1834 - Si…
Quisiera no entender lo que me llega
como hojas perturbadas por el viento:
Retazos de fatiga, desaliento,
y deserción. Si el alma fuera ciega…
Si el peso de la alforja que doblega
mis hombros como saco de cemento
pudiera ser, aunque por un momento,
el tributo de amor que se me entrega.
Si no lograra ver lo que me daña,
el gesto ambiguo, la intención que engaña,
la inquebrantable, muerta ya, promesa.
Si pudiera saber que quien se llama
mi amante lo hace así porque me ama,
y que es a mí a quien besa cuando besa…
Los Angeles, 5 de marzo de 2008