Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
A todo fuego

Índice

Poemas:
Humo gris azulado Tus hermanas, las cosas Amar, a todo fuego Voy de la mano Entrada la mañana Tengo sueños en venta En mar de lentitud ¿Qué te dicen las olas?
seperador

Breverías

2766
Cuando se rompe el alma hay un invierno bajo la piel, y sombras dentro y fuera, y la lluvia en el rostro es gris y fría. Y nos lo imaginamos tan eterno como nuestra dorada primavera, antes de disiparse, parecía. Olvidamos que gozos y aflicciones vienen y van, fugaces estaciones.

2767
Sea cada poema que haya escrito cálido arrullo, mano en la mejilla, soplo de aire ondulándote el cabello. Cada uno el arabesco favorito con que adornas la mente, la semilla que en ti germina, y en tu fe, mi sello.

2768
Dormir en ti, cuando dormir contigo ni el tiempo ni el lugar lo facilitan. Saber que has superado ya al amigo, y tus entrañas por amor me gritan. Saber que en ellas tengo mi poblado, mi hogar, mi alcoba, y me hablas en retozos. Y que un día, desnudo a tu costado, se abrazarán tus gozos a mis gozos.

2769
El masoquista que en nosotros vive se encadena a su propio sufrimiento, sin querer detenerse en el declive por el que rueda en pánico y lamento. Es el fin, se repite, no hay salida; y experimenta cierta complacencia dentro de su miseria dolorida, incapaz de iniciar la resistencia. No entiende que placeres y pesares son brisas, nada más, en los pinares.

2770
Duele dejar atrás a la persona que tanto hemos amado; pero así es el amor, así es la vida. Si un castillo en azul se desmorona, tal vez fuera precariamente alzado, tal vez no sangrará tanto la herida. Final de un ciclo no es final de todo. Es tan sólo un principio de otro modo.

