Breverías
2736
Tanto más pretendemos que logramos,
captando a veces más que merecemos;
y no obstante, patéticos, creemos
que por méritos propios lo ganamos.
2737
Me seduces, dominas y secuestras,
quedando sin opción de emanciparme;
y a la vez me convences y demuestras
que no tengo elección, sino quedarme.
Qué esclavitud me impones,
mi voluntad anémica o dormida,
creyendo que mis propios eslabones
no son réquiem, mas cántico a la vida.
Si esto es amor, ¿cómo lo habré elegido?
Y ¿cómo entonaré el himno al olvido?
2738
Rostro o, tal vez, careta de optimista
luce quien se enamora,
descubriendo su temple masoquista
poco después de la primera hora.
Tal vez sin intención o planteamiento
lo ejercerá, o se dejará arrollar.
Y es quizás el mejor acoplamiento
para quien desespera por amar.
2739
Tantos ángeles veo desalados.
Ya no espíritus puros,
ni tampoco caídos,
sino en cierto intermedio, desterrados
de un paraíso de oro, cuyos muros
guardan sólo otra raza de elegidos.
Supieron del amor, sin resistencia,
mas les pasó de largo.
Y cumplen hoy injusta penitencia,
y hay en sus labios un sabor amargo.
2740
Amar de igual a igual, sin jerarquía,
sin desnivel, y en desmantelamiento
de aras y pedestales.
Con mente, voluntad y anatomía
fluyendo paralelas, como el viento
curvando suavemente los trigales.
Eso es amor. Quien juzgue merecerlo,
dé un paso al frente, acepte sus rituales,
y empecemos a hacerlo.
Sonetos
3026 - Te arrebozas
Te arrebozas en ráfagas de viento,
sin otra vestimenta que te abrace,
y avanzas hacia mí como quien nace
de la espuma del mar. Tu movimiento
va al compás de la fronda, en soñoliento
vaivén, que lentamente se deshace,
y cuya nueva oscilación renace
en progresión de ruego a atrevimiento.
En informal revoloteo vienes,
sin que evites, censures o refrenes
el galope que en mí se va gestando.
Y no podría ser de otra manera;
tú desnuda y yo hambriento, vocifera
bajo la piel la sangre, jadeando.
Los Angeles, 19 de junio de 2012
3027 - Dime cuál es
Dime cuál es el mecanismo, el arte,
de quebrar los cerrojos del olvido,
para reconquistar lo ya perdido,
o salvar, como mínimo, una parte.
No conozco distancia, ni baluarte,
ya dilatada, ya tan defendido,
que no pueda cruzarse, o ser vencido,
arriándose orgullo y estandarte.
Vengo hacia ti a banderas desplegadas,
pero no en son de guerra, y en pisadas,
más que a ritmo marcial, de convergencia.
El plan requiere que uno y otro bando
firmen la paz y se unifique el mando;
para eso vengo en brasa y transparencia.
Los Angeles, 20 de junio de 2012
3028 - Ventanas en la noche
Abiertas y encendidas, las ventanas
me gritan en la noche sus historias
de odio y amor, miserias y victorias,
en alucinaciones de campanas.
Hay lánguidos tañidos, de sultanas
cautivas del serrallo; transitorias
campanadas efímeras; euforias
de toques a rebato, y filigranas
como de plata, o de cristal, pulidas.
Hablan de muertes, júbilos y vidas
que en simultaneidad van ocurriendo.
Voy por la calle, en medio de un gentío
tan sordo que sólo oye su vacío.
Mas yo a todas escucho, y las entiendo.
Los Angeles, 20 de junio de 2012
3029 - Huecos de la mente
Quiero habitar los huecos que aún no he visto,
ni tal vez presentido, en tu cabeza;
los que nunca traspasan la corteza
al borde de la cual pienso y existo.
Y aun teniendo inquilinos, no desisto
de ocupar algún día cada pieza.
¿No es en total apropiación que empieza
el misterio de amor en que persisto?
Quien detenta las fuerzas de la mente
se apodera del alma en contundente
confiscación, mientras que si hay regiones
que no nos pertenecen, u oquedades,
¿qué intimidad, qué tipo de verdades
sostendrán nuestra fe, nuestras visiones?
Los Angeles, 20 de junio de 2012
3030 - En las calles del alma
En las calles del alma, atlas urbano,
cruz de semáforos en cada esquina;
congestionado el tráfico se hacina
frente a tanta luz roja. Está en mi mano
controlar la ocasión, pero me afano
en abrir la luz verde, repentina,
sólo a tu propio coche, que se obstina
en tan premioso avance provinciano.
Y apenas cruzas, y de nuevo roja,
la turba bloqueada se despoja
de su último barniz de dignidad.
Y ¿qué me importa? Esta ciudad es mía.
Váyase a otra ciudad quien desafía
esta ley de gentil desigualdad.
Los Angeles, 20 de junio de 2012
3031 - Ciudad
No sé si la ciudad de mis amores
me ha dado el alma con que admiro y quiero,
o soy yo, que a ella vine forastero,
quien le entregó mis ansias y fervores.
Endeudados los dos, y acreedores
el uno con el otro; caballero
que dona su montura, y pordiosero
cuya alforja rebosa de favores.
Ambos en amplia, mutua dependencia,
dos en uno, uno en dos, equivalencia
que, aun siendo diferentes, nos vincula.
Ciudad, mujer, cuyas templadas zonas
me invitas a explorar; me conmocionas,
y toda mi estructura capitula.
Los Angeles, 20 de junio de 2012
3032 - Ciudad bajo la lluvia (I)
La ciudad se desnuda en la tormenta.
Adversa a látigos de lluvia y trueno,
se recoge en sí misma, en el terreno
de hormigón y cristal en que se asienta.
Desiertas ya las calles, se acrecienta
el hormigueo en los cafés, en pleno
borboteo de gentes. Qué veneno
para matar mi tarde soñolienta.
Salgo a la lluvia y, con el rostro alzado,
camino en soledad, mas impregnado
del abrazo gentil del aguacero.
El bullicio a mi espalda se diluye.
La calle es mía. Nada prostituye
mi aislamiento de un mundo forastero.
Los Angeles, 21 de junio de 2012
3033 - Ciudad bajo la lluvia (II)
Aparece en la lluvia tu silueta,
bajo el paraguas verde, saltarina
sobre los charcos. Llegas a la esquina
donde me he detenido, tan discreta.
Vas a pasar de largo. Una maceta
te impide el paso. Tiembla en tu retina
una media sonrisa, que ilumina
todo tu rostro. El aguacero aprieta.
Noto un leve temblor, casi de amigo.
Me ofreces guarecerme en el abrigo
de tu pequeña cúpula de tela.
Y acepto, mas con un requerimiento.
Cerrarás el paraguas. Y agua y viento
nos llevaron del brazo en la plazuela.
Los Angeles, 21 de junio de 2012