Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Introspección

Índice

Sonetos:
Les converso Caballo desbocado Exhumación Viejos tiempos Libérate, mujer Por la acera
Poemas:
Esta mujer va sola Primera noche
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Breverías

2531
Hay una calle oscura, retirada, y una noche aromática, ascendente. Y hay un hombre avanzando lentamente hacia tu casa, y tú, malmaridada. Tras la persiana oculta, ves su sombra destacarse y hacerse más visible. Abres la puerta, te haces disponible. Amplio festín de amor sobre la alfombra. (¿No hay un lecho en la casa? Ciertamente, para dormir. Pero esto es diferente)

2532
Hablo en voz alta al escribir en verso, sin interlocutor, sólo conmigo; mensaje que arderá en el universo como una estrella más, y cuanto digo será en lenguaje inescrutable o terso según quien mire el parpadeo. Abrigo la esperanza en mi espíritu, no obstante, de que quien lo oiga, lo halle estimulante.

2533
Si me detengo en ti es porque te pienso más como hogar que albergue de camino; alguien que me adormezca al peregrino que hay en mí, y deje su atlas en suspenso. Sin promesas ni esbozos de mañana, pero también sin la apremiante urgencia de reiniciar la marcha, convivencia sin fechas ni horas, plácido nirvana.

2534
Hay silencios que suenan a portazo, si bien la entrada permanece abierta. Ni parece la casa estar desierta, ni quien llama va en busca del abrazo. ¿Qué recelos la habitan, o qué miedos de enfrentarse a un pretérito ya inerte? Un rojo brindis por la buena suerte ni amenaza presentes ni urde enredos.

2535
Más que complicidad, era bostezo. ¿Cómo llegué a su umbral? Hay situaciones de que el futuro logra avergonzarnos. Mas fui gentil. Tal vez yo fui tropiezo que ella hubiera evitado, y las razones, aparte de las mías, de esquivarnos.

Sonetos

2701 - Les converso
Me acompaña gentil cada poema parido por mi propia mente y mano, en las tórridas tardes de verano, cuando en las calles hasta el aire quema. Y en las noches de invierno, con su extrema quietud de fría soledad, desgrano mi rosario de estrofas, y me afano en derramarme en ellas. Sólo un tema se repite en mis labios, incesante: La voluptuosidad de cada amante, y en el fracaso, su desesperanza. Me entienden mis poemas. Les converso de cuanto llevo dentro, y cada verso, leal pincel, retrata mi semblanza.
Los Angeles, 21 de agosto de 2011
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2702 - Caballo desbocado
No entienden de equilibrio los amores, sólo de desnivel, de asimetría. Tras preámbulo de alas y armonía, los amantes devienen gladiadores. Aunque la noche acalle los clamores del yo y el mí avanzando su porfía, bucear la adyacente anatomía tregua será, no paz entre agresores. El más profundo amor, a veces tiene, frente a sí, pedernal que no se aviene a generar la chispa requerida. Y surge así el caballo desbocado, en fuga ineludible, viendo al lado severidad de fusta, freno y brida.
Los Angeles, 22 de agosto de 2011
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2703 - Exhumación
A pesar de los años y el olvido, un día el hombre mira atrás, y exhuma, de su necrópolis envuelta en bruma, los restos de un amor desatendido. Los va recomponiendo, sostenido por la intriga de un algo que rezuma misterios y sorpresas, y perfuma su entorno con aromas de libido. No logrará restauración completa; mas llegará a atisbar la silueta de la mujer perdida en el ayer por su propio descuido o por su huída. Sólo imaginará cómo su vida pudo haber sido y nunca llegó a ser.
Los Angeles, 24 de agosto de 2011
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2704 - Viejos tiempos
Tantos besos no di que hubiera dado, transmisores de agónica energía, tantos que el alma hambrienta me exigía, muchos que nadie hubiera desdeñado… Mas no los di, inexperto o apocado. Tiempos eran de impar galantería, en que la llama del amor ardía… como en cualquier período pasado. Hoy, desde mi horizonte, con tristeza, al contemplar mi juvenil torpeza, añoro cada idilio no nacido. Y me pregunto si, en su hogar distante, una mujer, que pudo ser mi amante, me piensa…, mientras duerme su marido.
Los Angeles, 25 de agosto de 2011
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2705 - Libérate, mujer
Mujer dormida en el adiós, despierta, que amanece en colores no estrenados nuevo día, y parterres y terrados brindan fragancias en callada oferta. Si una parte de ti parece muerta, argucia es de la mente; si encerrados en ésta los conceptos, no hay candados que inquebrantable tornen una puerta. Prerrogativas firmes son de todos amor y libertad, en cuantos modos frente a nosotros puedan emerger. Libérate, mujer, de tus recelos, y habla y ama sin freno, que hay anhelos que a los muertos harían renacer.
Los Angeles, 25 de agosto de 2011
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2706 - Por la acera
Desde el Café, la vida es diferente, o lo parece, al menos. La ventana la describe al detalle, esta mañana de sol y languidez, en que la gente deambula por la acera, indiferente, mientras las horas desidiosa hilvana, del brazo del hastío, en cotidiana banal ociosidad, sin incidente. Arte de no hacer nada, y con alarde. ¿Qué fuego al centro de esas gentes arde, moviendo qué motor de qué existencia? Las veo caminar, almas de trapo, y hacia mi propia intimidad escapo, lejos de tan trivial, hueca apariencia.
Los Angeles, 28 de agosto de 2011

