1826 - Caído
Ay, levántame, amor, que estoy caído,
que la hierba me abraza y no me deja
ponerme en pie de nuevo. Qué madeja
de verdes, largos hilos me ha prendido.
Ni el cielo tengo a mi favor; tupido
entramado de fronda me lo enreja;
ni mi oración le llega, ni mi queja,
y estoy sólo conmigo y mi gemido.
Ven, amor, que en tus manos hay poderes
capaces de lograr cuanto quisieres,
como reestructurar quebranto y ruina.
Sé que a tu voz se aflojará el cordaje
apresador, y en tu sutil lenguaje
ordenarás: “Levántate y camina”.
Los Angeles, 13 de febrero de 2008