1743 - Última noche
Diluyéndose van todas las cosas,
tenues volutas de humo fugitivas,
o sombras ponderándose tan vivas
como el ser al que se atan afanosas.
Todos siguen sus vías dolorosas,
por más que puedan parecer festivas:
hombre, alondra, ciprés, qué expectativas
de vivir tan fugaz como las rosas.
Todo concluye al fin, se desvanece.
Dispersa el viento el humo, o anochece
y a cada sombra una mayor devora.
Tal vez pensamos que vendrá otro día,
pero no hay tiempo ya, sólo una orgía
de absurdas esperanzas sin aurora.
Los Angeles, 23 de agosto de 2007