1659 - El rostro de la muerte
Acepto las violentas acogidas
para mí rudamente reservadas;
prefiero darles cara a las espadas,
que recibir al dorso las heridas.
Puño enemigo o manos fratricidas,
ya en campo desigual, ya en barricadas,
lléguense precedidos de miradas
y voces firmes, ambas sostenidas.
Que me penetren rectas las retinas
antagonistas, antes que las ruinas
de mi vida se duerman en el lodo.
Y evítese el silencio traicionero
que ataca por la espalda; sólo quiero
ver el rostro a la muerte. Eso es todo.
Los Angeles, 21 de marzo de 2007