¿Qué has aprendido de tu propia vida, si en los deslices del ayer reincides? Combates otra vez las viejas lides con la misma estrategia ya fallida. Si en las derrotas la sangrante herida nubló tu porvenir, ¿por qué decides reeditar el combate? Nunca olvides que causa igual a un mismo fin convida. La historia nos enseña, y no aprendemos. Tal vez en el barullo nos perdemos de una esperanza azul, engañadora. Nos prejuzgamos en el hoy mejores, mas bordamos idénticos errores, y el tiempo, lentamente, nos devora.

Despójame del gozo del momento, de la curiosidad, de la memoria, mas no extingas la luz propiciatoria que me guía al futuro que presiento. La esperanza tiene alas, como el viento, y sobre ella me elevo, escapatoria de esta incesante puerta giratoria que es el instante actual, tan fraudulento. Vivo sólo a esa luz, y paso a paso, procurando ignorar cada fracaso, avanzo hacia un laurel irreversible. Ni mapa, ni reloj, ni calendario llevo a la mano; soy un visionario que juzga realizable lo imposible.

Ensálcete el valor de tus acciones, y mantén la autoestima sobria o muda. Sólo el necio es tan necio que se escuda en lo infalible de sus convicciones. El sabio sabe errar; sus opiniones no son de bronce o mármol, y la duda refuerza su pensar. Será tu ayuda, descubriéndote múltiples opciones. La gloria, el éxito, el descubrimiento no nos llegan de herencia; hay desaliento, noches blancas, sudor, en su captura. Tal vez otro, en tu misma circunstancia, lo hubiera conseguido. Tu importancia, si la promueves tú, se desfigura.

La vida, ese motivo de sonrisa, con frecuencia sonora carcajada, hace a muchos llorar, y es estocada que a quien quiere morir le infunde prisa. Se puede proyectar, o se improvisa, mas en cada ocasión o encrucijada nos agrede su oscura puñalada, o con su férreo borceguí nos pisa. Y sin embargo de ella nos reímos, nuestra sola defensa. Si vivimos, es porque a buen humor la derrotamos. No te dejes vencer. Ríete de ella, aun cuando te deshace o te atropella, que mientras nos reímos, avanzamos.

Mantén la mente en vigilancia, abierta a toda percepción o ideología, mas ni aceptes ni brindes compañía a la que cierre tras de sí la puerta. La idea ha de ser libre, audaz y experta en generar acuerdo y energía que se traduzca en actos, día a día; pues sin actividad, es letra muerta. Tropel de golondrinas, transparente, que eligen el alero de la mente para formar el nido y procrearse. Y es en esta embriogénica secuencia que has de colaborar; la inteligencia tiene la facultad de renovarse.

No es la ignorancia látigo humillante que el frívolo filósofo restalla; sólo si discursea, y no se calla, merece varapalo el ignorante. Nadie lo sabe todo, es importante diferenciar tesoro de quincalla, asumir nuestra altura, dar la talla, y no ser, en nuestro ámbito, arrogante. Saber que no sabemos es progreso, aunque sepamos mucho. Es retroceso juzgar que es nuestra toda la verdad. Aún el sabio más sabio tiene tanto camino a recorrer, que el desencanto erosiona su propia dignidad.

Sueña, mujer, de día, al sol, al viento, que el sueño de la noche a nada llega. Imagina, pretende, en tu andariega jornada de ilusión y sentimiento. La fantasía es mágico portento sobre el que intensa el alma se repliega, y embriagada, se exalta o se sosiega, ya en colaboración, ya en aislamiento. A quien sabe soñar, le pertenece el mundo que en sus brazos se adormece, producto de su propia creación. Realidad es lo que uno se imagina, y la felicidad se arremolina en torno a quien se forja su visión.

Lees mucho, recuerdas lo leído, y en tus conversaciones lo comentas. A los otros, tal vez, te representas como el intelectual que nunca has sido. La erudición te añade colorido, y recubre de ornadas y opulentas mas desproporcionadas vestimentas tu exterior; alboroto, no sonido. Tienes capacidad evocatoria, no eres más que un archivo, una memoria. También hay necios que recuerdan todo. Ahonda la inteligencia en las razones, la síntesis, el juicio, y las opciones de observar cada cosa de otro modo.