Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Pálida Muerte - Los muertos
Elegía por una dama
A Paola, en la muerte de su madre Y se durmió hacia Dios. Fue su desvelo peregrinaje azul, sueño dorado, y al fin nevada cumbre, que el deshielo lentamente fundió, tibio, callado, como caricia de aire, o aleteo de ángel en vigilancia a su costado. No se aferró al ocaso; su deseo fue de partir en paz, misión cumplida, con abandono, mas sin titubeo. Lo dio y recibió todo de la vida, y al pisar los umbrales de la muerte, marcó saludo más que despedida. Sobre la vida sin cesar se vierte caudal de rosas y desolaciones, herencia nuestra, inevitable suerte; y dividimos nuestras atenciones entre la primavera y la guadaña, entre decesos y resurrecciones. Nacer es arribar a zona extraña, morir es regresar a nuestra fuente, cuya voz ancestral nos acompaña. ¿Por qué teñir de horror la otra vertiente? ¿Por qué ceñirse el alma de tristeza, y de lamento por quien cruza el puente hacia la luz, dejando su corteza bajo la húmeda tierra, si le vimos ataviado de su íntima belleza? Cada noche ensayamos que morimos, en cada amanecer resucitamos, y hacia la gran función nos dirigimos. No es partida, es retorno, porque vamos del exilio a la patria, de la brega rigurosa a la paz que recabamos. Cuando la muerte sigilosa llega, dancen alborozadas las campanas por el dolor, que su puñal repliega; y porque las miserias cotidianas paralizan su acoso frente al muro donde se desvanecen los mañanas. Sólo a este lado vivirá el futuro, y palabras que un día se dijeron adquirirán sentido más seguro. Idos los labios que las profirieron, mariposearán en corazones que antaño, a aquella voz, se estremecieron. Y en susurros, o gritos, o canciones, transmitirán las mismas sacudidas, recrearán antiguas emociones, despertando nostalgias, si dormidas, aquietando temores, si despiertos, recobrando ilusiones, si perdidas. Los ecos de sus pasos están muertos, pero no su presencia a nuestro lado, ni sus etéreos brazos, siempre abiertos. Si no tocas su piel, si despoblado tu espíritu se siente en agonía, piensa que en su morir se ha adelantado para salir a recibirte un día.
Los Angeles, 30 de marzo de 2002
Diseño: Carmen Álvarez
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