1832 - Transitoriedad
Silencioso va el río que arrastrara
rumores tiempo atrás, ya no es torrente;
no sé si está cansado, o se arrepiente
de su tonada saltarina y clara.
Eran tiempos de espuma y algazara,
la vida tan sutil y complaciente,
entre amigo platónico, inocente,
y amante lúbrico que se declara.
Y me abracé a su oferta haciendo míos
canto, descenso, persuasión y bríos,
consciente de su transitoriedad.
Yo, punto estático de la ribera,
perenne perdedor. Y el mar que espera,
y prevalece al fin…Oh, soledad…
Los Angeles, 26 de febrero de 2008