Breverías
2441
Me vengaré de ti. No por la espada;
no con voz de rumor o de estallido;
no en agresión frontal, ni en emboscada.
Me vengaré de ti con el olvido.
2442
Te abriré los más íntimos paisajes
de mi mundo interior, por donde vagan
desnudas mis memorias, personajes
de vida y luz, que ni huyen ni se apagan.
Les tenderás la mano, y afectivos
se te aproximarán con la bandeja
de sus viejas vivencias, los archivos
en que su ayer, el mío, se refleja.
Y aprenderás, al revisarlos, cuánto
logré vivir, del beso al desencanto.
2443
Ah, mi placer mayor, el que cautiva
la más honda ansiedad que me atenaza;
el que se acerca a mí, casi me abraza,
y al intentar su posesión, me esquiva.
2444
Cuando te amé, se me entreabrió la puerta
del Olimpo, y fui dios, designio eterno;
y cuando mi alma se quedó desierta,
fui de nuevo mortal, perfil de invierno.
2445
Enterradme sin flores, sin rituales,
como quien toma el tren a otra ciudad;
protocolos y pláticas banales,
¿a qué muerto le importan de verdad?
Más bien incineradme, y mis cenizas
dispérselas el látigo del viento;
que sus mínimas formas quebradizas
se disuelvan sin rastro, sin lamento.
Sonetos
2583 - Atardecer
Hay fuego en tu cabello, hay llamaradas
tremolando en el aire de la tarde,
rojo crepúsculo que en ascuas arde,
o revuelo de alondras asustadas.
Y vienes hacia mí por las calladas
rutas del adulterio, sin alarde,
con leve timidez casi cobarde
que amordaza el rumor de tus pisadas.
Mas la intención vehemente que te guía
es polvorín sensual que estallaría
con el sólo chispazo del contacto.
Acércate, mujer, que el sol recuesta
su disco en el ocaso, y nuestra fiesta
ya levanta el telón del primer acto.
Los Angeles, 7 de marzo de 2011
2584 - Otro capítulo
Arqueada la espalda, a ritmo lento,
y arrastrando los pies, vuelves rendida;
te agobia el infortunio de una vida
malgastada en sumiso ofrecimiento.
Ni el encono subsana, ni el lamento,
cuanto ayer sucedió, fruta podrida
que es preciso arrojar; no se te impida
reformar el espíritu harapiento.
Tú, como todos, mueres y renaces
una vez y otra vez. Los desenlaces,
si dolientes, no son punto final.
Pasa página, inicia otro capítulo,
que si la vida sólo tiene un título,
eres tú quien aporta el material.
Los Angeles, 7 de marzo de 2011
2585 - Derrumbe
Se vio más como historia que proyecto,
confrontando el crepúsculo vacío
caminando hacia atrás, perdido el brío,
y la niebla enturbiando su intelecto.
Se dejaba morir. Bajo su aspecto
de madurez sensual, sangraba un río
de fatiga y desmayo hacia el hastío,
como si fuera el fin de su trayecto.
Al mirarse al espejo no advertía
lo que admiraban tantos, la energía
de su mundo interior, y su belleza.
Era mujer de múltiples talentos,
capaz de someter los cuatro vientos,
pero sólo observaba su tristeza.
Los Angeles, 8 de marzo de 2011
2586 - Mensaje virtual
Era el susurro de una voz lejana;
voz sutil, sin relieve ni silueta,
sin colores ni curvas. Incompleta.
Nada que acariciar, etérea, arcana.
Desnuda de sonido. Filigrana
de escritura, ya lúbrica o discreta,
que a su modo el espíritu interpreta
como intención que de sí mismo emana.
Tenue murmullo que en hablar se obstina,
penetrando su texto en la retina,
e insinuando propuestas a la mente
que sólo ésta quizás ha imaginado.
Soñador sopesándose adorado
por requiebros de amante inexistente.
Los Angeles, 9 de marzo de 2011
2587 - No hay ermitaño en mí
No sé dónde te he visto, si a mí llegas
entre sueños de lúbricas figuras,
o en las voluptuosas aventuras,
irreverentes, de las diosas griegas.
La multitud desnuda que congregas
en torno tuyo, y que hacia mí conjuras,
tropel de muslos, senos y cinturas,
definen cada forma que me entregas.
¿Tendré en mí al eremita San Antonio,
viniendo tú, arrebatador demonio,
con múltiples propuestas de lujuria?
Débil la voluntad, vivo el deseo,
no hay ermitaño en mí. Ven, que poseo
alma en voracidad y cuerpo en furia.
Los Angeles, 10 de marzo de 2011
2588 - En la sombra
Al amparo de tibia candileja,
grácil temblor y centelleo escaso,
rumia el sabio; y el sol es al ocaso
cuando a la noche a media luz corteja.
El dios de la penumbra te proteja,
y al caminar, te salvaguarde el paso;
deslumbrante de luz viene el fracaso,
y el éxito en la sombra se apareja.
Sin opinión, la multitud se hacina
al foco de atención, y subordina
a lo superficial lo relevante.
Tu destino en la vida es lo contrario.
Irás contra corriente, en solitario,
y en tu penumbra te verán gigante.
Los Angeles, 11 de marzo de 2011
2589 - Percepciones
En la vida, anaquel de percepciones,
nada es como es, sino como parece;
lo que te bisbisea, me ensordece;
y son mis rosas para ti aguijones.
Oigo en tono de llanto tus canciones,
tu sobrecogimiento me adormece,
y la mujer cuyo aire me estremece
no provoca en tu piel alteraciones.
Sancho verá, con ojos campesinos,
por los campos manchegos, los molinos
que Don Quijote estimará gigantes.
Los ojos miran, la razón nos miente
a cada cual de acuerdo a lo que siente.
Tantos pequeños mundos discordantes.
Los Angeles, 12 de marzo de 2011
Poemas
Hoy es triste la lluvia
Hoy es triste la lluvia. Casi siempre es sonrisa,
cristalina querella, rozándome el oído,
resbaladizo tacto, dibujándome el rostro,
pétalos diminutos en abandono tibio.
Hoy tiene la nostalgia de un violín en la tarde,
bordando en las ventanas la canción del olvido,
salpicando las calles de lamentos amargos,
dilatando las horas en dimensión de siglos.
Ayer la contemplábamos, desnudos en la alcoba,
rociando los campos bajo el cielo plomizo,
sintiendo el taconeo de su danza en las tejas,
leyendo en los cristales extraños jeroglíficos.
Ni enlutaba la mente, ni ensombrecía el alma,
nos pulsaba, tan suave, su mágico latido
como el dedo del ángel, la pluma de la alondra,
tan entrañable, acaso, porque estabas conmigo.
Hoy la observo yo solo, detrás de la ventana;
ni percibo su gozo, ni es su rumor idílico.
Sólo una mueca triste parece su sonrisa.
Tal vez llora por algo. Tal vez soy yo quien gimo.
Los Angeles, 8 de marzo de 2011