Breverías
2461
Águila puede ser cada poema,
desplegando las alas, silenciosa,
y elevándose a altura sorprendente.
Y puede ser embarcación que rema
bajo esfuerzo de frente sudorosa,
incapaz de avanzar contra corriente.
2462
El crepúsculo es de oro, y yo sentado
bajo el balcón, mirando las ardillas,
ajeno a coloridos y rumores.
Yace el libro cerrado
sobre la ociosidad de mis rodillas.
Duermen en él, y sueñan, trovadores.
Mañana lo abriré. Si es que en mi sueño
se agiganta lo que hoy es tan pequeño.
2463
Un hilo cósmico, sutil, enlaza
las almas que comparten semejantes
perfiles de sentido y sentimiento.
Quien se atreve a seguirlo, al fin abraza
la armonía y belleza fascinantes
que rigen el taller del firmamento.
Tiende tu mano alrededor, tan suave,
que en la delicadeza está la clave.
2464
Hay un beso en mis labios, recibido
no sé de quién ni cuándo.
Fue signo tiempo atrás de algo prohibido,
que se va tristemente evaporando.
Tal vez nombre e imagen lo primero
que se deshizo en polvo, en aire, en nada.
Apenas ya una huella en el sendero
de mi vida, canción semiolvidada.
2465
Plenos de fatuidad, gentes de trapo,
autodenominándose poetas,
escriben líneas cortas que, arrogantes,
consideran de seda, siendo harapo.
De la posteridad son las trompetas;
sólo aprendices somos, aspirantes.
Sonetos
2613 - Desfallecimiento
Muero de soledad, de desencanto,
de carencia de ti; yo, que a tu apego
me rejuvenecí, ramo de espliego
aromatizador, y ajeno al llanto.
He vuelto a envejecer. Sigue mi canto,
mas ya perdió su júbilo, su fuego.
Y sin embargo ni huyo ni reniego
de cuanto amé, y me pulveriza, tanto.
Evádanse los días en la espera
de otra luz, de una nueva primavera,
de la resurrección de entre los muertos.
Más que mi cuerpo, mi alma desconfía
de recobrar la mágica energía
para cortar las rosas de otros huertos.
Los Angeles, 7 de abril de 2011
2614 - Pequeñeces
Alcancé a conocer cada pavesa
fugitiva del fuego, cada espina
solapada en la rosa, o golondrina
que al fin del éxodo invernal regresa.
Curioseo el jardín, y me confiesa
cada una sus secretos. Me fascina
su afán revelador, y la genuina,
sosegada honradez con que se expresa.
Será porque me han visto en mi retiro
día tras día, cuando absorto miro
pequeñeces, sentado a la ventana.
Me aprecian como amigo, compartiendo
su primor, enemigo del estruendo,
que sobre mi silencio se desgrana.
Los Angeles, 7 de abril de 2011
2615 - Ofertas
Capto aroma y sabor a diosa griega
bajo los blandos pliegues de la blusa,
mujer que, provocada, no rehusa,
y si, enfrentada a indecisión, se entrega.
Tu Olimpo está en la tierra, y a él se llega
por cien puertas abiertas. La difusa
luz del atardecer, décima musa,
la intensa magia de tu piel despliega.
La observo en sus ofrendas temblorosas,
no de aprensión ni miedo, que las diosas
libremente se dan o se apoderan;
tiemblan por el solaz anticipado;
y no he de ser amante amilanado,
pues sus ofertas de placer no esperan.
Los Angeles, 8 de abril de 2011
2616 - Alma invernal
Es un alma invernal, sin residencia.
Ni bohemia ni ausente: Desolada.
Ha nevado en su adentro, y está helada,
techo y muros en triste decadencia.
Reconoce el estado de emergencia,
a su propia tristeza confinada,
y arrastra sin vigor, frágil, cansada,
los días y las noches. Son su herencia
calles pletóricas que ve vacías,
coplas de amor que suenan hoy sombrías,
bellos paisajes faltos de color.
Es un alma invernal, cuya ceguera
no llega a sospechar la primavera
que se presagia en el almendro en flor.
Los Angeles, 8 de abril de 2011
2617 - Uno de tantos
Se acostumbró a perder. Cada victoria
se tornaba en desastre, cada idea
era un ir y venir de la marea,
perplejidad, sin fija trayectoria.
Dispar, polifacética su historia,
con alguna galante Dulcinea,
y múltiples Aldonzas, su odisea
por la nocturna jungla exploratoria.
Amó una vez, o al menos lo supuso.
Nadie supo, ni él mismo, si era iluso,
o seductor de mente retorcida.
Pero era un hombre solo, uno de tantos,
sonrisas en el rostro, y desencantos
tapizando la urdimbre de su vida.
Los Angeles, 9 de abril de 2011
2618 - Reajuste
Ya no cabalgas látigos de viento
restallando en tejados y balcones;
ni navegas etéreos galeones
de nubes en perpetuo movimiento.
Despierto de tus sueños, y aún hambriento
de odiseas, auroras, emociones,
menguas la expectativa, y te propones
caminar a pie firme en seguimiento
de más recientes, asequibles huellas.
A tal nivel no arrancarás estrellas,
mas será realizable tu proyecto.
Es bello el firmamento, mas lejano.
Sólo aquello al alcance de la mano,
si lo haces tuyo, lo hallarás perfecto.
Los Angeles, 10 de abril de 2011
2619 - Casi no sé quién eres
Casi no sé quién eres, y te quiero.
¿Es amar conocer? ¿Puede la idea
cantarle al corazón, para que vea
la verdad en la flecha del arquero?
Cuánto sabe de mí ese compañero
que comparte mis tardes por la aldea,
y yo sé tanto de él que me permea,
como a tierra sedienta el aguacero.
Mas nunca lo querré como ha llegado
tu vida a penetrarme, que embriagado
de un solo sorbo me dejó tu vista.
Si acaso un diablo rojo ha poseído
mis ámbitos de espíritu y sentido,
me abstengo de la opción del exorcista.
Los Angeles, 11 de abril de 2011
2620 - Va muriéndose el alma
Va muriéndose el alma que me diste
una mañana de olmos junto al río;
eras, más que mujer, escalofrío,
y en tu estremecimiento me encendiste.
El cántico del agua es de azul triste,
sobre un cielo invertido, tan vacío;
ahogados los rumores del gentío,
mi silencio es un grito que persiste.
¿Cómo has sobrevivido, si acarreo
tu alma sobre mis hombros? Su aleteo,
tan débil ya, no le permite huir.
¿Qué ofreces, pues, a quienes te fascinan?
¿Honda oquedad que apenas adivinan,
o una llegada a punto de partir?
Los Angeles, 11 de abril de 2011