1311 - Palabra
La lengua de la vida estaba muda,
ni el tacto salpicaba de temblores,
ni el oído se abría a los rumores,
la mente adormeciéndose en la duda.
Había hablado tanto en la desnuda
compañía de pájaros y flores…;
qué triste encierro en los alrededores
de ecos sin voz, como esperando ayuda
que nunca ha de llegar; pues la belleza
latente al pie de la naturaleza
es sólo bálsamo de superficie.
Lo que su piel ardiente necesita
es la palabra cálida, exquisita,
que llegue al tuétano cuando acaricie.
Los Angeles, 16 de julio de 2005