160 - Sombra muerta
Mi sombra ya no puede acompañarme.
Fue tan fiel, sigilosa y persistente,
que ni el tropel confuso de la gente
jamás de ella logró desvincularme.
Cómo me ha sorprendido al levantarme
verla a mis pies inmóvil...De repente,
filtrándose en el suelo, se hizo ausente,
último amor que logra abandonarme.
La oscuridad cayó sobre mi vida,
y mi sombra, sin luz, se vió perdida,
sombra en la sombra del anochecer.
Quizá recobraré esta dulce amiga
en un albor lejano, en que consiga
el destello de amor de otra mujer.
Los Angeles, 7 de marzo de 1999