Poemas

Humo gris azulado
Miro al atardecer tu chimenea exhalando la tenue bocanada de humo gris azulado, irguiéndose en sedosa filigrana. Es mensaje del fuego, pero con más benevolencia me habla. En torno al leño, en el hogar, crepitan, se cimbrean las llamas, fiero abrazo de amantes, que tal vez en la alfombra se entrelazan. El humo no lo cuenta, lo traduce a tímidas, ingrávidas palabras, ascendiendo en el aire, diminutas, sobre sus tenues, invisibles alas. Pero yo, que comprendo ese lenguaje, lo revierto a su túnica dorada, desnudándolo luego, y en su versión original me abrasa. Yo estuve allí en un tiempo no lejano, y eran golpes de lanza, y surtidores de oro, reventando de gozo en tus entrañas. Yo entonces sólo dialogaba en fuego, no sabía del humo, de su danza sutil sobre la piel de los tejados, que hoy interpreto a golpes de nostalgia. Me voy. El hilo de humo se retuerce cantando el testimonio de la estancia. Él es neutral, sedoso mensajero, y entiendo su noticia, pero hay lágrimas pugnando por brotar en mis cristales, mientras me alejo, errático fantasma que nadie reconoce, ni deja huellas, ni eco en sus pisadas.
Los Angeles, 3 de agosto de 2012
seperador
Tus hermanas, las cosas
Vas por la vida y pisas la caricia que te brinda la tierra, como si no entrañara relevancia; de idéntica manera que avanza el aldeano por sus campos sin percibir la agonizante queja que, bajo el peso de sus burdas botas, exhalan las violetas. ¿Por qué tal desapego? ¿Por qué vas, arrogante carabela, indiferente al mar que te sostiene, y al viento que te impele con su fuerza, si eres sólo molécula integrante de un todo a quien adeudas dependencia? Todas las cosas, la montaña, el río, las nubes, la arboleda, y las otras, las menos presumidas, el barro entorpeciéndote la senda, el matorral, tan libre y descuidado, el caserón sin puertas, en todas late cierta etérea vida, poseen todas una historia inédita, y son hermanas tuyas, que te saludan al pasar, tan quedas. Escúchalas, que atisban tu paso firme, el roce de tu seda, la fragancia añadida ante el espejo, y se hablan entre sí de tu presencia. Contémplalas amable, con ternura, como viejas amigas que se enredan frente a tus ojos, a tus pies, y sienten, aunque no las entiendas. Sea leve tu pie, risueño el gesto, y nunca, nunca ciega; que sepan que las ves, y les sonríes, que eres feliz sabiendo que te esperan.
Los Angeles, 3 de agosto de 2012
seperador
Amar, a todo fuego
Como si fuera de cristal me mira, a través, y sin verme. Es un punto lejano que lo llama, sutil, como prendido en alfileres, con la seguridad de que lo amamos, y la inseguridad de si nos quiere. Tal como yo la miro, aquí, a mi vera, aun sabiéndola ausente. El amor no es la calle de doble dirección, donde las gentes localizan su doble, y continúan sincronizados, hoy y para siempre. Es de un solo sentido, y la persona que pretendes, tal vez no se detiene, aunque te mire y hable, porque tiene la mira más al frente. Lo importante es amar, a todo fuego, contra toda esperanza, sin repliegue. ¿Doloroso? No hay duda; pero amor sin dolor es de juguete. La certeza está sólo de tu parte, sabes que amas, y cuánto. Tus deberes están hechos y son indiscutibles. La otra parte, ridícula o solemne, será siempre un misterio, pese a cuanto te afirma o te promete. Un día se te irá, con cierta excusa; pero si nunca estuvo ciertamente. ¿Recuerdas tus amores del pasado, tan firmes, y absolutos, y perennes? ¿No se desintegraron con el tiempo? El amor, como todo, nace y muere. El tuyo morirá, mas mientras viva, siéntelo intensamente, cultívalo, aunque no te correspondan. Él, o ella, se lo pierden.
Los Angeles, 3 de agosto de 2012
seperador
Voy de la mano
Voy de la mano de un pasado extraño que no se ha producido todavía, y le doy perspectivas de futuro. Se considera barco a la deriva, sin conocer su punto de destino, ni entender por qué rutas se desliza. Me brotaban amantes entre tantas mujeres conocidas, aunque ellas casi nunca lo supieron, perdiéndose, sin besos ni caricias, por silencios cobardes, en tantos recovecos de la vida. Hoy, al mirar atrás, veo y lamento la palabra marchita, abortada en su espléndida belleza por absurdo vestigio de atrevida, aun siendo ambicionada; el gesto reprimido, que podría haber sido enlazado al gesto hermano oculto en la sonrisa; la mágica elocuencia, tan mal interpretada, en sus pupilas. Aún a esta altura de mi edad, las veo al acecho de cierta iniciativa que nunca supe producir, y clamo por regresar al punto de partida. Restauro cada escena, y la mente, hoy más hábil, rectifica la inexperiencia o timidez de entonces, y ellas lo aceptan casi todo, y vibran en vínculo conmigo, suspirando por tantos años de ilusión perdida. Las sombras del pasado fugitivo que no supe atrapar, hoy resucitan, y van conmigo, absortas en lo que pudo ser. Sólo germinan tales rosas al fondo de la mente, mas son casi reales; se respira su fragancia, resaltan sus colores, los pétalos, tan suaves, acarician. Generación floral que ahora renace con una sola, inevitable espina, de tan largo paréntesis de tiempo en que se me durmió la melodía.
