Breverías
2466
¿Cómo amarte, mujer, sin poseernos?
Sin rosas, sin abril, sin golondrinas,
¿será la primavera primavera?
Los dominios del alma son internos,
pero sucumben, catedral en ruinas,
si la estructura externa se excluyera.
2467
Esta noche no arrulla, ni musita,
y en nostalgia glacial me desarbolo;
el rumor del pinar se debilita,
se ha dormido la luna, y estoy solo.
.
2468
Empapado de luz hasta los huesos,
se me estremecen todas las ideas,
me exigen libertad todos los besos,
y se apresta la carne a la pelea.
Tú, sustancia de fuego, ángel de arcilla,
albergador del soplo creativo,
la caricia de tu ala en mi mejilla
me hará ser libre, y a la vez cautivo.
2469
Ya no paseas junto a mí; caminas
en la sangrienta noche de mis venas;
nadie nos ve arrullando en las esquinas,
o en el baile informal de las verbenas.
No te tengo; te añoro y me fascinas,
mas no sé si me endulzas o envenenas.
Tal vez, tal vez estoy imaginando
que habrá otra vez. Mas ¿cómo, dónde, cuándo?
2470
Al borde estás de mi palabra. ¿Adviertes
su tono, sus temblores, sus mensajes?
Pienso que no; me la devuelve el eco.
Pero yo sigo hablando. Hay muchas muertes
que no nos estremecen, y paisajes
que miramos sin ver, y un mundo hueco.
Debe correr la voz, cálida, intensa,
por páramo, bancal y recoveco,
no importa quien escucha, mas quien piensa.
Sonetos
2621 - Fin de ciclo
No me quedan silencio ni algazara,
sólo rumor de súplicas me queda,
urdimbre semihostil que se me enreda
obstruyéndome el paso. Si lograra
acallar tales quejas, si escuchara
voces más neutras, música que rueda
con son de hoja otoñal por la alameda,
tal vez mi desnivel se equilibrara.
Porque alguien me dejó desnivelado;
ni amargo ni anhelante ni frustrado,
mas con la sensación de haber herido.
Hay ciclos que se cumplen, andamiajes
que deben desmontarse, y hay viajes
que tocan a su fin. Y hay un vencido.
Los Angeles, 14 de abril de 2011
2622 - Ni gozo ni dolor
Se alarga por la calle la añoranza
de ventanas y puertas y balcones.
Si los de ayer, las viejas vibraciones
ya no palpitan cuando el paso avanza.
Cada año debilita ritmo y danza
que iluminar supieron los rincones
de tanta fe, de tantas intenciones,
que ya la mano, ni la mente, alcanza.
Efímero vivir, extenuado
por costumbre gradual, cuyo pecado
consiste en la derrota del amor.
Y no sé si detrás de los visillos
se repiten los mismos estribillos.
Ni gozo ya me causan, ni dolor.
Los Angeles, 14 de abril de 2011
2623 - Muda palabra
Logras amordazarme, beso a beso,
y te converso sin hablar, vibrante,
palabra mía, muda, palpitante,
con que lo inconfesable te confieso.
Voy por tu piel de pétalo, regreso,
vuelvo a callejear, soy caminante
consciente de que lo único importante
no es la consecución, sino el proceso.
No sé de arte mayor, mejor lenguaje,
que escribir con los dedos un mensaje
capaz de estremecer, de subyugar.
Callen el ruiseñor y el estornino,
cálmese el viento, duérmase el molino;
tú y yo solos, amor, en el pinar.
Los Angeles, 15 de abril de 2011
2624 - Rostro de carnaval (I)
Detrás de la pantalla está el latido.
Ensayará a ocultar su silueta,
rostro de carnaval tras la careta,
mas su pulso no queda inadvertido.
Escúdese en la sombra, en el vestido,
o en el silencio, sonará a trompeta
cada palpitación, bardo o profeta
que no sabe quedar enmudecido.
Podrá alzarse un blindaje, una fachada,
mas tras cada defensa enmascarada,
siempre habrá un corazón delatador.
Esta mujer que hoy vino haciendo alarde
de indiferencia, de que ya es tan tarde,
exuda por sus poros el amor.
Los Angeles, 16 de abril de 2011
2625 - Rostro de carnaval (II)
Y sin embargo no me dijo nada
que no hubiera otras veces reiterado,
como si al insistir en lo alegado
quedara su opinión evidenciada.
Al escucharla, fijo en su mirada,
comprendía ambas partes. Por un lado,
el sonoro discurso, disfrazado,
y por el otro la verdad callada.
Esta mujer, clamor en el desierto,
me deja ver su corazón abierto
tras el claro cristal de sus retinas.
La contemplo en silencio, y al momento
se levanta, y en grácil movimiento,
cierra, conspiradora, las cortinas.
Los Angeles, 17 de abril de 2011
2626 - Estatua de mujer
Atrapada en el bronce: Golondrina
de alas truncadas, incapaz de vuelo;
muda canción, solemne violoncelo
sin cuerdas, y sin vida, en la vitrina.
Todo lo fuiste un día. Bailarina
de corte frívola, flotante el pelo,
en el taller del escultor, modelo,
y tal vez aquiescente concubina.
Al ser fundida al fuego, cuanto fuiste
quedó inmovilizado, te dormiste,
sueño de siglos del que no despiertas.
Mas el dolor de aquel preciso instante
no ha logrado escapar de tu semblante,
mujer sin nombre, que a turbarme aciertas.
Los Angeles, 19 de abril de 2011
2627 - Blanco abrazo
En fuego están mis sábanas; me abraso
en su vivo paréntesis de llama.
Dentro de mí una voz, gimiendo, clama
por volver a colmar de vino el vaso.
Del vino tan añejo, tan escaso,
que pocos reconocen, pues no se ama
de verdad si quien bebe lo derrama,
o si quien brinda sólo va de paso.
Ni despilfarrador ni peregrino,
vine con el espíritu genuino
de quien busca a tu sombra residencia.
Pero tu sombra se evadió, y yo quedo
en este blanco abrazo en que me enredo,
entre el fuego y la escarcha de tu ausencia.
Los Angeles, 20 de abril de 2011
Poemas
Este tren
Este tren que me lleva, que no tiene estaciones,
sólo atraviesa túneles, desconoce paisajes,
y voy solo en su extraño compartimento oscuro,
donde orfandad y tedio no cesan de agolparse.
Yo no compré billete, ¿quién me empujó a subirme,
y en qué punto, si llega, devendrá el desembarque?
Si es la barca de hierro de moderno Caronte,
¿no hay más almas que crucen a las puertas del Hades?
No recuerdo haber muerto; tal vez nadie revive
sus últimos momentos desde un futuro instante.
O tal vez no he vivido, siendo sólo una sombra,
un reflejo en el agua, o un rumor en el aire.
Es glacial el entorno, como cuando se cierran
definitivamente los ojos de la madre,
o interviene el invierno, con su garra de hielo,
rasgando alma y sentidos que abandonó la amante.
No entiendo este viaje, ni si tiene destino.
Quizá me espera el tajo siniestro del arcángel
que aparece en mis noches sin pronunciar palabra,
de actitud ominosa, y esgrimiendo un alfanje.
Cierro los ojos. Oigo tedioso el traqueteo
de las ruedas, narrando, monótono, incesante,
su poema de hierro. Pero no sé dormirme.
¿Seré el sueño en un cuento que nunca ha de contarse?
Los Angeles, 15 de abril de 2011