1749 - Ascensión
Me aferro a ti con puños de firmeza,
alpinista escalando la vertiente
de tu vida; se me hizo insuficiente
contemplar desde lejos su belleza.
La ascensión por la vista no es proeza,
no exige esfuerzo, y sólo es aparente
el asumido riesgo; no hay saliente
que asir en el desván de la cabeza.
Debo treparte paso a paso, alzando
mi estatura a tu lado, atenazando
cada protuberancia, cada grieta;
apretado a tu flanco de tal suerte
que, al ser apercibidos, nadie acierte
a distinguir sino una silueta.
Los Angeles, 3 de septiembre de 2007