida cuando besas,
a momento con ruedas, y con prisa;
besas casi al pasar, como la brisa,
sin dejar huellas en el alma impresas.
Oh, dueña tú del humo y las pavesas,
dueño del fuego yo, de la sonrisa;
qué ligera tu estela, qué imprecisa
tu ruta en estas aguas que atraviesas.
Aspiro a besos firmes; los encuentro
de transitoriedad, y me descentro,
incapaz de quedarme y de partir.
No es perenne el amor, es fugitivo,
mas aún en vida corta , espero y vivo
por un beso capaz de seducir.
Los Angeles, 4 de marzo de 2011
Poemas
Soy infiel a las cosas
Soy infiel a las cosas: Al árbol derribado,
a la piedra pulida, los papeles escritos,
las rosas deshojadas, el cristal, el teclado,
cuantas gritan mi nombre; por no atender sus gritos.
Me rodean, me siguen, me contemplan, me esperan,
como viejos amigos vigilando mi paso;
saben que me han servido, y aún hoy se consideran
súbditos eficientes, ajenos al fracaso.
Tienden imperceptibles manos indagatorias,
como ciegos sentados al borde del sendero;
si de humildes inicios, dedicaron sus glorias
ya a mi confort de plata, o a mi escasez de acero.
El hogar que me alberga, la mesa en que laboro,
los cuadernos que absorben mi aliento de poeta,
la ventana filtrando crepúsculos de oro,
sobre el mudo piano, candelabro y maceta.
Son mis cosas. Las cosas que apenas considero,
sumergido en mi vida de quehacer y rutina;
tengo para con ellas aire de forastero,
con mano que las roza, mente que las margina.
Y sin embargo, forman imprescindible pieza
de cuanto soy y tengo, cuanto enfrento y consigo.
Rozaré sus perfiles desde hoy con gentileza,
como quien da palmadas al hombro de un amigo.
Los Angeles, 3 de marzo de 2011
Besos de artesanía
Me incomodan los besos de fábrica o campana;
son de una misma trama, de idéntico sonido.
Opto por los modelos de técnica artesana,
hechos a la medida, con nombre y apellido.
Hazme un beso de barro, de mármol, de madera,
pero bien trabajado por tus manos de artista;
atavíalo de hambre, calor y primavera,
instálalo en tus labios, y ante mí te desvista.
Yazga entre ambos su aroma, su textura, su aliento;
sobre mi piel desnuda, gentil mariposee,
ya en su humedad, convulso, ya en su vigor, violento,
o en sus múltiples formas, audaz se balancee.
Lleve el temblor inédito del beso que iniciara,
estrenando tus labios, tu juventud de amante;
y la ansiedad del último, que el alma te quebrara
al ver en tu futuro tanta ruina humeante.
Mas no es tiempo de huellas ni presagios; es hora
de besar simplemente, con la vida en la mano;
esta vida instantanea, que no admite demora,
esta mínima nota vibrante en el piano.
Los Angeles, 4 de marzo de 2011