1882 - Cuando
Cuando madure al fin esa presencia
que a golpes de esperanza hemos fraguado;
cuando logre tener, alborozado,
tu rostro entre mis manos, y la urgencia
de mis sentidos en efervescencia
deje mi dorso tenso y arqueado;
cuando la daga hincada en mi costado
florezca en algazara, no en dolencia;
cuando la espera sea un tren lejano
que al fin partió y se aleja por el llano,
dejándonos desierta la estación;
cuando no contemplemos el paisaje,
ni hagamos otro plan de otro viaje…
tendremos plena compenetración.
Los Angeles, 10 de junio de 2008