164 - Carencia
Mis besos eran pájaros heridos
flotando entre los juncos del pantano,
dedos glaciales de invisible mano,
recuerdos en un pozo sumergidos...
Mis labios pálidos y adormecidos,
mudas teclas de onírico piano,
nubes que trato de alcanzar en vano,
explosiones carentes de estallidos.
Tan sólo me quedó una vaga idea
del contacto encendido, que desea
la humedad, el gemido y el temblor.
Pero cuando absorbí tu propio aliento
despertó mi universo en un momento,
y el alma se me abrió como una flor.
Los Angeles, 14 de marzo de 1999