Breverías
2526
Se me apagan los años,
y sin embargo, se me enciende el mundo.
Voy de menos a más. Los desengaños
más nervudo me han hecho, y más fecundo.
Ya no mido mi tiempo en erecciones,
ni en nombres añadidos a una lista.
Hoy son más y mejores mis opciones,
hombre de población, más que turista.
2527
Frente a mis labios se me abrió tu boca,
y yo, ciervo gentil, por un momento
vi colmillos y fauces de pantera.
Me dejé devorar. Aún hoy evoca
mi mente tu voraz atrevimiento,
y el pulso de mis venas se acelera.
2528
Tú, mi poema inédito, que sigo
puliendo día a día, y alargando,
desconociendo cómo, dónde o cuándo
verá la luz; pero a su luz me obligo.
2529
Me has congelado en ti. Qué largo invierno
vuelve a agostar mis rosas,
contrae mis días, vuelve silenciosas
mis noches, y abre mi aguacero interno.
¿Esperaré al deshielo en primavera,
a través de este tiempo álgido y gris?
¿O deberé emigrar a otro país
de clima más afín a mi manera?
2530
Mueren los días, y los voy pisando
en mi errático andar, hojas marchitas.
Gozaron de color, vida, y visitas
de brisa leve en abandono blando.
No hay desprecio en mi acción, quizá añoranza,
de las cosas perdidas.
Llevamos un caudal de despedidas,
pero la vida avanza.
Sonetos
2694 - Sin descarrío
Sigo siéndote fiel, sin descarrío.
Ni lo juzgas posible, ni te importa,
en tus nuevos montajes tan absorta
que la memoria clama en el vacío.
Desdeño el incesante griterío
de fáciles ofertas; ¿qué me aporta
cada una de sus galas?; ¿quién soporta
la producción en serie del hastío?
Aunque no escuchas, te hablo en tal manera
porque estoy encendiéndome una hoguera
con cada gozo y pena que me agita.
Que te alcance mi voz no es relevante.
Yo sigo siendo el caballero andante
que, entregado al amor, no solicita.
Los Angeles, 12 de agosto de 2011
2695 - Sombras de ayer
Por la pared desliza su silueta
cada sombra de ayer, glacial visita,
ni asentida ni ansiada, en esta cita
en que mi piel sus magias interpreta.
Aunque tú no las ves, mi alma se inquieta
por tal infiltración, raza maldita
que imaginaba muerta, y resucita,
vertiendo su rencor en cada grieta.
Las voy reconociendo una por una.
Fueron algo en su tiempo, y hubo alguna
que redujo mi espíritu a pavesas.
Mas pasaron al mundo del subsuelo.
Y hoy eres tú, temblor y terciopelo,
quien fulmina el pasado cuando besas.
Los Angeles, 15 de agosto de 2011
2696 - Mujer a punto de dormir
Te alcanza ya la pleamar del sueño
con su denso oleaje de fatiga,
y el peso de los párpados te obliga
a desertar el ámbito hogareño.
Aún se abrazan las llamas sobre el leño
en el hogar; se escucha la cantiga
medieval del juglar para su amiga;
a medias aún tu copa; y yo en mi empeño
de alargar el idilio de esta noche.
Mis palabras, mujer, no son reproche,
pues al acariciarte me seduces.
A punto de dormirte. Yo te velo.
Si perdida en las brumas de tu cielo,
vendrás a mí con las primeras luces.
Los Angeles, 15 de agosto de 2011
2697 - Mujer dormida
Tan gentil en el sueño, tan serena,
tal que Afrodita en mármol esculpida,
Bella Durmiente inmóvil, contenida
en urna de aire, a sobresalto ajena.
La vida en torno a ti se desmelena
en su ritmo frenético aturdida,
y tú en perfecta placidez dormida,
piel de azahar, dulzura de colmena.
Te observo, con temor a despertarte.
Si llegaran mis manos a tocarte,
tu Edén presente se evaporaría.
Camino de puntillas, fascinado
por tu calma belleza, y limitado
a tan sutil, truncada compañía.
Los Angeles, 16 de agosto de 2011
2698 - Mujer a punto de despertar
Tenuemente la aurora en los cristales
con sus dedos de luz tamborilea.
Resucitan los ruidos en la aldea,
y alzan el vuelo alondras y zorzales.
Sobre el lecho, comienzan los rituales
de tu apacible despertar. La idea
de amanecer no es clara; titubea
entre ser y no ser; no está en pañales,
pero se acerca ya el alumbramiento.
Inunda tu sonrisa el aposento,
se distienden tus miembros, desenredas
poco a poco la urdimbre de la mente.
Me ves sentado al lado, y de repente
saltan tus brazos y en los míos quedas.
Los Angeles, 16 de agosto de 2011
2699 - Mujer despierta
Esta noche no hay noche, se cancela
la oscuridad, el sueño se revoca,
y abolido el cansancio, se convoca
nuevo vigor, sin norma ni cautela.
Es tu noche, mujer, y se te anhela,
y es también mi momento. Se revoca
todo código o norma que trastoca
nuestra sensualidad, que se rebela.
No dormirás. Tendida sobre el lecho,
tendrás, tendré, tendremos el derecho
de dar, de recibir, cuanto es factible.
Lúcida noche, donde el sólo sueño
será el que cumples, el que desempeño,
cada uno mutuamente transferible.
Los Angeles, 16 de agosto de 2011
2700 - Mujer sonámbula
Tan libre, sin saberlo. No te adhieres
a fórmulas o normas obsoletas;
abandonas el lecho y no te inquietas,
pues en la noche emergen tus poderes.
¿De dónde nacen? ¿Cómo los adquieres?
Casi flotando vas entre macetas,
sin tronchar los geranios, las violetas,
como quien se encamina a sus quehaceres.
Sin vértigo recorres la cornisa,
tal que amasada de rumor y brisa,
si frágil golondrina , tan segura.
Tus discretas, minúsculas pisadas,
no dejan huella, son tan delicadas
como si fuera el alma tu envoltura.
Los Angeles, 17 de agosto de 2011
Poemas
Temprana edad
¿Quién habrá cosechado los besos precavidos,
que en los tímidos años no logramos captar?
¿Y quién habrá otorgado los que por retraídos,
aun a puertas abiertas, no acertamos a dar?
¿Dónde estarán aquellas abordables mocitas,
pudor en los modales, arrebato en la piel?
¿Y las más sazonadas, de furias exquisitas,
alternando atributos de jinete y corcel?
Tantas se malograron, arena entre los dedos,
por no saber entonces cuanto sabemos ahora.
Y tal vez nos recuerdan, más que por nuestros miedos,
por sus primeras dudas, que cada cual deplora.
Hoy hemos aprendido que aquello era un proceso
natural en la vida, de capacitación.
Pero a veces soñamos el mágico regreso
para ultimar detalles y completar la acción.
Ay, cuántas cosas bellas quedan inacabadas
por torpeza o reparo, temor o ingenuidad.
Y hasta en la edad madura vuelven nuestras pisadas
por los viejos caminos de la inseguridad.
Los Angeles, 11 de agosto de 2011