Poemas

Esta mujer va sola
Esta mujer va sola. Se le cruzan gentes desocupadas en la calle, mas no las ve. Su ritmo es diligente, más allá de la espera y el instante. Va encorvada. Sus hombros sobrellevan vidas ajenas que la propia abaten. Podría el pueblo estar deshabitado, ya que ni busca ni detecta a nadie. Sombras son, sólo sombras, que no obstruyen su marcha. Sombras y aire. Ha amado mucho esta mujer. Ha sido ánfora derramándose hasta quedar vacía de sí misma, con sólo huellas en la propia carne. Ya no se hace preguntas, ni busca un hombre, ni halla relevantes palabras que otro tiempo la encendían. Ha asistido a sus propios funerales tantas veces, tras ásperas derrotas, la piel helada, el corazón sangrante, que tal vez se ha vestido una coraza, se ha vendado los ojos, y no sabe qué objetivo o propósito tiene la vida. El día se deshace, rompiéndose la luz en el ocaso. Ella sigue a su ritmo. Bajo el sauce dos jóvenes se besan, sobre el césped, en las últimas luces de la tarde, estallido sensual de primavera entre brazos y muslos cimbreantes. Casi los mira, pero rectifica. No quiere verse años atrás, y errante prosigue su camino, con cierta prisa, y gesto imperturbable. Cada pisada es un reloj quebrado, deshojado almanaque; va demoliendo el tiempo con la espera de que el tiempo, a su paso, no le alcance. No quiere el martilleo de los años resonando en su oído, con su alarde de malsanos recuerdos que se resisten a vaporizarse. Quiere borrarlo todo, como nacida ayer. Hasta el paisaje tiene esa propiedad de vez primera, pero ni lo contempla ni le atañe. Prosigue en soledad, aunque entre tantos, filtrando su pasado, trashumante.
Los Angeles, 24 de agosto de 2011
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Primera noche
Pasos inesperados, en sigilo, rondan al otro lado de la puerta; aprendieron mi número, y escuchan. Han visto el humo de la chimenea, y saben que el hogar está encendido, que hay compañía en casa. La palmera del jardín, tan inmóvil; y la brisa dormida en su ramaje. ¿Por qué tiemblas? Este es mi alcázar. ¿Quién se atrevería a allanar la morada? La inocencia parece revestir tu piel de nardo con túnica de seda. Nadie podrá rasgarla, si no quieres, se otorga, no se arranca ni doblega. ¿Tienes frío? Recógete en mi abrazo, así, tan blandamente. Se me enreda la mano en tu cabello, y me pareces cada vez más cerca. Al roce de los dedos, te percibo desprovista de huellas. ¿Nadie, acaso, ha rozado tu carne antes que yo? Pareces hecha del material etéreo de Afrodita, de nubes y de niebla. Pero estás en mi tacto, muda alondra que vibra y aletea. Desvanecidos ruidos y prejuicios, la escena es toda nuestra. No existe ya la noche, ni el miedo, ni la espera. Sólo hay cuatro paredes en el mundo, y una luz melancólica y discreta.
Los Angeles, 26 de agosto de 2011
Diseño: Carmen Álvarez
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