1132 - La Magdalena (Ribera)
Qué lejos quedan la crispada mano
prensando el vientre, atenazando el seno,
las palabras impúdicas, veneno
vertido en el oído grano a grano.
Rústico gesto, estilo cortesano,
pretendida ternura, desenfreno,
compraventa de rosas y de cieno
en mi quehacer abyecto cotidiano.
Pero eso fue en mi Torre de Magdala
años atrás. Hoy sobre mí resbala
la luz de una mirada nazarena.
Y mi carne es la bestia que, sumisa,
yace a sus pies como un soplo de brisa,
pies que un día secara mi melena.
Los Angeles, 14 de agosto de 2004