1611 - Nada hay fuera de mí
De repente mi mundo ha enmudecido,
como si un cíclope le amordazara;
todo está inmóvil, como si plegara
sus alas el arcángel del olvido.
O tal vez es la cuenca de mi oído
que alza muros y sorda se declara,
como si el vendaval de la algazara
recrudeciera en ella su silbido.
Los libros ya cerrados, el paisaje
diluído en la bruma, y el lenguaje
cautivo en silenciosa galería.
Nada hay fuera de mí, por eso miro
sólo a la íntima zona del suspiro,
donde se unce tu luz a mi armonía.
Los Angeles, 5 de enero de 2007