Los Angeles, 5 de agosto de 2012
seperador
Entrada la mañana
Me desperté, ya entrada la mañana. Era inmóvil tu sueño. Me levanté en sigilo para no despertarte, como un viento que apenas logra cimbrear las hojas, y así también, tan leve, te di un beso. Hubo casi un esbozo de sonrisa, aun estando tan lejos de la vida real, y proseguiste cabalgando por tu íntimo universo. Preparé dos cafés en la cocina, y humo y aroma fueron ascendiendo más rápidos que yo, por la escalera. Con tus ojos apenas entreabiertos, te recibí en mi mundo, sorteando la ropa sobre el suelo, que en singular desorden se hacía confesión de los portentos del amor espontáneo, con su mezcla de súplica y obsequio. Y tendiendo los brazos, me dijiste: ‘Deja el café y abrázame un momento’. Tan cálida, tan bella, tan desnuda en el refugio acogedor del lecho. La escarcha en la ventana era cordial saludo del invierno. Tú eras mi primavera y mi verano, florida y tropical. Los arabescos que sobre el mapa de tu piel trazaran las puntas de mis dedos, lúbricos, húmedos y transparentes, eran imploración y ofrecimiento. Se enfrían los cafés en la mesita; no así tú y yo, en refriega cuerpo a cuerpo.
Los Angeles, 5 de agosto de 2012
seperador
Tengo sueños en venta
Tengo sueños en venta. ¿Quién los compra? Los ofrecí gratuitos en el foro de cada gran ciudad, remota aldea; los de cristal, aupados a mis hombros, siguiéndome descalzos los de arcilla, los de oro y plata al fondo de mis ojos. Sin detener el paso en sus andanzas, los miraba el gentío, cauteloso de cualquier altruísmo, sospechando motivos camuflados en el fondo. Los estrené en mis tiempos de esperanza, proyectos de vivir fantasmagóricos que no acertaron a cuajar, y aún nuevos, los archivé en estuches de abandono. Los contemplaba, a veces, en mis tardes nostálgicas de otoño, cuando suelen tener mayor vigencia, tal vez por su carácter melancólico, pero sin decidirme a liberarlos. Aun así había un algo entre nosotros. Fueron parte integral de mi engranaje, mucho más que un adorno, mucho más que un estilo; mis propias alas, si tornara en cóndor. Se me han hecho imposibles, por eso es que los vendo. De algún modo podría regalarlos, mas sería desvalorización de mi tesoro. Mi moneda de cambio es el suspiro que nunca halló acogida, el alborozo que jamás se produjo, el aislamiento que descargó su atmósfera de plomo Quizá alguien, al soñar mis utopías conquiste el territorio que me fuera negado, sin hacerse ni tan irracional ni tan remoto.
Los Angeles, 5 de agosto de 2012
seperador
En mar de lentitud
Desnuda junto a mí… Reloj de arena, tiéndete en la mesita, que tus granos reposen en quietud, sin la incesante caída de minutos. Este abrazo requiere tiempo inmóvil; quede cada reloj descoyuntado. Tantas palabras en reposo yacen que anhelan despertarse entre los labios, con el nuevo regusto del momento; temblorosa la piel reclama el tacto; y en ambos vértices de tibios muslos proyectos hay de acoplamientos ávidos. Descolgué ya el teléfono, y el timbre del portal desconectado, no existe otra vivienda, ni otra pareja en estos aledaños, ni lanzarán los bronces su clamoreo desde el campanario. Solos tú y yo.en la alcoba, con nuestros propios truenos y relámpagos. Tan solos, tan abiertos, tan perennes, y tan compenetrados. Entenderás la voz de mi silencio que tan íntimamente te está hablando, y has de leer detrás de mis palabras cada mensaje diáfano tallado en la fachada de mi espíritu, que a nadie he desvelado. Esto requiere tiempo, mucho tiempo, por eso en mar de lentitud nadamos.
Los Angeles, 6 de agosto de 2012
seperador
¿Qué te dicen las olas?
¿Qué te dicen las olas cuando el atardecer, en claroscuro, te espolea hacia el borde de la arena, casi desierta ya de su barullo? Cerradas las sombrillas, plegadas las hamacas, al crepúsculo, han huído los cuerpos bronceados, y queda sólo, pertinaz, el tuyo, sentada, no tendida, contemplando el impulso de la marea, que tenaz se afana en llegar a tus pies, lamer tus muslos. El mar tiene lenguaje complaciente, sabe hablar en estrépito y arrullo. A ti nunca te grita, se te desliza audaz, sin disimulos, en línea recta, como van los besos, platónicos o lúbricos. Le conversas, intensa, sin palabras; te entiende y te responde; cada impulso de su marea es léxico que sólo tú comprendes, en tu mundo de mujer otoñal, ensimismada en tan gráfico, férvido discurso. Te miro desde lejos, no me atrevo a enturbiar el idilio. Me refugio en la complicidad observadora de quien, en cierto modo, es un intruso. Pero quisiera descifrar las frases que os cruzáis. Sólo escucho su parte del coloquio, idioma extraño, intenso, mas confuso. La tuya, que tal vez yo comprendiera, se hace en lenguaje mudo. Oh, si pudiera hablar cuanto él formula, y entender tu silencio y sus impulsos.
Los Angeles, 6 de agosto de 2012
Diseño: Carmen Álvarez
Poemas © Francisco Álvarez Hidalgo, Familia Álvarez, 1997-2014. Todos derechos reservados.